Iguro Obanai era un chico de catorce años, que había pasado toda su vida en un extraño orfanato en las entrañas del “Bosque Encantado” aquel al que nadie se atrevía a penetrar. Un orfanato situado en lo más profundo de aquel lugar, rodeado de unos enormes y majestuosos árboles que brillaban con intensidad, iluminando aquel oscuro lugar.
Era como si estuvieran en el interior de una cúpula; pero el lugar no dejaba de ser hermoso. Un lugar en el que solo existía la noche y el mal clima, uno en el que las antorchas siempre ardían con intensidad para iluminar el lugar, un lugar con unas plantas extrañas y un río brillante que se extendía a su alrededor.
Los animales que pasaban, los cuales eran pocos, eran también muy extraños. Cualquiera del exterior sentiría una muy mala vibra al toparse con solo uno de ellos; colores oscuros que reflejaban la maldad de sus almas y una extraña agresividad.
Era un día como otro cualquiera. Obanai estaba junto a todos los niños que se encontraban en el orfanato junto a él, esperando ser adoptados por una amable familia que los ame y los libere de aquel tétrico y aterrador lugar.
— ¡Juguemos a Kagome Kagome*!— Sugirió emocionado Inosuke, un chico de doce años que siempre iba junto a Tanjiro, Zenitsu y Nezuko, los dos primeros un año mayor que él y la última de su misma edad.
— ¡No, no es divertido!— Gritó asustado Zenitsu, a la vez que abrazaba con fuerza sus propias piernas. Las lágrimas amenazaban con salir, por lo que el de pendientes hanafuda corrió para consolarlo.— ¡La última vez las cosas salieron fatal! ¡Si lo haréis, no contéis conmigo!
— Inosuke, si quieres jugamos esta noche nosotros. Pero ahora hagamos otra cosa, hay bastantes niños asustados por eso.— Comentó Tanjiro mientras se ponía en pie. Entonces, alzó los brazos sonriente y sugirió otra idea.— ¡Juguemos al escondite! Estoy seguro de que todos querrán.— Hizo una corta pausa.— Nuestro terreno sería todo el jardín. Es algo extenso, pero el juego será más divertido.— Iguro hizo caso omiso a las palabras de aquel chaval y comenzó a alejarse de allí. El viento sacudía con fuerza su ropa. Subió la pequeña elevación del terreno para observar desde arriba el lugar.
Parecía que iba a llover. Las nubes cubrían el extraño cielo, el cual era de un color azul verdoso oscuro. No existía un cielo de otro color; lo normal era aquel tan oscuro que te regala la noche o ese, que era considerado el cielo de la mañana.
Los niños de aquel lugar no conocían nada más. No sabían cómo era el sol, solo conocían las nubes, la lluvia y la oscuridad. Aquel lugar debía ser iluminado siempre por antorchas ya que no había otra luz, aparte de las lámparas en el interior del edificio, las cuales siempre se mantenían encendidas para brindar luz.
Mientras observaba en silencio, sintió algo enrollarse alrededor de su pierna para llamar su atención.
— ¿Kaburamaru?— Preguntó al ver a su serpiente ahí.
Aquella era una serpiente muy especial para él. Alguien se la había regalado años atrás, aunque no recordaba su nombre. Solo sabía que era una chica de cabello castaño, el cual solía llevar suelto. A diferencia del resto, ella llevaba siempre un kimono de un color rojo vino suave, o al menos, aquello era lo que recordaba.
— ¿Sucede algo?— Preguntó nuevamente al ver como su serpiente regresaba al suelo y comenzaba a avanzar, deslizándose ágilmente a través de la hierba. Entonces, se detuvo un instante y meneó suavemente la cola, para luego seguir avanzando. Iguro, confundido, comenzó a caminar para seguirla.
Cada vez se le hacía más difícil ver. Su cabello, que se mecía bruscamente por el viento, se le cruzaba por delante, impidiéndole ver su camino. Andar era algo incómodo, ya que llevaba un enterizo ancho junto a un haori de rayas bastante grande para él.
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Niwa ➳ ObaMitsu (Cancelada)
FanfictionLa guerra había terminado cuando el último pétalo había caído. Cuando la última rosa había sido pisoteada y maltratada, el caos se detuvo. Miles de personas habían muerto. Cientos de niños habían perdido el rumbo y habían desaparecido. El fin del ca...