Cap. 4

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Sakura se sentía útil, a pesar de tener muchas tareas en su hombro, ya había entrevistado al menos 7 personas, no leía mentes pero al menos sabía algo de psicoanálisis que le ayudaba, haber estudiado el comportamiento de la mente humana le hacía más fácil el trabajo.
Estaba descansando un poco después de haber apuntado todas las cosas importantes en el comportamiento de los entrevistados, era como estar dando terapias sin que los "pacientes" lo supieran.

Ya eran las dos de la tarde y Sakura no había probado bocado, su estómago ya le estaba demandando comida, pero llegó Syaoran a darle más indicaciones y ella escuchó atenta y apuntando todo lo necesario.

En eso se escuchó un fuerte sonido que venía de su estómago, Syaoran dejó de ver sus papeles y alzó una ceja viendo a Sakura.

-No me digas que no has comido.-

-Disculpa, esque en la mañana no tuve tiempo de comer.- respondió con bastante pena.

-Vamos.- dijo Syaoran.

-¿A dónde?- respondió Sakura poniéndose de pie siguiendo sus pasos.

-A comer.- dijo como si fuera obvio.

-Disculpa, olvidé mi dinero en casa.- mintió, Yue no le dejaba dinero para nada, solo comía lo que había en casa y hasta el momento no se había preocupado por eso.

-Va por mi cuenta.- dijo abriéndole la puerta para que ella pasara.

-Así estoy bien, en serio.- dijo Sakura de modo suplicante.

-Eres alguien de mi personal, tu seguridad es responsabilidad de la empresa, y necesito gente que su única preocupación sean los asuntos de la empresa.- dijo mirándola a sus ojos verdes, que bien él podía jurar que eran esmeraldas.

-Esta bien.- suspiró derrotada, realmente tenía mucha hambre, habían pasado muchas horas desde su última comida.

Bajaron y fueron a un restaurante no muy lejos de la empresa, ella pidió una hamburguesa con papas fritas y a Syaoran le hizo gracia, por un momento le pareció que actuaba como niña pequeña.
Platicaron algunas cosas de la empresa, Sakura parecía poco a poco ir tomando más confianza de volver a ser ella misma aunque sea por unas horas.

Syaoran en ocasiones se veía hipnotizado por esos ojos verdes, cuando la vio por primera vez le llamó por completo la atención, pero al saber que era una mujer casada desechó la idea, aunque le parecía algo raro que su sonrisa cuando la conoció era muy diferente, como apagada, y cuando no estaba con su esposo parecía que era otra mujer llena de brillo, algo que le estaba haciendo muy difícil la tarea de ignorar esos ojos verdes y ese cabello castaño que por alguna razón le parecía muy atractivo.

Terminaron la comida y se fueron juntos a la empresa, Sakura solo esperaba que Yue no se enterara de que salió a comer con un hombre, si no lo que le esperaba en casa no era otra cosa mas que golpes.

Syaoran notó que por alguna razón ella estaba nerviosa, pero no se atrevió a preguntar.

El día laboral siguió con normalidad, la hora de salida llegó y Sakura hubiera preferido que no llegara, sabía que los hombres de Yue estarían esperándola afuera, y no debía tardarse o habría problemas llegando a casa, salió lo más rápido que pudo y se despidió de la recepcionista, llegó abajo y sí, efectivamente estaban los hombres de Yue esperándola en la entrada.
Solo dio un suspiro y se fue con ellos, llegando a casa vio todo tranquilo, vio a Yue y solo se limitó a ir a su habitación, sabía que él estaba por salir con una de sus amantes y realmente lo agradecía, no quería que él también estuviera en casa.

Así pasaron los días, Sakura salía temprano a trabajar y solo recibía comentarios absurdos de parte de Yue en las mañanas, cuando antes los recibía la mayor parte del día, y cuando llegaba solo lo veía salir para irse a acostar con sus amantes, ya no le importaba nada de eso, ya no recordaba cuando fue la última vez que se molestó, cuando aún lo amaba, pero ya nada de eso quedaba.

En su trabajo todo iba de maravilla, se sentía muy felíz, le gustaba su trabajo y platicaba mucho con Eriol sobre sus recuerdos en la infancia, solo se había limitado a contarle que se había casado y que todo iba bien, por suerte Eriol no indagó más, la relación laboral con su jefe también iba bien, incluso algunas veces el le llevaba comida a su oficina, ella le decía que no era necesario pero el insistía en que solo era algo sin importancia.

Los días se convirtieron en semanas, y las semanas en un par de meses, Sakura ya no tenía marcas en su cuerpo porque Yue no había tenido tiempo de golpearla, solo las cicatrices de antiguas heridas que había ocasionado, tampoco tenía que soportar fingir un matrimonio perfecto últimamente ya que por su trabajo no podía acompañar a Yue a sus fastidiosas juntas.

Incluso estaba recuperando su figura, sus glúteos estaban volviendo a su tamaño normal al igual que sus pechos y sus mejillas, las cuales también ya estaban tomando de nuevo ese tono rosado que antes tenían.

Eso no pasó desapercibido por Syaoran, al cual cada vez se le hacía más difícil no observarla cuando caminaba por los pasillos, parecía que esa mujer estaba floreciendo frente a él, y eso le causaba muchas sensaciones.

Se preguntaba como sería su matrimonio, su esposo debería de estar tan felíz al tenerla, incluso más de una vez sintió envidia, seguramente Yue veía seguido su sonrisa, sus ojos brillantes y verdes, su cuerpo que aunque por más capas que le pusiera de ropa se notaba que estaba muy bien estilizado, y ahora se veía mejor que antes, si antes pensó que era hermosa, ahora pensaba que era la mujer más preciosa que había visto en sus 25 años de vida.

Sakura empezó a usar de nuevo su ropa de manga corta, ya sus brazos no tenían hematomas y el calor estaba horrible, ya casi no le importaban los comentarios despectivos de Yue, solo los dejaba pasar pensando en que pronto iría a su trabajo a ver la preciosa vista de su oficina.
De vez en cuando se sorprendía al notarse a sí misma viendo a su jefe, no era para sentirse culpable porque todas en la empresa lo veían como si fuera un completo bombón, y lo era.

Pero por más que no le gustaba era una mujer casada, quizá debía juntar su sueldo para tener lo suficiente para buscar aunque sea un pequeño departamento y buscar un buen abogado para pedir el divorcio.

Tenía mucho miedo de Yue, no quería ni imaginarse de lo que era capaz, pero poco a poco volvía a tener las mismas agallas de hace años, poco a poco volvía a ser ella misma.

Dulces cicatrices. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora