Cap. 1

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Sakura Kinomoto, una chica de 18 años con cabello corto y castaño, ojos color verde como las esmeraldas que los adornaban unas pestañas largas y tupidas, cuerpo que muchas de sus compañeras envidiaban, pero con una amabilidad y gentileza que la hacía destacar.

Ella estudiaba en la Universidad de Tomoeda, su padre era empresario, así que a diario conocía gente importante o con mucho dinero, eso a ella no le importaba, lo que le parecía asombroso era la Psicología Forense, una carrera que muy pocos conocían, pero que a ella le parecía fascinante.

Un día su padre le presentó a un colega muy importante, Yue Tsukihiro, un joven de 25 años que a primera vista le pareció un hombre imponente, pero poco a poco le pareció un hombre muy atractivo y amable.

-Buenas tardes, mi nombre es Yue, un placer conocerla.- dijo mirándola a los ojos.

-Buenas tardes, soy Sakura, un placer. - dijo perdida en esos ojos que parecían plata pura.

-Tienes unos ojos preciosos, Sakura, tanto que parecen piedras preciosas.-

-Tú también tienes bonitos ojos.- respondió en un hilo de voz, tratando de ocultar su nerviosismo.

Desde esa ocasión, Sakura quedó encantada con Yue, platicaba a diario con él, le parecía el chico más atractivo y Yue parecía no ser indiferente.

Poco a poco su relación pareció ser cada vez más seria, llegó a la casa de Sakura a pedir permiso para ser el novio formal, su padre aceptó ya que lo tenía en alta estima, Touya, el hermano de Sakura, no estaba de acuerdo ya que para él tanta amabilidad era solo una fachada, pero terminó resignado a la decisión de su hermana menor.

Mientras los años pasaban Sakura parecía la mujer más felíz del mundo, se sentía plena al estar con Yue, todos admiraban su relación ya que ambos parecían muy maduros pero muy enamorados.

Después de dos años de relación sucedió lo que para todos parecía inevitable, Yue pidió la mano de Sakura, a su padre le pareció que aún era muy joven para contraer matrimonio, pero ante la insistencia de Sakura y Yue, terminó cediendo.
Touya no parecía nada contento con ese matrimonio, pero al igual que años atrás solo le quedó resignarse ante la decisión de su hermana.

La boda se celebró en grande, Sakura usó un vestido precioso hecho especialmente por su mejor amiga Tomoyo Daidouji, todos celebraron junto con la felíz pareja y les dieron sus mejores deseos.

Era hora que Sakura dejara de ser Kinomoto para convertirse en la Señora Tsukihiro y ella estaba encantada con la idea.
Se mudó a la gran casa de Yue, era de un color beige y por supuesto era enorme, tenía un jardín precioso y por dentro era muy elegante, había candelabros y unas escaleras enormes que le daban un toque especial a la gran sala.

Todo era como un sueño hermoso, nada podía salir mal, la noche de bodas también fue para ella inolvidable, todo fue perfecto como sacado de un cuento de hadas.

¿Por qué se dice como si todo hubiera acabado? Porque así fue.

Al paso de un año Yue decidió que era el momento de formar una gran familia, ya que era su sueño, Sakura no estaba muy convencida ya que apenas iba a acabar su licenciatura en Psicología y aún le faltaba la especialidad en Psicología Forense, pero aún así quiso darle el gusto a su amado esposo.

Una... dos... tres pruebas de embarazo, una tras otra negativa, pero seguían intentando, mes tras mes hacían la prueba, pero nada.
Cansado de no tener resultados, Yue decidió llevarla con un doctor para que le explicara el por qué no había quedado ya embarazada.

Después de muchos estudios y pruebas médicas, todo arrojó que Sakura era estéril, esto les calló como un balde de agua fría, Yue no podía creerlo y cobardemente culpó a Sakura, esta estaba devastada, más aún por lo que su amado esposo pensaba de ella.

Todo se fue cayendo en picada, Yue cada vez hablaba menos con Sakura, tanto que ya dormían en habitaciones separadas, no volvió a tocarla ni una sola vez.

Ella se dedicó a terminar sus estudios pero ya no hizo la especialidad.

《¿Qué ironía no? Haber estudiado Psicología y estar hecha una mierda psicológicamente.》 Pensaba Sakura para sus adentros.

Lo único que la animaba un poco era visitar a su padre de vez en cuando, su hermano ya se había casado e incluso ya había tenido un hijo, era su adoración, pero él también había tenido que mudarse ya que le habían dado un puesto en un hospital de otra ciudad.

Todo a su al rededor parecía estar bien, ella aparentaba seguir siendo la esposa amada y afortunada de el gran empresario Tsukihiro, ponía miles de excusas para explicar el por qué su esposo ya no la acompañaba a todos lados, ella siempre decía que estaba ocupado con sus negocios.

Yue pasó de estar mal a peor, culpaba a Sakura por ser estéril, diciéndole que de haber sabido jamás se hubiera casado con ella, que ya no servía como mujer. Se refugió en otros brazos, tenía amantes y no se preocupaba en ocultarlo, pensó que se merecía estar "con mujeres de verdad."

Al poco tiempo su pecado le hizo pagar su penitencia, pensaba que Sakura le iba a pagar con la misma moneda, que se iría a brazos de otros hombres y empezó a tener celos enfermizos, ahora ya no la dejaba salir a ningún lado, le prohibió salir de la casa y dejó guardias que custodiaban la puerta.

Ahora Sakura no iba a salir si no era con Yue, por supuesto, solo para aparentar ser el matrimonio perfecto ante sus colegas de trabajo, de ahí en fuera no se dirigían la palabra.

Sakura pensó que nada podía estar peor, era prisionera en su propia casa y su captor era su propio esposo.

Pero sí, sí podía estar peor.

Cada vez más enfermo de celos, Yue se imaginaba que Sakura coqueteaba en frente de él con sus colegas, cuando ella sólo era amable, todo se fue al carajo cuando la aventó al piso apenas cruzaron la puerta de la casa.

-¿Qué diablos crees que haces? Te atreves a coquetear con mis colegas en frente de mi.- dijo mirándola en el piso.

-¿Estás loco? Yo jamás haría eso, aunque tú sí sales con esas cualquiera sin pudor alguno y yo jamás te he reclamado nada.- respondió Sakura tratando de parecer fuerte y poniéndose de pie.

-Lo hago porque ellas sí son mujeres, no cómo tú.- la miró de forma despectiva, haciéndola sentir inferior.

-Entonces supongo que yo también debo de salir con verdaderos hombres, no como tú. -

Sólo dijo eso y Yue le dio una bofetada en la cara tan fuerte que la devolvió al piso, no podía creerlo, corrió a su habitación y se encerró para llorar a mares por muchas horas.

Yue, pensando en que ella querría escaparse, mandó a poner más seguridad en las puertas, quitó todos los teléfonos y por supuesto, también le quitó el móvil a Sakura dejándola completamente incomunicada con el mundo exterior, solamente salía cuando acompañaba a Yue, y por supuesto, este siempre la tenía controlada.

Ya nada era como antes, ya todo se había ido a la mierda por ser estéril, ya no podía hacer nada, su voz ya no valía nada.

Lo único que le quedaba era su belleza que destacaba entre las demás, pero eso también parecía ser una tortura, ya que hacía empeorar los celos enfermizos de Yue, causando que la golpeara cuando un hombre la veía.

Ya nadie podía cambiar su destino, morir sola encerrada en esa maldita jaula de oro, ¿O sí?

Dulces cicatrices. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora