11-Peleando con el sharingan

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La alarma pitaba lo que eso significaba como ya bien sabía que me tenía que levantar. Hoy volvería a entrenar con Kakashi, tenía muchas ganas, pues ahora que había despertado el sharingan me iba a enseñar a utilizarlo.
Me levanté demasiado rápido pues mi vista se empezó a nublar pero luego volvió a la normalidad. Cogí Ramen y lo comí, más tarde cuando acabé me duché y cambié, luego salí a la calle, hoy como ayer habíamos tenido misión no entrenábamos.
No di ni cinco pasos y ya escuché una voz a mis espaldas.
—¡___!—dijo la voz, me giré y vi a Boruto corriendo hacia mi saludándome con la mano.
—Hola Boruto, ¿cómo es qué estás despierto a estas horas?—pregunté cuando Boruto llegó hasta mí.
—Pues porque me apetecía dar una vuelta a estas horas.
—Qué raro de ti...
—¿Peleas contra mí?
—Si tanto insistes... pelearé contra ti.
—¡Bien! Vamos a dónde siempre.
—Vale.
Fuimos andando hasta el río y cuando llegamos  nos pusimos cara a cara.
—¿Valen los jutsus?—preguntó Boruto.
—Como quieras.—respondí.
—Entonces sí que valen.
—Vale, ¿estás preparado para perder?
—Sí, cuando quieras.
—Ya.—dije y me abalancé sobre él.
Su cara pasó a estar sorprendida y le di un golpe, pero en vez de darse para atrás sonó  un plof y Boruto desapareció. Mierda, me había comido un jutsu de multiplicación. Cogí un kunai y lo lancé a un árbol que había a mi izquierda, podía activar el sharingan, pero me pareció que sería muy injusto. Pero cuando Boruto me metió un golpe en la cara decidí utilizarlo.
—¡Sharingan!—dije.
Veía todos los movimientos de Boruto, así si que le iba a ganar sin problemas. Seguimos peleando, y yo cometí un error, prolongué demasiado el combate, porque después de un rato de que eligiese alargar el combate llegó Sarada y nos saludó, yo volteé a ver quien nos saludó, pero Boruto no se volteó y me puso un kunai sobre el cuello.
—Te he ganado ___. ¡Te he ganado!—exclamó feliz Boruto.
—Me has ganado Boruto, me has ganado—dije con una sonrisa.
—Hola chicos,¿qué tal?—preguntó Sarada acercándose a nosotros.
—Bien,¿tú?—contestó Boruto.
—Bien.—respondió ella.
—Bueno, he perdido Boruto, me has ganado,¿estarás feliz no?—dije yo.
—Por supuesto, de hecho estoy con una felicidad en el cuerpo que no te la puedes ni imaginar—contestó él con una sonrisa.
—¿Cómo tan pronto? Si hoy es domingo.—cuestionó Sarada.
—Como siempre.—respondí yo.
—Me apetecía pelear contra ___.—dijo Boruto.
—¿Qué os contáis?—preguntó Sarada.
—Nada en especial.—contesté yo.— Como mucho que quiero echaros la revancha, pero más tarde.—bostecé mientras decía lo último.
—¿Qué quieres perder contra mí de nuevo?—se burló Sarada y Boruto asintió.
—Fue solo una vez, eso nunca volverá a pasar.—dije con voz enfadada.
—Hola chicos.—dijo Kakashi mientras bajaba de un árbol.
—¿Qué hacías en ese árbol?—pregunté.
—Verás, es que como estabais peleando me quedé en el árbol leyendo.—contestó él.
—Ah vale,¿qué quieres Kakashi?—volví a preguntar.
—Vine para entrenar contigo.—respondió.
—Vale bien.—levanté la mano y la moví de derecha a izquierda haciendo un despido.—Adiós chicos.
—Adiós.—respondieron Boruto y Sarada.
—¿Estás?—preguntó Kakashi.
—Sí, vamos.
Fuimos hasta la montaña y cuando llegamos Kakashi se dirigió a mí.
—Vale, te vas a enfrentar a mí hasta mediodía con el sharingan, no creo que llegues hasta mediodía pero inténtalo.
—Vale.¡Sharingan!
Dicho eso fui hacia él ya que como se había puesto a leer un libro no se fijaba en mí, así que sería fácil darle un golpe. Fui a darle una patada en la cara con mi pierna derecha pero lo paró con su pierna izquierda. Y así seguimos hasta que empecé a sentirme cansado, y, me caí al suelo al perder mis fuerzas.
—Has durado hasta mediodía, mis felicitaciones—dijo Kakashi mientras me cogía de una mano y me ayudaba a levantarme.
—Pero no noto ningún cambio.—contesté.
—Lo sé, todavía te queda bastante, pero por hoy lo has hecho muy bien. Ahora si no te importa me voy, que tengo mucho que hacer.
—Vale adiós.
Kakashi se fue y yo me quedé viendo las vistas.
—¡___!—exclamó una voz.
Me di media vuelta y vi que era Sarada,¿qué haría aquí?
—¿Qué haces aquí?—pregunté extrañado.—¿Y Boruto?
—Es que mi amiga está en una misión...—dijo sonrojandose un poco.—Y Boruto dijo que se iba porque sino su madre se enfadaría con él y le daba miedo cuando se enfadaba.
—Ah,¿pero qué hora es?
—Las 13:00.
—Guay, esto Sarada,¿qué le dijiste a Himawari el otro día?—pregunté pues me acordé de ayer, cuando me quedé con las ganas de saber eso.
—¿Qué día?
—No sé qué día se lo dijiste, solo sé que ayer ella me dijo que "oye ___, a Sarada..." iba a terminar la frase pero su padre le dijo que eso no lo podía decir.
Ella al oír eso se sonrojó mucho, hasta tal punto que ninguna otra vez.
—Pues... la dije que... me gustan las flores.—dijo y suspiró.
—Ah, vale, me pregunto por qué le dijo Naruto que no lo podía decir...
—No sé, jeje.
—¿Te quieres sentar? Sentado se está más a gusto.
—Si insistes...—dijo mientras se sentaba al lado mío.— Bueno ___, ¿aparte de mí y Boruto tienes algún otro amigo?
La pregunta me sorprendió y pude notar mi cara caliente, me había sonrojado.
—No.—contesté con la cara sonrojada aún.
—Entonces recuérdame que te lleve a ver a mis amigos.
—No sé yo si les caeré bien...
—Ya verás como si.—dijo mientras ponía su cara en mi hombro derecho, y, yo en cambio seguía mirando el cielo.
Así estuvimos un rato hasta que Sarada se dio cuenta de algo.
—___, me tengo que ir...
—Vete, a mí me da igual.
—Vale, adiós.—dijo mientras se levantaba y se marcaba a su casa a comer. Llegó hasta un árbol de los muchos que había y se dio media vuelta.
—Luego vuelvo.
—Vale.
Después de un minuto desde que se fue Sarada me levanté yo para ir al Ichiraku Ramen, pero mientras caminaba tuve una sensación rara. Algo iba mal,pero,¿qué podía ser? Hice caso omiso a la sensación que tenía y llegué al Ichiraku.
—Buenos días jefe.—saludé.
—Hombre ___,¿lo mismo?—respondió un señor viejo al otro lado del mostrador.
—Si por favor.—respondí y me fijé en una chica mayor, no superaría los 45 años,y guapa,que estaba al otro lado del mostrador.
—Jefe,¿cómo se llama la nueva empleada?—pregunté.
—No es una nueva empleada, es mi hija se llama Ayame.
—Ah, encantado Ayame.—dije haciendo una sonrisa a la chica.
—Lo mismo digo—respondió ella con una sonrisa la cual mostraba sus dientes blancos.
—Aquí tienes, ___.—intervino el dueño del Ichiraku.
—Gracias. Qué aproveche.—dije y empecé a comer el Ramen,
Cuando acabé me despedí y fui hasta la montaña de nuevo, en la cual no había nadie, estuve entrenando hasta que apareció Sarada con Boruto. Cuando les vi me acerqué a ellos.
—Hola chicos.—saludé.
—Hola ___, ¿qué tal?—me respondió Boruto.
—___,es-estooo,¿puedes ponerte la camiseta?—dijo Sarada con la cara rojiza.
Ups, se me había olvidado que me quité la camiseta para entrenar por el calor que hacía.
Fui hacia donde me hallaba antes y cogí la camiseta del suelo, me la puse y volví con ellos.
—Lo siento, se me olvidó que me la había quitado—me disculpé.
—No importa—contestó Boruto.—Bueno,¿qué queréis hacer?
—Me da igual—respondí.
—Pues... entrenemos.—propuso Boruto.
—Vale.—dije.—¿Por qué no lucháis Sarada y tú? Yo sigo cansado por lo de esta mañana.
—Bueno,¿por qué no?—contestó el.—Sarada cuando estés lista.
Me separé de ellos y me senté en el suelo, ellos empezaron a pelear, aunque solo me fijaba en Sarada porque me parecía brillante cada uno de sus movimientos, ya que tenían determinación. La pelea acabó muy pronto, pero se podía observar cómo el sol se iba guardándose.
—Chicos me voy a casa—dijo Boruto cuando acabó la pelea.
—Te acompaño—respondí.
—Voy yo también con vosotros.—repuso Sarada.
Acompañamos a Boruto a su casa y nos despedimos de él.
—Bueno,¿quieres que te acompañe?—pregunté a Sarada cuando entró Boruto a su casa.
—Si no tienes nada mejor...
—No, lo único que tengo que hacer es dormir ósea que te acompaño.—repuse con una sonrisa.
Nos pusimos a caminar rumbo a casa de Sarada, estuvimos el camino en silencio y cuando llegamos a su casa yo me despedí de ella y me di media vuelta, pero una voz grave en una parte de mi mente me dijo que no me fuese todavía, así que me volví a dar media vuelta y vi a Sarada con la vista en el suelo.
Me acerqué a ella y le subí la cara para que me mirara.
—¿Te pasa algo?—pregunté mirándola a los ojos.
—Sí, mañana llega mi padre a casa de nuevo y hace mucho que no le veo, pero tengo miedo de que no se acuerde de mí.—respondió ella y una lágrima resbaló sobre su preciosa cara.
Un momento,¿acababa de pensar en el adjetivo preciosa para definir su cara? Me quité ese pensamiento de la cabeza pues lo que tenía que hacer ahora era animar a Sarada.
—Mira Sarada, no sé cómo te sientes ahora mismo, porque ya sabes que nunca he tenido padres pero sí que sé lo que tienes que hacer ahora. Tienes que olvidar el pensamiento de acordarse de ti o no porque él es tu padre y los padres siempre piensan en sus hijos.
Sarada me dio un beso en la mejilla y noté como mi cara se volvía caliente, me había vuelto a sonrojar. Sarada al ver mi reacción soltó una risa suave y luego volvió a mirar a mis ojos.
—Gracias por animarme.—dijo con una sonrisa.
—Para eso estamos. Bueno, creo que tengo que irme.
—Sí, yo también tendré que entrar a casa. Adiós.—se despidió de mí con una sonrisa formada en sus labios.
—Adiós—me despedí de ella y ahora si que después de ver entrar a su casa a Sarada me fui a la mía.
Al llegar seguía pensando en el beso en la mejilla que me dio Sarada, y no entendía por qué pensaba tanto en eso. Cené Ramen y me fui a dormir.

¿Cómo ha sido esto posible?{Sarada y Tú}(Libro 1) FINALIZADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora