Capítulo 4

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—¿Q-qué dijo, doctor?— pudo apenas decir la mujer.

—Su hijo es portador de Coronavirus.

Ambos señores estaban devastados. Se taparon la boca con sus manos, y la mujer rompió en un llanto silencioso. El hombre, como acto reflejo, la abrazó y lloró junto con ella.

—Lo lamento mucho, señores Sorimachi.

—Mamá, papá, esto es culpa mía— dijo el oji-azul.

—¿A qué te refieres, cariño?— preguntó su padre.

—El otro día no llevé tapabocas cuando salí, y creo que un señor que iba en autobús me contagió.

—¡¿QUÉ?! ¡¿Por qué te fuiste sin el tapabocas?!

—Perdón, pero pensé que no sería necesario.

—Señores, hace poco se halló un caso sospechoso en esta ciudad. Puede ser que su hijo se haya contagiado de ese señor que dice. Deben cuidarlo mucho, ya que él es asmático. El Coronavirus suele afectar a mayores de sesenta años, pero si algún menor padece algún problema respiratorio o de asma, puede ser una situación grave.

—¿Y… qué debemos hacer, doctor? Nosotros queremos que nuestro hijo viva— dijo la mujer entre llantos.

—Debería quedarse unos días en el hospital. El Coronavirus es una gripe fuerte. Si se cuida bien, tiene chance de curarse.

—¿Se tiene que quedar aquí?— preguntó el hombre.

—Y es más conveniente. No se preocupen… haremos hasta lo imposible por su hijo.

—Mamá, papá— Kazuki les dio un abrazo.

—Mi niño— la mujer lo cubrió con sus brazos—. No pierdas la esperanza. Nosotros vendremos a verte y a traerte lo que quieras— acarició su espalda.

—Gracias, mamá… Oh, oigan, ¡¿no creen que los estoy contagiando?!— preguntó con preocupación.

—Evita estornudar y toser, Kazuki— dijo el padre—. Por más que sea riesgoso que nos contagiemos, no dejaremos de abrazarte.

—Gracias, papá.

—Bueno, voy a llevar a Kazuki a su habitación. Pueden venir más tarde y traerle algo— dijo el doctor.

—Lo haremos, doctor. Te traeremos tu manga favorito y mis canelones de verdura— dijo la mujer.

—Síii, canelones— sacó la lengua.

—Nos vemos— salieron del hospital.

(…)

Mientras tanto, en la secundaria de Shizuoka, un chico de melena larga traía un montón de abrigo. Iba caminando por el pasillo hasta llegar a su salón. Entró y caminó hacia su asiento, pero antes de sentarse, vio que su mejor amigo estaba desayunando cereal en clase, ¡hasta trajo un cartón de leche!

—¿Kisugi? ¿Por qué comes en clase?— le preguntó y se sentó en su lugar.

—Es que mamá está insoportable con el tema del Coronavirus— se llevó una cucharada de cereal a la boca—, y no me dejaba comer tranquilo, así que salí corriendo de mi casa y bueno, aquí estoy— bebe la leche directamente del cartón, y luego se lo pasó a su amigo—. ¿Quieres?

—No gracias— lo miró sonriendo pero con una mezcla de asco.

Entonces, la profesora entró al salón.

—Muy bien, estudiantes, hoy vamos a…— siente un olor peculiar en el salón—¿Huele a cereal?— miró a Kisugi con el tazón sobre la mesa, y le hizo un gesto de que guardara todo en la mochila.

Kisugi vertió todo en la mochila de su otro amigo, Taki, quien se sentaba adelante, y tenía la mochila abierta, colgada en el respaldo de la silla.

—Esa es mi mochila— le dijo.

—Me importa un bledo.

Taki estaba acostumbrado a todo lo que decía y hacía su amigo, así que se dio vuelta.

La profesora comenzó a dar una charla larga acerca del Coronavirus, los malentendidos que existían entre las personas, las formas de contagio, las formas de prevenirlo, etcétera. Kisugi sacaba el cereal a escondidas y se lo comía de a poquito, mientras que Izawa lo miraba con una cara de: "¿es enserio?".

—¿Qué? Tengo hambre— le dijo en voz baja y bebió dos tragos de leche sin que la profesora se diese cuenta—. No me juzgues, bro.

—Yo cuando salga de la escuela, lo primero que haré es comprar una mochila nueva, ya que alguien— Taki se volteó a ver a Kisugi— vertió su desayuno en la mía.

—Es que estaba abierta y… aproveché eso— sonrió inocentemente.

(…)

—Oye, Ishizaki, encontré en Internet que hay dos casos de Coronavirus en Tokio.

—¡¿Tokio?! ¡Caramba! En dos días ya estamos muertos— expresó con terror.

—Te dije que no enloquezcas. Somos menores, y la enfermedad afecta más que nada a los mayores de sesenta, no tenemos problemas respiratorios ni de asma, y la gripe es como una cualquiera: si llegáramos a padecerla, sólo hay que cuidarse y listo. Todos exageran de más.

—Pero aún así tengo miedo, Tsubasa.

—Yo también, pero no todo está perdido. Confía en mí. Tengo que irme, mamá hizo la cena, te cuelgo. Adiós.

—Adiós.

(…)

¿Vieron lo que dije? No crean que por tener Coronavirus se van a morir.

𝗖𝗢𝗥𝗢𝗡𝗔𝗩𝗜𝗥𝗨𝗦 ❱ 𝗖𝗧 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora