Capítulo 2

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Un grupo de amigos de una secundaria de Tokio se encontraban jugando fútbol en un campo. Estaban abrigados de pies a cabeza.

—¡Pásala, Hyuga!— gritó uno de ellos.

Un joven moreno de orbes rojos le pasó el balón a su amigo, quien lo recibió y trató de disparar a la portería, pero el portero logró detenerlo sin problema.

—Fue un muy buen juego— dijo Hyuga.

—Lo sé— dijo uno de orbes violáceos.

—Por más que haya una explosión de personas infectadas por el Coronavirus, tenemos que estar en forma— dijo el portero, limpiándose el sudor frío de la frente con el antebrazo.

—Descansemos unos cinco minutos— ordenó el moreno.

—Sí.

Entonces…

—Takeshi… Takeshi…

Los tres voltearon para descubrir al responsable de esa voz, para encontrarse a su amigo Sorimachi tosiendo repetidamente.

—¡E-estoy libre! ¡Pásala hacia acá!— vuelve a toser, tapándose la boca con su brazo—¿A-a qué juegan? ¿Eso es el escondite?— preguntó esbozando una sonrisa forzosa.

—Amm… Sorimachi, ¿te sientes bien?— preguntó Takeshi preocupado.

—Sí, creo que lo mejor será que vayas a casa a reposar— dijo el portero.

—T-tonterías, Ken— volvió a toser dos veces, sosteniéndose de una banca—. Me siento bien…— y vuelve a toser.

—Enserio, Sorimachi. Te ves muy mal— Hyuga se acercó a él para intentar ayudarlo a levantarse, pero Kazuki volvió a toser de nuevo y se reincorporó solo, volviendo a repetir que estaba bien.

—De todas formas ya nos íbamos— dijo Takeshi con timidez, corriendo del campo.

—Sí, también tengo que hacer algo…

—También tengo que irme.

Ken y Hyuga abandonaron el campo, dejando al pobre oji-azul apoyado en la banca.

—¿Po-por qué todos actúan tan raro?— volvió a toser—Les demostraré… que estoy mejor que nunca…— se tapó la boca con el brazo para evitar que se le escapara un vómito.

(…)

Mientras tanto, en otra parte de la prefectura de Shizuoka, un joven oji-verde se encontraba lavándose las manos correctamente. Le preocupaba mucho el tema del Coronavirus, pero no le llegaba ni a los talones a su abuela, que le prohibía salir afuera.

—Enserio, abuela, sólo quiero ir a la casa de Takeshi a pasar el rato— le rogó.

—¿Quieres morir?— le preguntó a su nieto con los ojos bien abiertos—¿Qué no viste los miles de muertos que está dejando este peligroso virus? ¿Quieres convertirte en uno de ellos? ¡Dime, Hanji!— lo tomó de los hombros, desesperada.

—Pero abuela, aún no ha llegado a Shizuoka. Prometo lavarme las manos todo el tiempo, salir abrigado, comer sano, ¡pero por favor, déjame ir a la casa de Takeshi! Ya ni siquiera me dejas ir a la escuela…

—Lo siento, pero mi decisión está tomada, y no la cambiaré por un berrinche: ¡no irás!

Hanji intentó contener la furia que corría por sus venas. No soportaba que su abuela fuese tan sobreprotectora con él. Sabía que el Coronavirus era una enfermedad grave y que no existía cura por el momento, pero tampoco era para llegar a ese nivel de temor. Bastaba con lavarse bien las manos y salir abrigado, y hasta que no fuese más grave la situación, no recurriría a los tapabocas.

—¡¿C-cómo puedes ser tan paranoica, abuela?!— le gritó.

—¡Sólo estoy tratando de que te cuides bien, muchachito! ¡Usted sabe que en ese tono no se me habla!

—¡Yo te hablo como se me cante el orto, vieja paranoica!— le gritó y subió a su habitación dando grandes zancadas de la ira que se había apoderado de su cuerpo.

Se encerró y habló con su amigo por teléfono.

—Wow, sí que te mantiene encerrado— dijo Takeshi.

—¡Literalmente cree que si salgo afuera voy a respirar aire contaminado y que voy a contraer el virus! ¡Pero para eso me pongo un tapabocas y chau! ¡No es para morirse! Además de que ni ha llegado a Shizuoka.

—Quién sabe… Tal vez haya algún japonés que vino de algún otro país como China o Corea, y está entre nosotros… No te quiero preocupar, pero es una enorme posibilidad.

—Podría ser… Si tan sólo pudiera estar en tu casa… Me siento tan solo en este encierro…

—Sé cómo te sientes. Pero no te preocupes, puedo pedirle a mamá o papá que me lleven a tu casa en el auto.

—¡Sí, por favor! ¡Necesito que vengas, ya, ahora!

—Wow, wow. No ahora-ahora, pero tal vez en un rato.

—Ta, eso sí. Ven cuando puedas…

—¡HANJI!

—Mi abuela me llama. Tengo que colgar.

—Adiós. Nos vemos más tarde— esperó a que Urabe cortase.

—¡HANJI URABE!

—¡Ya voy!— dejó el celular en la mesa de luz y miró por la ventana las nubes que se avecinaban—. Puto Coronavirus, ¡si tan sólo nunca hubieses existido, TODOS AQUÍ EN EL MUNDO SERÍAMOS FELICES!

(…)

Aquí el capítulo de ahora :3

Quizás suba uno más tarde :")

¿Dicen que le pase algo a los nenes? ಥ_ಥ

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