Capítulo 1

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Tsubasa llegó a su casa en diez minutos. Cada vez estaba más frío, y el viento chocando contra su rostro apenas le permitió dar pedal. Sonrió al sentir el hermoso ambiente caldeado de su living. Se quitó el abrigo y lo dejó en su habitación, para volver al living y sentarse en el sillón, frente a la estufa a leña.

—Mmmm, esta es una de las cosas que más amo del invierno— dijo mientras sentía su cuerpo caliente por el calor que desprendía la estufa.

—Lo único malo es que hay más probabilidades de contagio del Coronavirus— dijo su madre dándole una taza con chocolate caliente.

—Ay, mamá, exageras mucho— dijo el azabache mientras sorbía su chocolate.

—¡No exagero! ¡Estoy tratando de cuidarte para que vivas durante las próximas generaciones! Hay miles de muertos en tan sólo unos meses, no tiene cura, todos los que padecen esta enfermedad murieron ¡y tú estás diciendo que no exagere!

—Sé los riesgos que corro, pero soy positivo. Yo confío en que encontrarán una cura, y nadie más va a morir.

—Mira, hijo, me gusta que seas positivo, que no seas dramático en situaciones de crisis, que siempre lleves una sonrisa en el rostro…, pero entiende que esto es muy grave. No quiero que mueras siendo tan joven, faltándote tanto por aprender, por experimentar. Quiero que te cuides, que siempre que vayas a comer, luego de hacer pis y caca, te laves bien las manos. Que cuando vayas a lugares donde haya alcohol en gel, te pongas, que uses tapabocas en lugares públicos…

—Todo está bien hasta la parte del tapabocas, mamá. Me parece que es al Santo botón, ya que aún no ha habido casos en esta zona.

—No, pero la enfermedad vive en el aire con cada tos que larga una persona infectada. ¿Viste que la tos tiene gérmenes? Pues esos gérmenes viven en el aire y se esparcen.

—Sí, lo sé, pero…

—Sólo cuídate, ¿sí? Hazlo por mí, por favor— se agachó a su altura y lo tomó de las manos, mirándolo con suplicio.

—Está bien, mamá. Te lo prometo, pero por favor no seas sobreprotectora— le pidió mientras le entregaba la taza de chocolate caliente vacía.

—Es por tu bien, Tsubasa. Ahora vamos a comer la cena. Papá está apunto de llegar— entró a la cocina, donde se podía ver tres platos de puré de papas en la mesa.

—Buen provecho— dijo el castaño.

—Gracias, hijo— sonrió.

(…)

Mientras tanto, un matrimonio se encontraba mirando el informativo.

—Nos acaban de confirmar que hubo tres casos más de Coronavirus en la zona de Sendai. Se recomienda salir a las calles con un tapabocas en buenas condiciones y lavarse bien las manos. En otras noticias similares a esto, explota cada vez más el número de personas que compran tapabocas y varios paquetes de alcohol en gel y…

El hombre cambió el canal para no seguir viendo esas noticias tan horrorosas para ellos.

Ambos tenían un hijo llamado Kazuki, y querían lo mejor para él. Hacen todo lo posible por protegerlo de esta gripe: cuando sale de casa para ir a la escuela, lo hacen ir bien abrigado, lo hacen llevar alcohol en gel, etcétera. Quieren que viva muchos años para que logre cumplir sus sueños de toda la vida. Están muy asustados con el tema de esta enfermedad que acabó con muchas vidas.

—Mamá— el joven baja por las escaleras.

—¿Qué pasa, amor? ¿Tienes hambre? ¿Frío?

—Tengo un poco de hambre. ¿Qué hay para comer?

—Canelones de verdura. Hay que comer sano para estar bien de salud— dijo la mujer.

—Me encantan los canelones— dijo el joven oji-azul esbozando una hermosa sonrisa.

—A mí también, Kazuki. Ahora ve a lavarte bien las manos que en cinco comemos— dijo revisando el horno.

—Está bien, mamá— subió de nuevo a lavarse las manos.

La bella sonrisa de Kazuki siempre los calmaba, pero aún así los hacía querer protegerlo aún más. Tenían que proteger esa sonrisa. Aún si llegasen a morir en el intento de protegerlo, darían hasta su alma por verlo feliz.

(…)

Al día siguiente, Kazuki fue solo en autobús a la casa de su amigo Takeshi. Logró irse sin que sus padres se dieran cuenta de que no traía tapabocas. Creyó que si no había presencia de Coronavirus en su ciudad, no había razón de usarlo.

Al irse de allí, volvió a irse solo en autobús.

—Vaya, no quiero que llegue el Coronavirus a Tokio, pero sólo para que no haya clases, jeje— rió para sus adentros el castaño.

Un señor que viajaba en el colectivo tosió tres veces, y luego estornudó alrededor de cinco, y en una no le dio el tiempo de cubrirse con su brazo.

—Salud— le dijo Kazuki. El señor estaba detrás de él.

—Gracias, jovencito.

Kazuki llegó a su casa. Gritó que había llegado. Sus padres estaban lavando la ropa en el cuarto de lavado. Subió a su habitación y se acostó en su cama. Estaba agotado.

(…)

Los padres andan re preocupados XD

¿Y quién no va a estarlo en estas circunstancias? ಥ_ಥ

𝗖𝗢𝗥𝗢𝗡𝗔𝗩𝗜𝗥𝗨𝗦 ❱ 𝗖𝗧 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora