8. Distancias Necesarias

947 166 30
                                    

—Si me voy a quedar quiere decir que voy a ser tu Omega y si soy tu Omega quiere decir que vas a tocarme... ¿no?

—En teoría, sí.

—¿Por qué no lo haces entonces?

—Porque no.

—Yoongi. —reclama. Sus respuestas no tienen que ser largas, solo claras y ahora mismo no lo es. Yoongi deja a un lado los papeles que está escribiendo.

—Tienes quince, lo siento, pero de momento no me puedo permitir esa clase de actos.

— ¿Por qué no?

—Porque no.

Jungkook da un bufido ¿Por qué no dice la razón? Seguro hay una. La hay, pero no la entendería. Yoongi tiene la impresión de que hacer nada a Jungkook en este momento es ser un aprovechado de las circunstancias. Apenas conocen los aspectos globales mutuos, más nada que pueda considerarse importante o profundo.

No sabe si tiene familia.

Traumas.

Un historial médico por más superficial que sea.

Sus gustos exactos.

Preferencias.

Deseos reales.

Hay demasiadas cosas que lo impiden a considerar que es buena idea ponerle una mano encima. Ganas no faltan precisamente. Es arisco, no ciego y mucho menos tiene la nariz dañada. Jungkook tiene un hedor de lo más encantador, adherido a sus pocas mudas de ropa –problema que debe solucionar de paso-. Frunce el entrecejo. Da un ruido extraño con el que es capaz de hacer un rebote en toda la habitación.

Los muebles, las paredes, finalmente Jungkook. Tiene mejor cuenta de su tamaño mediante ello. Pues admite estarse quedando medio ciego por usar la computadora en la oscuridad. Puede detallar las alas que aún están en crecimiento, el rostro infantil y redondo, ojos grandes, nariz pronunciada, la pequeña sonrisa que muestre los dientes delanteros.

Jungkook es un niño.

Su expresión perdida no hace sino reforzar la idea.

Y aun así él está...

Jungkook respinga en su sitio por el repentino grito de Yoongi a otro lado ¿y eso que? Esto no lo conocía y fue divertido. No aguanta reírse, estirado en la mesa y generando una mueca de profunda frustración en Yoongi.

—Definitivamente no puedo. —Concluye cerrando todo lo que hay en la mesa.

Le pone una mano encima y se cambia el nombre a Humbert. Min Humbert, mucho gusto, Jeon Lolita está en la sala. Medita un instante a toda la velocidad que su cerebro es capaz. Vale. Hay opciones.

—Esperare a que cumplas dieciséis o dieciocho para siquiera pensar en eso—aprieta el entrecejo—. Hasta ese momento, quédate quieto, atrás y trata de no soltar tantas hormonas.

—Tú también sueltas muchas hormonas—comenta aun estirado en la mesa, ladeado y con la cabeza medio girada. Alcanza uno de los papeles y juega con este—. Huele bien. Está en todos lados. Incluso en mi cama.

—Me duermo donde me muera. La usaba a veces.

—No importa, huele bien.

Hace una mueca. Jungkook dijo eso sin querer, inconsciente de lo que está soltando que Yoongi e asegura de hacer a un lado por su bien y el de Jungkook. Vale que sus estaturas y proporciones son similares, no obstante, sigue siendo mayor que él. Incluso puede ser más pesado de lo que aparenta. Más brusco. Más destructivo.

Por esta clase de cosas llenas de sentido un adulto no puede estar con un menor de edad.

— ¿Hay algo que quieras? Dudo que te guste estar sin hacer nada.

—si hago. Veo televisión, ordeno tus pastillas para que no se confundan, también dibujo.

Antes de quejarse con respecto a lo de su medicamento guarda la información del dibujo. Si lo ha visto manchado de grafito, pero no sabía que lo hacía realmente. Podía ser cualquiera cosa. Niega con la cabeza. Tal vez pueda ingeniarse algo con ello. Será después. Por ahora, está cansadísimo. Estado natural en realidad. Quiere ir a dormir.

. . .

—Sonambulismo.

Ve hacia abajo, dónde está la cama y dónde está Jungkook acostado como si fuese la suya, abrazando el cumulo inútil de almohadas sobre el colchón. Da un bufido. Fue una buena noche para dormir colgado al techo recubierto en sus alas. Estira una, dando toques a la mejilla de Jungkook.

El adolescente guiña los ojos y atolondrado no hace sino acomodarse más en la cama, dispuesto a dormir un par de horas más. Da más toques y Jungkook gira y gira hasta caer al piso. Para sorpresa y momento cómico de Yoongi el menor sigue dormido. Imposiblemente acomodado para dormir plácidamente. No aguanta reírse, agitando las alas sin querer y balanceándose en dónde está. En consecuencia, Jungkook despierta y mira arriba.

Da un chillido ¿Qué es esa mierda negra guindando del techo? ¡¿Es un...?!

—Ah, es Yoongi. —Balbucea subiendo la cabeza a la cama.

— ¿Qué haces en mi cuarto?

— ¿Tu cuarto?

Ve a los lados y no hace sino bostezar. No es su habitación.

—No recuerdo haber venido aquí.

—Yo menos. Sin embargo, ya me apestaste la cama.

—Huele muy bien. —ronronea con un hilo de voz.

—si eso quieres creer.

Jungkook lo analiza. La manera en que puede arroparse a sí mismo con las alas es fenomenal. Apenas queda un poco del pie al descubierto. Levanta, apoyándose con las alas y da suaves aleteos a Yoongi con ellas. Las plumas blanquecinas caen a la cama. Similar a un pozo enorme. Arruga la nariz, con una amplia sonrisa.

—Yoongi es genial.

Su afirmativa viene de lo impresionante que es dormir así. Yoongi niega con la cabeza. La modorra está volviendo loco al niño— ¿Puedo abrazarte? —cuestiona de repente. Vuelve a negar, con solo sus ojos siendo evidentes. El cabello colgando deja la frente al descubierto.

—A veces... Cuando despertaba a mitad del día Jimin estaba en su cuarto, también Hoseok. Podía abrazarlos para dormir mejor—explica con voz lenta—. No recuerdo que me decían, pero... Los extraño mucho... de verdad los extraño.

De la nada inicia el llanto. Yoongi entra en pánico. Sin saber que hacer. Baja a la cama, donde Jungkook se cubre medianamente con las alas. Estira una de las suyas, capaz de arropar al Avia.

Por fortuna, eso fue suficiente para que no lloraratan fuerte, más no tanto para que pare.

Noctuis | YoonKook || BOOK 2#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora