Cap. 9

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La semana había pasado en un abrir y cerrar de ojos, todo había transcurrido con normalidad, incluso Syaoran no desaprovechó ni un solo día para ir en las mañanas por la castaña que le robaba más de un suspiro, también la iba a dejar a su casa por las tardes aunque tuviera que regresar de nuevo a la empresa a seguir con sus deberes.

En cuanto a Sakura, esta seguía nerviosa por la salida, pasarían una noche en la playa, eso no era problema, el problema era qué ropa usaría, no podía usar traje de baño porque el malnacido de Yue le había dejado cicatrices en su espalda e incluso parte de sus glúteos. Aunque no quisiera, se sentía muy mal al ver esos recordatorios de lo que hace poco tiempo era su calvario.

Revisó más de una vez su guardarropa completo, si lo pensaba bien solo tenía que usar una blusa y un short, nadie tenía por que ver su cuerpo, y posiblemente nunca nadie más lo haría, ya hasta había olvidado cuando fue la última vez que su pasión fue deleitada, hacía más de 3 años, antes de que todo el infierno se desatara contra ella.

Obligándose a sí misma a sacar esos pensamientos de su mente, puso en su pequeña maleta una blusa blanca holgada de tirantes delgados y un short de mezclilla que harían conjunto, una camisa rosa que se fijaría con un short negro de talle alto, y por si se ofrecía otro cambio puso una blusa gris de manga corta que le llegaba un poco abajo del ombligo y otro short de mezclilla.

Puso unas sandalias extra, ya que la mayoría de las veces que fue a la playa siempre el mar terminaba tragándose una o ambas sandalias y regresaba descalza a casa.

Obviamente no podía faltar el bloqueador solar, desodorante en aerosol, cepillo de dientes, pasta dental, su pequeña bolsa de maquillaje, un pequeño perfume, dos toallas para secarse, toallitas húmedas que siempre servían para algo, crema corporal, y por supuesto, su ropa interior, no quería admitirlo pero años atrás solo usaba lencería muy provocativa y era la que seguía usando, aunque ahora ya no tenía ningún segundo propósito.

No entendía cómo había sido capaz de meter todo eso en una maleta tan pequeña, gracias al cielo ya estaba lista, optó por vestirse con un short lila que le llegaba a medio muslo y una blusa azul rey.

Estaba nerviosa porque hacía mucho tiempo que no usaba ese tipo de ropa, y específicamente porque acentuaba su parte trasera, lo cual le ocasionó muchos problemas con Yue, y la blusa tenía un corte en "V" que hacía ver un poco de sus pechos.

Pero decidió dejar sus complejos de lado, fue a la cocina a alistar los víveres que llevaría: malvaviscos, agua embotellada, muchos tipos de dulces y golosinas, lo necesario para hacer sándwiches, frituras, desechables, lámparas de baterías, cargador inalámbrico portátil para su teléfono, reloj de mano, encendedor y fósforos, y un sin fin de cosas que ponía en la caja "por si acaso."

El tiempo pasó muy rápido sin que ella se diera cuenta, el timbre de su casa sonó dando anuncio de que Syaoran ya estaba afuera, sintió sus latidos cada vez más agitados mientras se acercaba a la puerta y abría.

Por poco y se queda sin aliento, nunca había visto a su jefe sin sus elegantes y finos trajes empresariales, y verlo vestido tan casual con esa camisa celeste dejando ver sus bien tonificados brazos y ese short blanco que dejaba a la vista sus largas piernas hizo que su estómago sintiera las "estupidas mariposas de adolecentes" como ella siempre había llamado esa sensación.

Lo recorrió con su vista y esperaba por todo los cielos que él no se diera cuenta de eso, y así fue.

El castaño también estaba anonadado ante la belleza de Sakura, el verla sin esas capas de ropa que siempre llevaba hizo que no pudiera evitar recorrerla con su vista de arriba a abajo, su vestimenta le confirmaba que tenía el cuerpo de una diosa, hasta podía jurar que su piel era suave como el terciopelo, su busto no era tan grande pero se le veía perfecto, su vientre plano y su cintura tan estrecha, sus piernas tan estilizadas, la podría apreciar con la vista por horas, como su fuera la mejor obra de arte del universo mismo.

Dulces cicatrices. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora