—Teppei, Teppei, despierta.
El castaño despertó tras las numerosas sacudidas de su mamá.
—Aaah, déjame dormir un poco más— se dio la vuelta, dándole la espalda a su madre.
—Hijo, estás hirviendo…
—¿Eh?— se tocó la frente con el antebrazo. Era cierto. Estaba hirviendo, se sentía decaído.
—¿Acaso saliste sin abrigo, Teppei?
—Yo qué sé. Ni me acuerdo de mi nombre…— rió.
—Hijo, respóndeme: ¿saliste sin abrigo?— lo miró con seriedad.
—Mmmm… puede ser…
—¡Te dije que te pusieras el suéter que te dio tu abuela Ann!
—Mamá, ese suéter es tan horrible que me dan los síntomas del Coronavirus con tan sólo mirarlo.
—¡No hables así de tu abuela, jovencito! ¡Ella hace mucho por ti!
—Sí… como la vez en que me olvidó en MCDONALD'S cuando tenía ocho años— dijo cruzándose de brazos.
—¡Basta, Teppei! Estas son las consecuencias de no usar abrigo. ¿Y a dónde se supone que fuiste?
—Fui con Maeda al centro comercial a probar ese nuevo sabor de helado que tanto quisimos probar, y nuestra heladería favorita es la que está ahí.
—¡¿Helado?! ¡¿En pleno invierno?!
—Sí.
—¡Teppei, literalmente te arriesgas a que te agarre el Coronavirus! ¡Ya murió el primer niño en la ciudad de Tokio! ¡¿Quieres ser el segundo?!
—Mamá, el Coronavirus no es para tanto. El caso del niño ese fue que murió porque era asmático y…
—¡No importa el otro niño! ¡Me importas tú, que posiblemente tengas Coronavirus!
—No le tengo miedo al Coronavirus.
—Eres un descuidado. Fuiste desabrigado al centro comercial, tomaste helado e hiciste contacto con un montón de personas que posiblemente alguna haya estado enferma. ¡Te regalaste, Teppei!
—Oh, sí. Envuelto para regalo con el moño.
—¡No me tomes el pelo!
—Oye ya, cálmate— levantó las manos a la altura de su pecho—. Si crees que tengo Coronavirus, llama al doctor Shirai a que me revise.
—Eso mismo haré. Te traeré el desayuno— se fue de su habitación.
—Si tengo Coronavirus, no iré a la escuela, ¡y no habrá exámenes!— dijo felizmente.
(…)
En otra parte de la ciudad de Tokio, un chico y una chica se encuentran en la casa del chico.
—Qué horrible, ¿no? Un niño de nuestra edad falleció hace pocos días— dijo.
—Sí. Por lo menos no hay clases— dijo la chica con una sonrisa.
—Aún así extraño jugar fútbol.
—Pero no jugabas casi nada, Jun, y eso es porque tienes una deficiencia cardíaca.
—Si me llega a agarrar el Coronavirus, definitivamente moriré— bajó la mirada.
—¡No puedes morir, Jun! ¡¿Qué haré sin ti?!
—Lo siento, Yayoi, pero todo el país se está infectando rápidamente… Acepta que todos terminaremos enfermos.
—¡No, capitán!
Entonces, el celular de Yayoi suena.
—¿Hola?
—Yayoi, tienes que regresar a casa. Ya son casi las siete de la tarde. Abrígate bien. Besos. Chau— colgó.
—Te acompañaré a tu casa— dijo Jun.
—¿Enserio?
—No puedo dejar que salgas sola con este frío— le sonrió y cubrió sus hombros con una campera polar.
Yayoi enrojeció apenas y asintió.
Intentaron alcanzar el autobús, pero desafortunadamente lo perdieron. Estuvieron veinte minutos esperando en la parada, bajo un poco de nieve y un frío polar inmenso.
Yayoi estornudó y Jun tosió dos veces. Estaban helados. Se abrazaron para mantenerse en calor. Yayoi estaba hecha un tomate al sentir el calor que su mejor amigo le brindaba.
Pasaron diez minutos más y el autobús por fin llegó. Se subieron y se sentaron en el fondo.
Habían varios pasajeros tosiendo, lo que inquietó bastante al oji-miel.
—Ammm, Yayoi, ¿no crees que hay varios tosiendo?
—Sí, muchos…
—Tengo miedo… ¿Crees que se trate del Coronavirus?
—¡No me lo menciones!— se agarró la cabeza con sus manos.
—Perdón.
Yayoi llegó a su casa acompañada de Misugi. Jun se despidió y empezó a caminar hacia la parada de autobús. Pero en el camino se sentía un poco mareado, y sentía dolor de cabeza. Pensó que sería por el terrible frío, así que rezó por alcanzar el autobús, que por fortuna lo logró.
Una vez llegó a su casa, se tiró en su cama y durmió una larga siesta de tres horas.
(…)
Teppei y sus padres fueron al hospital a hacerle revisión médica al niño.
En veinte minutos estaban listos los resultados.
—Doctor, díganos… ¿Nuestro hijo es portador de Coronavirus?— preguntó la mujer con preocupación y las manos en el pecho.
El doctor asintió.
—Afirmativo. Lo lamento.
Pero Kisugi, en lugar de ponerse triste, dijo:
—¡Síiiiiiiiii! ¡No hay escuela!
—Pe-pero…— sus padres no entendían la actitud alegre de su hijo.
(…)
Mi bebé re feliz por tener Coronavirus XD
Quién lo viera, no? XD
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𝗖𝗢𝗥𝗢𝗡𝗔𝗩𝗜𝗥𝗨𝗦 ❱ 𝗖𝗧 ✔
FanficUna gripe extraña nació en la ciudad de Wuhan, en China, la cual fue llamada covid-19 (Coronavirus). Esta gripe ha ocasionado un gran número de muertes en este país, y se ha esparcido por varios países del mundo (de otros continentes cercanos) a cau...