capítulo 11.

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Billie tardó unos segundos en reconocer la risa que se escuchaba desde la barra del Batterie y que se colaba por el pasillo. Aquellas eran unas carcajadas dulces y agudas que supuso que pertenecían a alguna trabajadora del club. Por eso la sorpresa fue mayor cuando llegaron a la pista y se encontraron con Danielle apoyada en la barra mientras Madame Battery secaba unos vasos embutida en su habitual corsé y Scarlett fregaba el suelo.

La bailarina agarraba con confianza el brazo de un hombre fuerte, ataviado con el uniforme de centinela y de rasgos hispanos que daba tragos rápidos a una copa llena de alcohol.

-¡Raúl!.--le decía Danielle entre risas.--Conozco a tu mujer y sabes de sobra que no le haría ninguna gracia enterarse de que eres uno de nuestros clientes más asiduos.

La chica cogió entonces la cereza que adornaba la copa del centinela y se la metió en la boca con gesto seductor para después depositar el hueso en una servilleta. Billie no tenía ni idea de quién era ese tal Raúl, pero estaba claro que las mujeres estaban poniendo todo su empeño en mantenerlo contento.

Detrás del centinela, Scarlett seguía fregando la madera desgastada del suelo intentando deshacerse de la porquería de la noche anterior. A diferencia de Danielle y Battery, ella se mantenía seria y con la mente en otra parte. Preocupada porque estuviera dándole vueltas a lo que había sucedido en el Distrito Trónico, Billie se acercó para hablar con ella.

-Ey, ¿qué tal vas?

Scarlett paró de frotar y se encogió de hombros.

-Dar cera, pulir cera.

-¡Eh, eso es del Maestro Miyagi! ¿Lo recuerdas?

La chica la miró con la misma inexpresividad de siempre y negó con la cabeza.

-No sé quién es ese. La frase me ha venido a la cabeza de repente.--contestó Scarlett, confusa.

-Sigue siendo un avance. Igual empiezas a recordar cosas poco a poco.--dijo Billie, animándola con una palmada en el hombro.

-Chica, deja de entretener a tu hermana y ponte a colocar los taburetes de la otra barra.--intervino Madame Battery en ese momento.

Billie hizo un gesto de burla sin que la mujer lo advirtiese y Scarlett le respondió con una sonrisa mientras volvía al trabajo. Junto a ellas, el centinela le dio un largo trago a su bebida y se acercó un poco más a Danielle.

-¿Y tú qué, guapa? ¿Ya te has echado una pareja?

Danielle soltó una suave carcajada y se deshizo el moño que llevaba, liberando su melena pelirroja.

-Ya se lo he dicho otras veces, oficial: mi trabajo no me permite relaciones estables.

-¿Es eso cierto?.--preguntó el tipo, volviéndose hacia Madame Battery, que asintió divertida.--Mira que estoy dispuesto a cerrar este tugurio si me lo pides.

Danielle puso cara de sorprendida

-¿Y cómo sobreviviría entonces una chica como yo?

-Conmigo, por supuesto.--respondió él, agarrándole la mano y acariciándole la piel con más fuerza de la necesaria.

Billie advirtió cómo Danielle sostenía la sonrisa, pero de manera cada vez más tensa.

-Seguro que no es necesario, oficial.--dijo, liberándose con un delicado pero firme tirón.--Y ahora, disculpa, tengo que prepararme para el espectáculo de esta noche.

La chica guiñó un ojo al hombre y fue a marcharse, pero antes de que pudiera hacerlo, el centinela tiró de su cintura y la atrajo hacia él.

-No te vayas todavía. ¿Qué gracia tiene que me dejes entrar antes que a los demás si no estás conmigo?

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