Cap. 6

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Arregló su maquillaje y se fue con los hombres de Yue a su casa, no sabía que le esperaba pero al menos sabía que al día siguiente acabaría su calvario.
Llegó y volvió a encontrar a Yue en la sala, de nuevo sintió escalofríos pero no se acobardaría.

-¿Qué tal te fue con tu amante?- preguntó Yue.

-¿De que rayos hablas? Yo no soy como tú. - dijo mirándolo a los ojos.

-Eso dices, pero de seguro Li cayó en tus enredos y seguramente te acuestas con él.-

-Sería afortunada si lo hiciera, porque él no es cómo tú, maldito bastardo.- dijo Sakura estallando en furia.

Yue aventó un jarrón que estaba a su lado con mucha fuerza y provocó un estruendoso ruido, Sakura se intimidó y comenzó a correr a su habitación pero Yue la tomó de los cabellos.

Syaoran y Eriol estaban afuera cuando escucharon el ruido, no lo pensaron y se adentraron en la propiedad de Yue.

-Tú ve por Sakura, yo me encargo de estos bastardos.- dijo Eriol golpeando a los hombres que trataban de detenerlos.

Syaoran corrió hacia la puerta y la derrumbó de una patada y vio lo que más temía ver, Yue estaba tomando de los cabellos a Sakura y apenas iba a propinarle un golpe, corriendo lo tomó del cuello de su camisa y lo empezó a golpear de manera salvaje mientras Sakura lloraba desconsolada.

Eriol entró con la camisa revuelta, y corrió hasta Sakura, supo que su mejor amigo no se iba a detener así que optó por sacarla de la casa y llevársela afuera.
La policía no tardó mucho en llegar, el mismo Syaoran entregó a Yue a los oficiales.

-Asegurense de que este bastardo no salga de la cárcel, o sufrirán las consecuencias. - dijo mirándolos con furia y los policías solo asintieron, sabían quién era Yue, pero también sabían quiénes eran los Li y por supuesto eran más poderosos.

Syaoran se acercó a Eriol y Sakura, la abrazó y la subió a su auto.

-Puedes quedarte en mi casa si quieres.- dijo Syaoran.

-Ya han hecho mucho por mí, no puedo molestarte más. -

-No es ninguna molestia Sakura, te lo aseguro.-

Sakura solo asintió, confiaba en Syaoran, algo en ella le decía que el no era igual que Yue.
Llegaron a una casa que era mucho más grande que la de su aún esposo, era la más grande que había visto en su vida, entraron y el jardín parecía sacado de un cuento de hadas, por dentro la casa parecía muy elegante pero muy acogedora, se sentía como un lugar tranquilo.

-No tengo ropa de mujer para dormir, pero puedes ponerte esto, es todo lo que tengo que podría más o menos quedarte.- dijo tendiendole una camisa y un short que se ajustaba.

-Gracias Syaoran, no tengo como agradecerte.- dijo mirando hacia el piso.

Syaoran no lo soportó más y la abrazó, duraron varios minutos abrazados, se sintieron tan relajados y tranquilos, en ese momento solo eran ellos dos, pero Sakura debía descansar.

-Anda, ve a ducharte y a dormir, y no olvides ponerte las pomadas.- dijo revolviendo el cabello de la castaña.

-Sí, Syaoran.- dijo con una sonrisa, la primera que había dado en todo el día.

-Mi habitación es la última del pasillo, búscame si necesitas algo, no importa la hora.- dijo haciéndola sentir tranquila y protegida.

Se instaló en una habitación que también tenía baño, era preciosa, tenia una cama muy grande, el baño también era hermoso y relajante. Llenó la bañera y se metió despacio, su cuerpo aún estaba adolorido, pero el agua tibia la hizo descansar, no supo cuánto tiempo duró en el baño, pero salió y se puso la ropa que le quedaba exageradamente grande, la pura camisa le quedaba como un corto vestido.

Secó su cabello y se adentró en las cómodas sabanas, ahora se sentía protegida, lo que quería hacer después era ver a su padre, lo extrañaba muchísimo, por más que le doliera debía confesarle la verdad.

Sería fuerte, saldría adelante, junto a todos, junto a Syaoran, sentía su olor en la camisa que le había prestado, era la misma sensualidad hecha perfume.
Quizá no tenía oportunidad de enamorarse de nuevo, pero se conformaría con admirar de lejos a ese castaño que prácticamente le había devuelto las ganas de vivir y salir adelante.

Ya no sería Sakura Tsukihiro, volvería a ser ella misma, Sakura Kinomoto.
Incluso iría con un psicólogo, incluso una psicóloga necesitaba ir con un psicólogo, ella misma sabía la importancia de eso.

Por primera vez en muchos años pudo volver a dormir tranquila, se sintió llena de paz al saber que ese monstruo ya no le haría daño, que unos ojos de bronce ardiente le habían dado las agallas para salir de esa cárcel.

Cuando despertó trató de reconocer su entorno, pero recordó lo sucedido, con un poco de temor salió de su habitación con esa enorme ropa.
Se sobresaltó cuando escuchó una risa burlona.

-No le imaginé que te quedaría así de grande.- dijo Syaoran entre risas, pero más que gracioso le había parecido sexy.

-Diablos, Syaoran, no te burles.- dijo Sakura apenada.

-Ven, vamos a desayunar, por tu ropa no te preocupes, mandé a uno de mis hombres y a una mucama para que la trajera.- dijo con media sonrisa.

Sakura lo siguió, no sabía dónde era la cocina, pero un olor bastante agradable le abrió el apetito. La mesa tenía pancakes, huevos fritos, tocino, chocolate, en fin, era un manjar para los ojos de Sakura, y cuando los probó supo que era una completa delicia.

-¿Quién hizo esto? Debe de ser el mejor chef del mundo. - dijo Sakura con una sonrisa.

-Lo tienes delante de ti.- dijo Syaoran con una sonrisa de triunfo.

-¿Hay algo que tú no hagas bien?- dijo Sakura y se reprendió por pensar en cosas que no debería de estar pensando en el desayuno.

Syaoran solo se río, incluso el pensó en responderle con otro sentido pero no era el lugar ni el momento. Si quería conquistarla debía esperar a que ella estuviera lista.

-Hoy puedes quedarte aquí, te dejaré con muy buena compañía.- dijo Syaoran.

-¿Qué? No, no puedo aprovecharme más de ti.- contestó Sakura.

En ese momento se escucharon pasos rápidos que venían a la cocina, Sakura se quedó muda al ver de quienes se trataba, no podía creerlo, debía de ser el mejor sueño de su vida.

Eran su padre y su hermano.

El no haberlos visto desde hace 3 años le hizo que llorara de alegría al verlos, su padre se apresuró a abrazarla y su hermano también, Sakura se sintió como una niña de nuevo llorando en los brazos de su papá.
Syaoran no quería retirarse, pero supo que debía de darles privacidad.

-Hija, ¿Estas bien? Mira lo que te ha hecho ese desgraciado, perdóname hija, yo no lo sabía.- dijo su padre con la voz quebrada.

-No papá, no digas eso, perdoname tú a mí por no haberme comunicado. -

-Aquí quien tiene la culpa es ese bastardo.- dijo Touya apretando sus puños.

-Ya estoy bien, Syaoran y Eriol me ayudaron a salir de ahí, hoy voy a levantar una demanda en contra de Yue y me voy a divorciar.-

-Nosotros te vamos a acompañar, Sakura, somos tu familia y te amamos más que a nada hija.- dijo su padre de nuevo abrazandola.

Después de mucha plática, llanto y abrazos, Sakura se fue a alistar para ir a la delegación, esta vez sería valiente, por ella y por todos los que la han ayudado.
Todo iba a cambiar para bien, de eso estaba segura.

Era hora de enfrentar a ese monstruo que alguna vez llamó el amor de su vida.

Dulces cicatrices. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora