#1 Venganza.

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Escuchaba murmurós sobre mi por toda la casa “pobre niña”, “tan sola”, “si tan solo no hubiera nacido”. Mi propio padre me culpaba por la muerte de mi madre, crecí con odio hacia él hacia todos y todo, mis compañeros eran un fastidio y todo era un asco.

Cuando cumplí los 15 le pedí a mi padre que por favor, me dejara viajar a otra ciudad; se negó rotundamente y jamás volví a pedirle nada, estaba harta de todo, como un hombre que en tú vida jamás te considero en lo más mínimo, te desprecio y para nada le importas te pueda negra tu libertad, amarrandote a una vida miserable y triste. Ahí fue donde todo lo que tenía guardado en mi corazón brotó en mi mente, quería acabar con él, me humilló, despreció y abondono toda mi vida para que no quiera dejarme libre.

Empecé a planear por semanas y comenzó mi venganza; todos los viernes sin falta ese hombre iba a un bar en los bulevares más turbios de la zona y no regresaba hasta el siguiente día por la mañana, me escape a media noche vistiendo un traje negro con gabardina, sombrero y guantes blancos. Lo segui hasta el bar donde usualmente iba, lo espere entre las sombras y al fin salió a media noche borracho cayéndose, lo apoye en mi y lo lleve a una vieja cabaña que de niña había encontrado, lo recosté en una cama vieja a esperar que se durmiera un poco lo ate, amordase y al final tome una cubeta con agua y lo moje con ella.

–Que demonios– dijo el hombre despertando y con dificultad.

Me miraba con enojo y nerviosismo, me pasé al lado de él donde había una mesa alta con algo sobre ella, tomé un cuchillo y lo mire fijamente; sin pensarlo dos veces lo clave en su abdomen, este se sobresaltó por el dolor y dejó escapar un chillido junto con algunas lágrimas. Me pareció tan patético y gracioso que tuve que hacerlo una vez más para confirmar aquel gemido de dolor, lo hice una vez más y otra vez más; el hombre estaba  retorciendose y llorando a modo de súplica ya a punto de desmayarse de dolor, sus heridas no eran tan mortales pues había estudiado algo de anatomía humana para esta ocasión, entonces descubrí mi cara y como si hubiese mirado al mismísimo lucifer me observó, me acerque a él y le dije...

–¿Últimas palabras papá? –

No hubo respuesta de este, me acerque más y coloque el cuchillo en su garganta, con todo el odio y mis fuerzas lo deslicé sobre su cuello abriéndole la garganta, salpico sangre por todas partes.

–Vaya, se sintió mejor de lo que esperaba– hable para mí misma.

Deje el cuerpo tendido en la cama y me dirije a la chimenea que con anterioridad ya había prendido. Me quite el traje quedando en ropa interior y lo lancé al fuego junto al cuchillo, cambie mis ropas por un vestido blanco y deje la escena.
En la mañana siguiente me levante de tan buen humor camine al comedor para ver que iba a desayunar, las mucamas no dejaban de murmurar entre ellas creyendo que no las escucharía...

–El señor no ah vuelto, eso es raro, todas las mañanas vuelve temprano antes que la srta.___ despierte.

Yo solo las ignore y me puse a desayunar tranquilamente, después de todo muerto o no así era la vida que tenía. Tardaron una semana y media para encontrar el cuerpo y ninguna evidencia del asesino, la última vez que se le vio fue a fueras de un bar acompañado por un tipo de estatura mediana, descartando así la posibilidad de una mujer, mi padre tenía muchos enemigos así que varios pensaron que esa fue la causa, otros que tenía alguna amante vengativa.
Organizamos el funeral con una misa cristiana a, todos sabían que mi padre y yo no éramos muy unidos así que nadie se extrañó de que no reflejará tristeza.

Por ti. (Alastor x tú). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora