Libertad entre rejas [BNHA: Todoroki × Bakugou]

20 | Oculto en la sombra

Joder con lo fría que estaba. Katsuki se estremeció bajo el chorro de agua helada que salía de las duchas de aquella prisión de mala muerte, más molesto de lo que habría tenido sentido por la imposibilidad de lavarse a una temperatura soportable. Había algo que lo había estado irritando desde hacía un par de días, cuando lo asaltó la consciencia de que los guardias no los trataban a todos igual. No; el nombre de Rey de la Prisión no le había sido dado al jodido bastardo mitad-mitad sólo por sus capacidades en pelea, sino que describía a la perfección, también, el trato que se le daba en aquel recinto.

Y no era que no lo mereciera, por dos cojones que no estaba diciendo esto. Asesinar a su padre había estado justificado y deberían darle un premio por haber librado al mundo de aquel sujeto repulsivo en vez de tenerlo encerrado allí, pero era como estaban las cosas. Si se había ganado el afecto y el respeto de las ratas de los guardias, bien por él.

Lo que ocurría era que, pasadas las primeras semanas de euforia con Shoto, cuando empezó a calmarse la sensación de incredulidad porque, joder, se encontraba protegido por el hombre que había creído tener que derrotar, vino el darse cuenta de que no tenía más derecho a ese trato el condenado rey que él. Todoroki Shoto por lo menos había asesinado, había cometido el crimen de verdad; ¿qué mierdas pasaba con la falsa acusación de Izuku? Shoto había estado muy encantador con sus risas y sus flirteos y todas sus mierdas, ¿pero cuándo había hecho uso de su poder para enseñar a los carceleros que no era el único angelito dorado allí?

Tres semanas y media dependiendo de él para tener más libertades o para que no se lo cargaran cada vez que se metía en un puto problema; aquello sí que eran vacaciones. Con un tirón brusco se arrancó otra costra de suciedad del cuero cabelludo. Ir a prisión y acabar dependiendo de alguien más por primera vez en la vida. Lo asqueaba. Quería irle al rey de la prisión, escupirle a la cara y decirle que ya no lo necesitaba más. Dios, destruiría aquella relación cien veces con tal de volver a sentirse dueño de sí mismo.

Dabi le dio un golpecito al hombro; Katsuki estuvo cerca de devolverle un puñetazo.

—¿Qué? —espetó de mal humor.

Cuando por fin se volvió para encararlo, con el ceño fruncido y unas ganas crecientes de reventarle la mandíbula si lo había molestado sin motivo, aquella sonrisa de gato bailaba en los labios del muy psicópata. Hizo un gesto apenas perceptible en dirección a la puerta:

—Detrás de ti. El rey se ha dignado a presentarse. —Su sonrisa mostraba unos colmillos afilados y amarillentos por la basura con que los alimentaban allí. Si es que en algún momento habían sido de otro color. Se agachó para ponerse a la altura de Bakugou y ronroneó—: Su primera vez lavando este sagrado culo con el resto de nosotros. Qué honor. Puede que le pida un autógrafo; ¿crees se dignaría? ¿Si se lo pides tú?

Katsuki se lo sacó de encima con un manotazo y huyó de su risotada. Shoto, todavía vestido, lo esperaba cerca de la puerta. Tenía esa sonrisa suave que le encendía los ojos siempre al mirarlo, y Bakugou, muy a su pesar, perdió la fuerza del enfado tan pronto como las facciones lisas de Shoto se relajaron en gesto de reconocimiento.

—Tienes la cabeza llena de jabón —comentó el bastardo perfecto, riendo entre dientes. Los suyos sí que eran blancos—. ¿Interrumpo?

—Sólo si no entras. Tengo una ducha excelentemente fría para compartir.

Shoto movió la cabeza, divertido por lo directo de su ofrecimiento, pero acabó de entrar en la habitación. Sus ropas quedaron enseguida salpicadas por las doce duchas del lugar.

—No venía a ducharme, pero puedo disfrutar la conversación mientras terminas. —A Bakugou no se le escapó la chispa pícara que le iluminaba los ojos. Enarcó las cejas y Todoroki Shoto sonrió antes de admitir—: La conversación y las vistas.