Cap. 12

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Tiempo después de el amanecer Sakura y Syaoran dejaron de abrazarce, el castaño volvió a su tienda para que Eriol no lo molestara con su imaginación retorcida, pero en el fondo estaba muy felíz por lo que había pasado por la noche y parte de la mañana, sin duda era como un sueño hecho realidad.

Sakura también se sentía muy enérgica y felíz, aunque no quería aceptarlo, el platicar con Syaoran y haber pasado pequeños momentos con él le hacían muy felíz, a pesar de pensar que estaba mal lo que estaba sintiendo no podía detener esos latidos agitados que sentía por causa del castaño.

Un par de horas después todos habían despertado, se levantaron a preparar un desayuno rápido y tiempo después se adentraron al agua nuevamente por última vez.

Syaoran no podía apartar la vista de Sakura, tal y como el día anterior, el verla con el cabello mojado, la ropa pegada al cuerpo, su bella sonrisa divertida, y sus ojos ligeramente enrojecidos por el agua hacían que sintiera una dolorosa, lenta y fabulosa tortura, una tortura de la cual no quería huir.

-Es hora de irnos.- Anunció Eriol sacando de su embelesamiento a Syaoran.

-¿No podemos quedarnos un poco más?- dijo Chiharu haciendo un pequeño puchero.

-Tenemos que ir a nuestras casas, mañana es día laboral y tenemos que estar en las mejores condiciones ¿Verdad Jefe?- preguntó al castaño.

-Asi es, lamentablemente tenemos que irnos, ya saben, aún puedo despedirlos.- agregó bromeando.

-Bueno, no queda de otra.- dijo Sakura dedicándole una sonrisa.

Todos salieron del agua y se alistaron para irse, fue una tarea muy difícil volver a guardar todo, en especial las tiendas de campaña, pero al final ganaron la guerra.

-¡Hasta mañana, Chicos!- dijo Sakura agitando la mano en el aire.

-¡Hasta mañana!- respondieron los dos matrimonios de la misma manera mientras se adentraban a sus autos.

-Estoy agotado.- dijo Syaoran una vez que ambos estuvieron dentro de su auto.

-Yo igual, aunque realmente fue divertido. - respondió Sakura con media sonrisa.

-Sin ninguna duda, quizá deberíamos de salir más seguido, ¿no crees?- agregó Syaoran mientras encendía el auto y lo ponía en marcha.

-Me encantaría, pero supongo que Eriol y Chiharu tienen cosas más importantes que hacer, también tú. - dijo Sakura con la mirada perdida en la carretera.

- No dudo que ellos también se hayan divertido mucho, si bien tenemos cosas importantes que hacer, no esta mal de vez en cuando darnos una escapada.- dijo giñandole a la castaña.

Sakura no respondió, solo le dedicó una gran sonrisa, aunque por dentro esos pequeños gestos hacían que su corazón quisiera salirse de su pecho.

El camino a la casa de la ojiverde fue muy tranquilo y relajante, Sakura había reclinado su asiento para intentar dormitar un poco, realmente estaba muy cansada de nadar, sus músculos necesitaban algunas horas de descanso.

Syaoran puso música para amenizar el ambiente, mientras sonaba la canción de All of Me se dedicó a ver por unos segundos a la castaña que tranquilamente dormitaba a su lado, no pudo evitar pensar que realmente le gustaba, quería protegerla de todo y de todos, pero las dudas agolpaban su corazón en unos momentos.

《¿Algún día serás capaz de verme como algo más que un simple amigo?》

Sentía como su pecho se hundía de un sentimiento de tristeza, no quería perder la amistad que tenía con Sakura, pensó que quizá era mejor dejar las cosas como estaban, pero se dio cuenta de que la belleza de la castaña sin duda atraería a más hombres, no sabía si podía ganarle a Yue en su corazón, pero sabía que tampoco sería capaz de ocultar sus sentimientos por mucho tiempo.

Casi sin darse cuenta llegó a la casa de la castaña, esta no se dió cuenta ya que seguía hundida en sus sueños, Syaoran sonrió al verla tan tranquila, realmente parecía un Ángel.

-Sakura... Vamos, ya es hora de despertar.- dijo tocando su hombro levemente, pero a cambio solo recibió un quejido de disgusto.

-Sakura, ya llegamos a tu casa.- dijo nuevamente, y al fin tuvo respuesta.

Sakura entreabrio los ojos lentamente, pero después los abrió grandemente sorprendida por haberse quedado dormida en el auto de su Jefe.

-Lo siento.- dijo apenada reacomodando su asiento.

-No pasa nada, vamos, tenemos que bajar tus cosas.- dijo y salió de su auto rodeandolo para a abrirle la puerta a Sakura.

-Vaya, Señor Li, que caballeroso. - dijo fingiendo sorpresa.

-Es mi naturaleza, Señorita Sakura.- dijo tratando de sonar divertido.

Syaoran bajó la maleta de Sakura y la caja de cosas mientras la castaña abría la puerta, por momentos sus ojos se desviaban a su cuerpo, quizá era la última vez que podría verla vestida así, inconscientemente quería aprovechar como un idiota pervertido.

-¿Quieres comer algo? Puedo preparar algo para los dos. - dijo Sakura finalmente.

-Me encantaría pero no puedo, debo ir a la empresa por unos documentos importantes. - respondió con media sonrisa.

-Esta bien, entonces nos vemos mañana, Syaoran.- dijo recargada en la puerta.

-Hasta mañana, Sakura, cuídate y descansa.- dijo sin apartar su vista de los ojos verdes que le gustaban tanto.

-Gracias por todo, Syaoran.-

Solo le dedicó una sonrisa y salió de la propiedad de los Kinomoto, si seguía más tiempo ahí viendo esos hermosos ojos verdes no podría evitar abrazarla, era mejor que se fuera.

Subió a su auto y manejo a la empresa, al llegar recogió los papeles que necesitaba y se dirigió a su casa, quería recostarse en su cama y pensar en ese hermoso fin de semana.

Al llegar así lo hizo, tomó una larga ducha y se fundió en su enorme cama, pensó y pensó en Sakura por minutos, quizá horas.

-Sakura, solo queda una semana para el juicio, una semana para que dejes de ser la Señora Tsukihiro... Sakura, por favor, quédate conmigo.-

Dijo a la nada, queriendo que a pesar de los kilómetros que los separaban ella pudiese escuchar sus peticiones en el fondo de su corazón.

-Señora Li no se suena nada mal, incluso se escucha perfecto, algo que no sé si podré lograr en años, quizá décadas, quizá nunca.-

Soltó un suspiro de Soledad con algo de tristeza, sabía que tenía muy pocas probabilidades de ganarse el cariño de la castaña, de ser así se conformaría con su amistad, pero en su corazón se estaba desatando un fuego que no había experimentado antes, el fuego del amor.

Dulces cicatrices. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora