Una lluvia de cáscaras de naranja y hojas de lechuga cayó sobre la cabeza de Scarlett. La chica, entre gruñidos, abrió los ojos para volver a cerrarlos inmediatamente al sentir que el mundo seguía dando vueltas como cuando se quedó dormida. Le dolía la cabeza, mucho. Y sentía el estómago tan revuelto que le costaba controlar las arcadas. Estaba sufriendo su segunda resaca, y bastó que intentara abrir los ojos de nuevo para jurarse que no bebería alcohol nunca más.
Tras lo ocurrido con ______, Scarlett había regresado a los bares en los que había estado la noche anterior. Eso era lo último que recordaba con claridad. El resto era una sucesión de imágenes, rostros desconocidos, paseos zigzagueantes por las calles de la Ciudadela e infinidad de jarras de cerveza que se mezclaban en su memoria sin ningún orden. Ni siquiera sabía cómo había terminado sobre ese montón de bolsas de basura en aquella esquina.
Solo tenía una cosa clara, y era la misma que le había incitado a beber durante toda la noche: los odiaba. A Billie, a ______ y a todo su pomposo grupo de rebeldes. Eran egoístas y crueles. Nunca se habían preocupado por ella si no les era útil para sus fines. Su opinión valía tan poco como los desperdicios entre los que se encontraba en ese momento.
Y su clon era la peor de todos, con aquella cara angelical y su absurdo compromiso con los rebeldes. ¡Todo mentira! ¿Cómo no la veían los demás? Los estaba engañando. Lo único que buscaba era ser el centro de atención, tener a su lado a la chica bonita. Sin embargo, a Scarlett no podía engañarla... La ambición que se escondía detrás de su tonta sonrisa la había visto antes en otra persona: en su creadora. Y no pensaba volver a pasar por aquel infierno.
El repentino sonido de unas trompetas por la megafonía de la Ciudadela terminó de espabilarla. Scarlett se quitó la mugre que le había caído encima e intentó situarse. No reconocía ninguno de los edificios que veía a su alrededor, así que era difícil saber en qué zona se encontraba ni cómo había acabado allí, pero por la posición del sol dedujo que debía de ser mediodía.
La chica se levantó como pudo y se acercó a la calle principal con los ojos entrecerrados. Allí se reunía una multitud de personas que caminaban en masa en la misma dirección.
-¿Te imaginas que me toca?.--escuchó decir a una señora que batía palmas.
-Este va a ser nuestro año, ya verás.--le contestó su compañera.
Bajo las enormes pantallas que había en las calles, cientos de personas se apiñaban expectantes con sus boletos agarrados firmemente entre las manos. Algunos sonreían, otros tenían los ojos cerrados y parecían estar rezando.
-¡Quítate del medio, idiota!.--le gritó un hombre, dándole un empujón.
La chica caminó con la masa unos metros y después se apartó para apoyarse en la pared y observar desde allí a la gente. La pantalla, que hasta el momento se había mantenido apagada, cobró vida de pronto y la imagen del gobernador Bloodworth quedó flotando en el aire entre píxeles distorsionados.
-¡Buen día, gentes de la Ciudadela!.--saludó el hombre.--Me enorgullece estar una vez más ante todos ustedes para anunciar el número ganador de nuestra Rifa. Como ya saben, el portador del boleto agraciado pasará a vivir inmediatamente en la Torre y se le entregará un suministro ilimitado de cargas de por vida.
Al escuchar aquello, la gente prorrumpió en aplausos y el gobernador sonrió orgulloso.
-Dicho esto, ¡que dé comienzo el sorteo!
Bloodworth desapareció de la pantalla y en su lugar apareció un contador con seis dígitos marcando cero. Tras un bocinazo que resonó en el silencio reverencial de la gente, los números comenzaron a correr hasta que se volvieron indistinguibles. Y entonces comenzaron a detenerse uno a uno hasta formar la cifra premiada.

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AURA
FanficCon el peso de la verdad sobre sus hombros, Billie, ______ y su nueva compañera de viaje, Scarlett, se dirigen a la Ciudadela en busca de ayuda. Pero el lugar no es el mismo desde que ______ lo abandonó: ahora la lucha de los rebeldes contra el gob...