Martín miraba el techo de su habitación como si fuera lo más interesante del mundo o como si pudiera encontrar el sentido de la vida ahí.
No podía dejar de darle vueltas a lo sucedido en tan solo unas semanas: había aceptado abiertamente que era realmente un chico, se lo contó a su madre y hermano y ambos lo tomaron bien, pero cuando se lo dijo a su padre...
Habían sido unas semanas bastante intensas.
- ¿Sigues pensando en eso? - preguntó Simón de repente haciendo que Martín diera un brinco del susto.
-Casi me da un infarto, idiota - se quejó Martín -... Pero sí, sigo pensando en papá - respondió con sinceridad mientras volvía a su cómoda posición.
Simón no sabía que decirle así que se tumbó a su lado, entrelazó su mano con la de su hermano y la apretó un poco en señal de apoyo.
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Horas más tarde el timbre de la casa sonó y la madre de ambos Vargas fue a abrir, encontrándose con su exmarido.
- ¿Que quiere? - preguntó la mujer de una forma un poco cortante.
A pesar del divorcio ambos siempre se habían llevado bastante bien, pero cuando Juana se enteró de lo que había pasado... Eso sí que no lo iba a permitir.
- ¿Está... Martín en casa? - preguntó el hombre.
- ¿Para qué lo necesitas? - continuó interrogándolo.
-Le debo una disculpa - afirmó él.
-Bien, ahora vuelvo - aseguró Juana antes de entrar a la casa.
No pasó ni un minuto cuando Martín apareció en la puerta. Ambos se quedaron en silencio, únicamente mirándose fijamente.
-Yo... Lo siento. Sé que reaccioné fatal y en verdad lo siento - se disculpó.
Martín sonrió levemente a su padre, sabiendo que él no era bueno con las disculpas, pero cuando las pedía era por qué de verdad lo sentía.
-Está bien - aceptó las disculpas.
El hombre atrajo al joven a un abrazo.
-Realmente lo siento, Martín - afirmó.
-Acepto tus disculpas, papá - dijo Martín.
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-Mañana regreso a clase - comentó Simón leyendo un libro al azar que había cogido de la biblioteca.
-No, por favor, no - dijo Martín sentándose en el sofá junto a Simón.
-No podría ir tan mal - opinó el padre de ambos.
-Nunca digas eso, porque saldrá peor - aseguró Simón dejando de lado su lectura.
-Dejen sus teorías conspirativas y venid a poner la mesa - les llamó Juana.
-Ya vamos - dijeron los tres a la vez.
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No quería ir, se sentía mucho más nervioso que cuando le contó a su madre, pero el punto positivo es que tenía a su hermano cerca.
-¿Seguro que no quieres que te acompañe? - preguntó Simón.
-Seguro, no quiero molestarte más - aseguró.
-Y recuerda que sí te apreta demasiado el binder puedes quitártelo, con esa sudadera nada se nota - le recordó.
-Sí mami - dijo Martín con sarcasmo.
Cuando el menor se marchó para su clase Simón fue a reunirse con sus amigos.
-Miren quién está vivo - comentó Villa.
-¿Dónde estuviste este último mes de vacaciones? No supimos nada de ustedes - dijo Isaza.
-Solo resolviendo asuntos familiares - afirmó Simón.
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La profesora de matemáticas estaba pasando lista y los nervios empezaban a aparecer en el menor. No lo admitiría ante Simón, pero estaba muy asustado y quería salir de allí lo antes posible.
- ¿Martín Vargas? - preguntó la mujer un poco sorprendida pues no recordaba tener un alumno llamado así.
-Aquí - respondió Martín levantando la mano.
La profesora lo miró sorprendida, pero rápidamente continuó pasando lista. Por desgracia los demás alumnos también se habían girado a mirarlo y ahora susurraban por lo bajo vaya a saber uno qué.
Intentó ignorarlos, pero una bola de papel golpeó su cabeza. Martín rodó los ojos y empezó a copiar lo que la maestra estaba escribiendo en la pizarra.
Se podría decir que el ambiente se calmó con el paso de las clases, o eso pensaba, pues al llegar la última hora supo que no.
-Ni se te ocurra entrar al vestuario de chicos, tú no lo eres - afirmó uno de sus compañeros empujándolo contra una pared mientras los demás asentían.
Podía devolverle el empujón, pero no lo hizo. No era cuestión de volver de vacaciones y acabar ya en dirección.
¿Y ahora donde dejaba sus cosas? Ya le habían dejado en claro que al de chicos no podía entrar, pero tampoco iría al de chicas, principalmente porque él no era una y debido a que a pesar de sus caritas de no romper un plato eran sopa del más puro veneno jamás descubierto.
Miró ambas puertas con impotencia hasta que se le ocurrió una idea. Dejaría su mochila en el baño, que a pesar de tener el mismo problema sabía que a última hora no iba nadie ya que estaba cerrado, pero no hay nada que se resista a una horquilla y un clip.
Abrió la puerta del baño de chicas, no por nada en especial, sino que ese el suelo era muchísimo más limpio que el otro. Cuando sus cosas ya estaban acomodadas y en un lugar no muy visible a primera vista (siempre hay que ser precavidos), salió de allí y cerró la puerta.
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Sí, sé que no llevo mucho escrito, pero ya es casi tradición preguntar.
¿Os está gustando a pesar de que sepáis más o menos lo que va a pasar? ¿Os aburre?
Díganme y por favor sean sinceros
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NO SOY ELLA | Finalizada | Morat
FanfictionLa vida cambia con el pasar del tiempo y con ella también lo hacen las personas, ¿cuantos cambios está dispuesto a soportar? ¿y cuántos aceptarán ese cambio? ~Diana