Capítulo 18

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CAPÍTULO 18

Unos cosquilleos húmedo se anuncian en los huesos de mi cadera, hago un mohín. No quiero levantarme.

Me retuerzo hasta quedar boca bajo con la esperanza de desvanecer aquella extraña humedad, demora unos segundos la constante intromisión, esta vez, le remplaza un par de extremidades heladas jugando con los hoyuelos de mi espalda. No por favor, quiero seguir dormida.

— Vamos, abre esos ojitos para mi. – el aliento varonil choca contra mi espalda baja y siento un leve escalofrío al recorrerme en las sábanas.

Vuelvo a renegar pero esta vez aceptando mi destino, no creo que me deje en paz si no me despierto por completo. Me acomodo quejándome, como una niña que esta decidida a no ir al prescolar, hasta quedar con la espalda totalmente extendida en el colchón. Sus ojos verdosos, vividos cual bosque en pleno resplandor taladran mi rostro adormilado, que hermoso. Son las siete de la mañana y sus labios ya están entintados de un rojo carmín inexplicable. Volviendo a la realidad hago conciencia de que solo tenemos dos horas para alistarnos e ir a la universidad.

— Buenos días, Hattie.– me muestra una sonrisa que arrasa con mi corazón.— ¿Te he dicho lo mucho que me encanta que el color de tus ojos sea lo primero que veo por la mañana? 

Me sonrojo bajo su cumplido. Me gusta el romanticismo matutino con el que carga.

— Buenos días a ti también, Tarzan.– digo sonriente enrollando entre mis dedos uno de sus largos rizos que cae por su rostro.

— Me gustas cuando amaneces juguetona.– da un beso en mi mano. Juega un poco con la cadena que me regaló en mi cumpleaños. Es preciosa y desde ese momento no me la he quitado mas que para bañarme. — Necesito que me ayudes en la cocina, quería hacer de desayunar pero no me siento cómodo en territorio desconocido.

Suelto una risilla aniñada al ver su gesto lleno de vergüenza. Lo tomo de ambas mejillas y deposito un sonoro y fuerte beso en sus labios antes de despertarme por completo y dirigirme a la puerta.

— Hattie... – lo oigo llamarme y volteo. Me encuentro con una mirada curiosa.— ¿De qué color son tus ojos?

Lo miro con una mezcla de diversión y confusión. ¿A qué se debe la pregunta inesperada? Hace poco estábamos hablando del desayuno.

— No lo sé.– me enojo de hombros.— Es una mezcla entre azul, verde y gris. - me debato unos minutos antes de responderle con una sonrisa. — Son verdes.

Sonríe. Sin nada más que decir, bajo a la cocina para hacer un desayuno decente para ambos.

Me gusta tener la compañía de Harry en mi casa, se siente extrañamente familiar. Como si lleváramos años de conocernos y esta confianza fuera cotidiana. Jamás me había sentido tan confiada de que alguien estuviera interrumpiendo mi espacio personal, procuraba evitar que se involucrarán más de lo necesario y ahora solo bastaba con que el hombre que tengo en mi habitación me dedicara una sonrisa para yo ponerme de rodillas en cuestión de dos segundos. El castaño es una excepción, no pude prever en que momento se adentró tanto a mi que ahora si lo pensaba más a detalle; seguramente estaría decepcionada de su partida. Lo amaba y si se iba, jamás iba a poder recuperarme de nuevo, porque Harry Styles ya me tenía a su merced para moldearme y manejarme a su antojo. No iba a ser yo misma el día que quisiera irse y tenía miedo de que eso pasara. Yo no quería estar lejos de él.

Hago y deshago en la cocina para poder preparar un desayuno decente, caliento el agua para preparar unas tisanas y meto el pan en la tostadora. No tengo idea de que preparar para desayunar y con el fin de no complicarme la existencia en la cocina; decido que lo mas fácil es lo simple.

Tropiezo. | H.S |. #Wattys2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora