Quedaba menos de una hora para el amanecer. Finneas se detuvo, dio un trago a la cantimplora y comprobó el estado de su brazalete. Solo esperaba que la carga durase hasta su regreso a la Ciudadela. Si no, bueno..., si no, no podía despedirse de la vida. Pero ¿qué era la vida sin emociones fuertes?A pesar del cansancio, se sentía animado. Quizás encontrara algo. Lo que fuera. Noticias. Información. Respuestas a preguntas no formuladas. Cualquier cosa valía cuando no sabías qué buscabas.
Alzó la vista y estudió la posición de las estrellas para orientarse. Y es que, cuando la tierra es un misterio, el cielo se convierte en el único mapa fiable. Debía de seguir hacia el Oeste, hacia una nueva zona desconocida. A partir de ahí cualquier cosa era posible.
Estaba exhausto y necesitaba concentrarse para dar cada nuevo paso. Aunque la noche era fría, sentía un calor que le pesaba como telas húmedas. Las gotas de sudor se le escurrían por la frente desde el pañuelo que le cubría la cabeza y se le colaban en los ojos, la única parte de su rostro que llevaba al aire. Ni la chaqueta abotonada hasta el cuello ni los pantalones sucios y acartonados eran las prendas ideales para aquellas caminatas, pero al menos le protegían del frío nocturno y lo volvían invisible. O eso quería pensar. En cualquier caso, la libertad que sentía en esos momentos, fuera de la muralla, merecía el riesgo.
El aturdidor colgaba de uno de los cinturones que le cruzaban el pecho y con las manos, cubiertas por unos mitones de cuero, sujetaba la linterna casera que los rebeldes habían fabricado a base de cachivaches inútiles.
Llegó a un montículo de piedras. Dejaba atrás del suave resplandor que había comenzado a teñir el horizonte para adentrarse en un fragmento de noche más oscuro que el firmamento. Tuvo que caminar un rato más para darse cuenta de que ante sus ojos se levantaba una montaña tan escarpada que parecía un muro infinito.
Apoyó la mano en la pared de piedra rojiza y se decidió a bordearla.
Más de una vez Finneas había fantaseado con la posibilidad de no regresar a la Ciudadela. De encontrar el modo de robar suficientes cargas de energía para vivir tan lejos como fuera posible y comenzar una vida nueva en libertad. Pero nunca llegaba a atreverse. El miedo a que su corazón dejara de latir antes de encontrar una nueva fuente de alimentación se lo impedía. Al igual que también lo hacía el sentido del honor que le daba a su hermano y a los demás rebeldes. Todos tenían una misión, todos eran necesarios, tanto dentro como fuera de la Ciudadela. Y si uno fallaba, en su misión se resentiría. Además, había tardado muchos años en ganarse la confianza de los demás para que lo dejaran salir a explorar y ahora no podía tirarlo todo por la borda, largarse y dejar atrás él la estela de la traición. Y por otro lado, ¿quién aseguraba que hubiera algo más ahí fuera, que las leyendas o rumores eran reales, que ellos no eran los únicos supervivientes de la raza humana?
Finneas se obligó a interrumpir aquel pensamiento. Eso era precisamente lo que el gobierno quería que creyesen: que estaban solos, que fuera sólo había peligros y que no existían razones para intentar salir; que allí, en el interior de las murallas, eran libres y debían sentirse agradecidos de la protección que se les brindaba. La ironía en estado puro.
Para eso estaban allí los rebeldes: para recordar a quienes quisieran escuchar que podía existir otra manera de vivir si combatían las injusticias de sus gobernantes. Y aunque Finneas nunca había visto las pruebas, ese había sido el argumento que había utilizado para convencer a sus superiores de que le otorgaran el puesto de explorador cuando el último fue cazado por una patrulla de centinelas.
Sin embargo, llevaba medio año ya con ello, casi siete meses desde que cumplió los dieciséis, escabulléndose por los túneles de la Ciudadela hasta el exterior, y todavía no había encontrado nada. Ni una mísera prueba que le convenciera de que lo que estaba haciendo tenía algún sentido.
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AURA
FanfictionCon el peso de la verdad sobre sus hombros, Billie, ______ y su nueva compañera de viaje, Scarlett, se dirigen a la Ciudadela en busca de ayuda. Pero el lugar no es el mismo desde que ______ lo abandonó: ahora la lucha de los rebeldes contra el gob...