Ya habían pasado exactamente dos meses desde que comenzó a trabajar para las empresas Li, estaba más que agradecida con su jefe por haberla elegido para este trabajo, si bien no era nada fácil, era mil veces mejor que quedarse en casa a escuchar las estupideces que decía su esposo.
Llego a la oficina llena de energía, no tenía mucho tiempo para salir a los alrededores pero en su descanso del día anterior fue a comprar pequeños postres para su jefe, Eriol y Chiharu, la recepcionista, ya que habían hecho una muy buena amistad, incluso la oficina parecía más sala de cuatro amigos que un lugar de trabajo, habian ocasiones en que la invitaban a salir pero ella obviamente se negaba, no podía darse ese lujo.
Le dio el postre a Chiharu, uno de vainilla con una cereza en el centro, dándole las gracias por trabajar con ella esos dos meses, también se lo dio a Eriol y por supuesto este la abrazo diciéndole que seguía siendo esa niña linda, pero no vio a Syaoran y le preguntó a Chiharu.
-Sigue en su oficina, llego temprano y no ha salido, al parecer tiene mucho trabajo.- dijo Chiharu dándole una sonrisa.
-Okay, entonces le daré esto a ver si se le alegra el día.- respondió Sakura amablemente y se adentró a la oficina del castaño.
Este estaba con sus manos enredadas en su cabello, como si algo le estuviera molestando, pero al notar que la puerta se abría se recompuso, vio a una castaña de ojos verdes que sin duda alguna le mejoró el día.
-Buenos días jefe, al parecer es un día difícil.- dijo Sakura con una enorme sonrisa.
-Así lo parece, ¿pasó algo?- dijo no apartando su vista de esos ojos verdes.
-Nada Syaoran, solo venía a entregarte esto, muchas gracias por dejarme ser parte de tu empresa.- dijo Sakura con las mejillas enrojecidas.
-Muchas gracias, Sakura.- dijo Syaoran tomando el postre de chocolate, pero no pudo evitar aprovecharse para rozar esos delgados dedos de aquella mujer que lo tenía hipnotizado.
Ante el toque ambos sintieron una sensación que se podría describir como una descarga eléctrica, sutil, suave, casi adictiva, pero era hora de ponerse a trabajar.
-Bueno, me voy a mi oficina.- dijo Sakura aún con sonrojo y salió casi presurosa por los nervios.
Syaoran no podía quitar la sonrisa que se había plasmado en su rostro, por Dios, parecía un adolescente a pesar de que ya era todo un hombre de negocios.
Todo pareció transcurrir normal en el día, incluso ya los 4 salían a comer juntos en la hora del descanso, para Sakura eso era el mismo cielo, hasta podía recordar las emociones que sentía cuando era una adolescente.
Cuando llegó a casa sintió escalofríos, no sabía el por qué, pero tenía miedo de entrar a esa casa que antes le parecía preciosa, pero ahora le parecía estar maldita. Vio a Yue sentado en la sala, ella trató de ir rápidamente a su habitación pero Yue se interpuso.
-Ahora que sucede.- dijo Sakura con tono de fastidio.
-¿Qué es esto?- dijo Yue mostrándole una foto de cuando Sakura y Syaoran fueron a comer el primer día.
Sakura abrió los ojos sintiendo que el miedo se apoderaba de ella, pero decidió hacerle frente.
-Eso pasó porque teníamos que hablar de unos neg... - ni siquiera pudo terminar de hablar cuando Yue le soltó una fuerte bofetada.
-¿Crees que soy ímbecil? Estoy seguro de que te acuestas con él, ¿no es así? No eres nada tonta, tiene mucho dinero. - dijo con una sonrisa macabra.
-¿Y tu quién te crees para golpearme? Sólo eres un maldito que se acuesta con sus mil amantes.- se levantó Sakura del piso.
-De ser así eso no te importa, yo decido que hacer y que no.- dijo mientras la agarraba fuertemente de ambos brazos.
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Dulces cicatrices.
RomanceSakura Kinomoto, una muchacha de 18 años hija de un gran empresario conoce a Yue, un colega de su padre. Se enamora y se casa con él, pero años después sucede algo que hizo que su vida fuera un infierno. ¿Seguirá Sakura sufriendo en un matrimonio in...