06 | Trono de mentiras

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Monoma —así le habían dicho que se llamaba el tipo con pelo de mantequilla— encabezaba la comitiva. No estaba seguro de cómo habían pasado de ser tres a un jodido grupo numeroso, pero detrás de ellos iban casi todos los reclutas de la prisión. Dabi, a su lado, no había rebajado su sonrisa torcida desde hacía rato. Los malditos perros que los seguían también estaban sonriendo, como si fueran a ver alguna clase de espectáculo entretenido. Su actitud lo reventaba. Quería darse la vuelta y romperles la mandíbula. ¿Cómo sonreirían entonces? ¿Ah?

Atravesaron el primer pasillo lleno de celdas (el pasillo de mierda en el que estaba la suya) y llegaron a unas escaleras que bajaban. Monoma lo empujó para que pasara primero. Katsuki gruñó. De verdad deseaba matar a ese bastardo pedante que se había atrevido a empujarle. Sus ojos de loco lo enfurecían hasta un punto ilógico, pero no estaba para ponerse racional. El cabrón de Monoma lo había empujado.

Se volvió dispuesto a gritarle lo que pensaba de su actitud de mierda y se topó con la sonrisa de Dabi. El mayor había bajado detrás de él, interponiéndose a lo que fuera que quisiera hacerle a Monoma. Maldijo entre dientes, irritado y furioso con el mundo, antes de seguir bajando, pisando los escalones con rabia.

Dabi le indicó que se detuviera dos plantas más abajo.

—Es aquí.

El grupo que los seguía ya había acabado de bajar. Aunque no tuviera ni puta idea de qué iba a pasar, percibía el ambiente tenso y la expectación de los reclutas. Incluso la sonrisa de Dabi era menos afilada que unos minutos antes. El único que se desenvolvía con la misma forma de ser estúpida era Monoma, que dio dos pasos hacia el final del pasillo y agitó los brazos.

Katsuki empezaba a pensar que el quererlo muerto era un deseo compartido con todos los de allí. Nadie podía soportar a un sujeto tan molesto.

—¡Shoto! —gritó el cabrón rubio en dirección a la oscuridad—. ¡Ese quiere que te lo cargues!

—¿Qué mierda? —masculló Katsuki.

Los demás se echaron atrás con respeto, agrupándose en la parte del pasillo que quedaba a su espalda. Pudo ver a dos carceleros entre los presentes. Ninguno de ellos hizo nada para detenerlos; era casi como si estuvieran acostumbrados a aquella situación. ¿No iban a moverse? Putamente mejor.

Una silueta se hizo visible entre las sombras. Entornó los ojos para ver bien sus rasgos: era un chico delgado, poco más alto que él. La mitad derecha de su pelo era de un color muy claro que lo puso de mal humor. La otra mitad era roja, jodidamente roja. ¿Quién coño se tiñe una mitad del puto pelo? Y además con el condenado color rojo.

El chico se había acercado lo suficiente para que le llegase una cantidad mínima de luz. Pasó la mirada por el grupo y la detuvo en Bakugou, inexpresivo.

—¿Es necesario? —hizo, con un deje de cansancio.

Dabi se había colocado a su lado. Bajó un poco la cabeza para murmurarle al oído, erizando su piel:

—¿Querías que no jodieran? Prueba a derrotar al rey.

Katsuki frunció el ceño. Le importaba una maldita mierda la advertencia anterior de Dabi; ya había derrotado al cabrón engreído del patio y era evidente que podía con ese chico. Su cuerpo delgaducho parecía hecho para que lo partieran de un puñetazo en el estómago. Miró a su alrededor. A pesar de su aspecto, todos aquí lo respetaban. ¿Qué mierda habría hecho para que lo miraran así? Resopló, tratando de controlarse. No debía precipitarse, no, jodidamente no. Pero cada músculo de su cuerpo estaba deseando golpear.

Libertad entre rejas [BNHA: Todoroki × Bakugou]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora