Fueron necesarios tres jodidos hombres para impedir que se arrancara las esposas y golpeara a Deku con toda la rabia del momento. No era posible. Se negaba a aceptar que lo encerraran por la puta mentira de su ex. Pero era así, ¿no? Izuku siempre conseguía lo que quería; le había bastado con la estúpida mirada de cordero para ganarse a sus viejos, y ahora conseguía mandarlo a la prisión con un par de lágrimas falsas que enternecían al juez. Los poderosos eran todos imbéciles.
Un guardia alto, mucho más corpulento que el debilucho anterior, llegó para tomar el control de la situación. Lo enmanilló con unas esposas dobles que pesaban como el diablo. Katsuki le mostró los dientes cuando lo agarró de los hombros y lo condujo al exterior. Lo metieron en un coche. Nadie hablaba. Se oían voces amortiguadas en la radio cada pocos segundos, órdenes gritadas por policías y comunicaciones que todo el mundo ignoraba. ¿Por qué seguían? Que se callaran, que se callaran de una puta vez.
Pasó media hora hasta que el coche aparcó frente a un edificio gris, apagado, asquerosamente deprimente. Le daba náuseas reconocer que su vida era exactamente así. Un pozo en el que no dejaba de hundirse. No había cambiado desde que se dejó seducir por la sonrisa de Deku. Después pasó lo de su hermana Melina; la condenada seguía metiéndose en sus sueños todas las noches. La detestaba. Y ahora, la puta prisión de mierda. ¿Acaso podía joderse más? Estaba harto.
El guardia de hombros anchos lo arrancó de su asiento y lo empujó con fuerza para que avanzara. No le sirvió de nada insultar y maldecir; ese hombre era más imperturbable que una roca.
Abrieron una pesada puerta de hierro que chirrió. Al otro lado estaba oscuro. Katsuki hizo un último intento de golpear a quienes le rodeaban, pero el malparido del guardia lo agarró de los hombros. Apretaba tan fuerte que le hacía daño y apenas podía sacudirse sin dislocarse un hombro, con lo que sólo se enfureció más.
—Suéltame, maldito comemierda —gruñó rechinando los dientes. Uno de los acompañantes se encogió ligeramente, pero el uniformado no se dignó a mirarle siquiera—. ¡Cuando salga de aquí voy a matarte!
Estaba fuera de sí. Ya no le importaba Deku, sólo quería alejarse de la inmundicia que ahora lo arrastraba al interior de la prisión. ¿Siete años? No pensaba perder allí siete putos años de su vida.
Los pasillos que recorrían tenían puertas metálicas a ambos lados. Pese a su enfado, Bakugou terminó sumiéndose en el silencio del lugar. Era un espacio imponente. De repente se le ocurrió que quizás no volvería a ver el cielo hasta que terminara su condena y le pareció más difícil respirar.
Movió el cuerpo impulsado por el odio y el miedo, tratando de librarse como fuera. Si lo soltaban aquí, aún podría correr hacia la salida y esconderse en cualquier lugar. Tenía que escapar... Tenía que hacerlo, maldita sea. Pero su hombro crujió. Una ola de dolor intenso le subió por el cuello y gritó, y maldijo, aunque no sirviera de nada.
No podía contra el guardia.
Su voz retumbó en el pasillo vacío, cargada de impotencia que trataba de esconder en cada insulto, en cada amenaza. Apenas hacía dos años que había llegado a la edad adulta. Acababa de empezar una carrera de robótica en la universidad. Quería terminarla, trabajar, ganarse la vida, incluso si era una mierda. ¿Sus viejos se enterarían de dónde estaba? ¿Les importaría?
Claro que sí, les confirmaría que siempre habían tenido razón respecto a él. Su madre era capaz de escribirle a la gorda de Inko disculpándose por lo que les había hecho pasar. Ella y su padre adoraban a Izuku, ¿y por qué no? Todo el mundo lo hacía. Amaban su inocencia, que fuera educado y se emocionara con facilidad. Se creían su jodido teatro porque no habían vivido con él.
No sabían lo que era encontrárselo teniendo sexo con un extraño cada día al llegar a casa. El maldito esperaba a que faltara poco para su llegada antes de empezar, por el simple placer de sentir su sufrimiento. Disfrutaba de ello. Oh, el condenado lo había visto hacer esfuerzos para no llorar, golpear las paredes de frustración; lo había visto perder los papeles y tirar objetos que le importaban con rabia. Y aun así, nunca había sido capaz de darle a Deku su merecido.
Lo amaba, de verdad lo había amado. Tanto que escuchaba sus excusas después de cada pelea y se lo perdonaba todo. Era tan fácil decirse a sí mismo que era su culpa por no estar suficiente a su lado. ¿Cómo aceptar que el niño bonito de ojos brillantes era una hiena retorcida y cruel? No podía.
Ni siquiera cuando lo dejó porque no aguantaba más sus sentimientos habían cambiado. Tampoco al empezar el juicio. Nunca.
Pero ahora era innegable. Este lugar oscuro en el que todos le odiaban sería su nuevo hogar; una prisión para los peores capullos, violadores, asesinos. No es que le hubiera importado tener amigos en algún momento de su vida, pero la idea de estar solo en medio de tanta oscuridad hacía que su corazón latiera con una fuerza que opacaba cualquier sonido.
Y todo era culpa de Deku.
Deku había ganado.
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Libertad entre rejas [BNHA: Todoroki × Bakugou]
Fanfiction❝Se equivocó al confiar en Deku, por la jodida mierda que sí. Sabía que la inocencia de sus ojos era pura fachada. Después de todo, había estado con él por dos años. Y aun así se dejó engañar.❞ Katsuki entra a la prisión resuelto a no repetir los er...