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Los quejidos de la joven no cesaban por más que trataban de controlar el dolor que sentía en ese momento. Gyomei estaba frustrado por ver a Kanroji de esa manera, luchando por el dolor que sentía en ese instante.

La marca... La marca que le habían hecho en el orfanato. No había desaparecido nunca, y por más que ella trataba de ocultarla, esta volvía a florecer en su cuello cada cierto tiempo.

— No podemos llevarla al hospital.— Comentó preocupada Aoi, quien había ido a ayudar a Himejima junto a uno de sus amigos y sus tres esposas, ya que ambos sabían que las marcas comenzarían a dañar a la joven de cabello bicolor nuevamente.— Esto es algo fuera de su alcance. Debemos calmarla, pero esto va de mal en peor. El mes pasado fue suficiente con el remedio de Shinobu-san. Esta vez no ha funcionado.— Un suspiro escapó de sus labios, justo en el momento en el que la otra chica gritó a causa del dolor. El sudor frío recorría su frente hasta caer sobre su cama y no podía mantenerse quieta, aunque trataba de contenerse un poco, presionando ambos pies contra su colchón y apretando con fuerza uno de sus hombros. Parecía no poder soportar su dolor.

Himejima soltó un suspiro y se dirigió a la puerta.— Mandaré un cuervo para que avise a Shinobu.

— El cuervo tardará mucho. Además de que las aves no pueden cruzar en la mayoría de las ocasiones. ¿Por qué no...?

— No existe otra forma de contactar con ella. No tenemos otra opción.— Kanzaki suspiró y se puso frente a Kanroji.— Incluso si falla, no tenemos otra opción. Kanroji es la única de nosotros que sabe cómo entrar.

— Está bien. Mientras tanto, yo trataré a Kanroji-san. Trataré de solucionarlo yo sola.— Gyomei asintió y se fue de allí lo más rápido que pudo. Por otro lado, la de ojos azules se acercó a Kanroji y se inclinó hacia delante para verla mejor. Con dos dedos, abrió uno de sus ojos para poder verlo. Luego hizo lo mismo con el otro, y así dos veces más. Tras eso, abrió su boca y observó atentamente.— No es una marca común. Parece que la dañaron durante lo que sea que le hicieran, pero esa no es la cosa ahora...— Susurró para sí misma, dirigiéndose al escritorio en el que se encontraban sus cosas.— Cada mes esa marca esparce veneno por el cuerpo de Kanroji-san. Pero este mes ha sido distinto, está expulsando uno más fuerte y desconocido. Si no actúo rápido podrá morir.— Frustrada, apretó sus labios y alzó su tono de voz.— ¡Makio, Suma, Hinatsuru, Uzui, necesito vuestra ayuda!— Gritó, esperando que la hubieran escuchado, cosa que fue así.

— ¿Qué sucede?— Preguntó Hinatsuru mientras se ponía al lado de Aoi junto a Makio. Suma, como siempre, se quedó atrás junto a Tengen, completamente confundida.

— La vida de Kanroji-san corre peligro. Necesito vuestra ayuda.— Uzui se acercó a ella, observando atentamente.

— Puedes pedirnos lo que sea.— Aoi sacó una hoja y la observó en silencio.

— Necesito hierbas medicinales. También... Hinatsaru-san, ¿eres sensible?— La susodicha la observó confundida, para luego negar con su cabeza.— Está bien, necesito que extraigas un poco de la sangre de Kanroji, si sabes hacerlo.— Hizo una corta pausa.— Uzui, Suma, Makio, vosotros,— Aoi comenzó a escribir algo en la hoja que acababa de tomar. Nada más terminar, se la extendió a Tengen.— buscad y traed todo lo que hay en esta hoja.

— ¡Entendido!— Makio gritó, antes de salir velozmente de allí junto con los otros dos.

— ¡Hinatsaru-san, vamos!— Aoi sacó una jeringuilla de su bolso.— Esto va a llevarnos mucho tiempo.

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Otro día en el que Kagome no iba a visitarlo. El día anterior había estado hablando con ella sobre las marcas que habían manifestado sus compañeros, acompañadas de una posible enfermedad corta y con una baja tasa de mortalidad, pero que era realmente insoportable.

Muichiro había mejorado, pero pasaba mucho tiempo en cama. Probablemente tardaría varios días en volver a reincorporarse. Por otro lado, Genya había estado sufriendo una clase de ataques los últimos días, unos en los que parecía perder la consciencia, pero seguía moviéndose y quejándose por el dolor.

Eso era algo que conseguía ponerle los vellos de punta, pensar que eso le podría pasar a cualquiera le ponía muy nervioso, pensado que incluso él podría ser el siguiente. Kagome se había visto muy tensa y había parecido muy atenta a los detalles que el joven daba. Parecía que conocía bien de qué se trataba, pero sin embargo, Obanai no pudo obtener las respuestas deseadas ya que la joven no había relevado mucho información.

Kagome, desde el principio, había sido una joven suspicaz, o al menos, eso pensaba él. Era tan desconfiada que no llegaba a sentirse del todo cómodo junto a ella. Bueno, no en todas las ocasiones había estado incómodo, el día de la biblioteca se sintió muy bien al estar junto a ella.

Pero sintió las cosas torcerse un poco cuando se atrevió a preguntar por las marcas. O era algo serio y un tema delicado para ella o no se lo decía porque tal vez Obanai sabía algo y podría empezar a recuperar algunos recuerdos perdidos.

— Tu cabello está más lindo ahora.— Comentó Nezuko, atenta en hacer bien su trabajo.— Esas mechas azules son hermosas. Aunque no sé cómo pueden haber salido así porque sí.— Iguro sintió un dolor en el pecho, acompañado del último recuerdo que tuvo de la joven.

Ella estaba en la entrada de la puerta del orfanato, con su cabello bicolor suelto en forma de ondas, portando un vestido como el de una muñeca, de tonos pasteles acompañados de unas medias blancas que le llegaban hasta la rodilla. Llevaba, además, unas botas de un marrón claro, junto a un pequeño maletín que sujetaba con ambas manos.

Su mirada era triste, parecía perdida entre los frascos de cristal que había en el modesto mueble de la entrada, algunos con plantas descansando en ellas y otros completamente vacíos.

Por último, recordó que lo observó a él. Esbozó una débil sonrisa, antes de separar sus labios para pronunciar las últimas palabras que escuchó decirle. “Nunca lo olvides, por favor. Hasta la próxima, Iguro-san.” Y tras eso, dio media vuelta y se marchó junto a Akaza. Obanai la observó con los ojos cristalizados, dolido por tener que separarse de ella.

Y lo último que recuerda es... Caer rendido justo en el momento en el que Kagome desapareció de su campo de visión. Eso le hizo fruncir el ceño confundido.

— Ya lo sé... Es extraño. Además, el de Genya se está poniendo amarillo por las puntas...— Comentó mientras echaba la trenza que Nezuko acababa de hacerle por encima de uno de sus hombros.— Muchas gracias.— La menor sonrió.

— No es nada.

— ¡Chicos, a comer!— Anunció Shinobu con su melódica voz, tan amable como siempre.

— ¡Sí!— Nezuko fue corriendo junto a la de haori de mariposa y pidió que la cargara, cosa que la contraria hizo sin rechistar.

Todos fueron abandonando la habitación lentamente para ir a desayunar, dejando a Iguro solo junto a sus pensamientos.

No podía dejar de pensar en lo mismo.

Y es que le estaba matando la curiosidad por saber qué eran ellos.

Niwa ➳ ObaMitsu (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora