Capítulo 4

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DESTINY

Mis piernas flaquearon.

Y por un momento deseé darme la vuelta y huir de nuevo, pero de alguna forma imaginé que papá sería mucho más rápido que yo y, eso terminaría en una tragedia.

—Siéntate. —demandó, con voz gélida, comenzando a inquietarme.

Pero obedecí.

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó, en voz baja, sin mirarme.

—Ya no eres el mismo. —contesté— ¡Me llamaste bestia! ¿Cómo pretendías que reaccionara, eh? ¿Tirándote flores y piropos? No, lo lamento, pero no.

—Soy tu padre, Destiny, y debes respetarme. —se mostraba sereno, pero fuerte.

—Y yo soy tu hija, y también merezco respeto.

—¡Me levantaste la mano, fuiste una completa niñata grosera!

Abrí la boca, indignada, y me puse de pie.

—¿Niñata? ¡Y me hablas de respeto!

Se puso de pie.

—¡Soy una autoridad aquí!

—¡Eres mi padre, no el presidente de mi vida!

Se acercó a paso rápido, y me gritó:

—¡Soy lo único que tienes en tu mísera vida porque tu madre te abandonó!

Mi corazón dejó de latir por un microsegundo, lo miré a los ojos, pero sólo conseguí lástima y arrepentimiento en medio de un cuerpo sin alma alcoholizado.

Lo señalé, buscando algo para defenderme pero, de mi boca no salió nada más que un jadeo roto, que comenzó a dar paso a lágrimas finas. Me alejé, y subí las escaleras con rapidez.

Tuve intenciones de regresar con Sunhe.

Tiré la puerta, y busqué en mi amario una chaqueta, junto con una mochila. Oí pasos en el pasillo, y entonces, cuando me acerqué para cerrarla con pestillo, alguien más se me adelantó, del lado contrario, y la cerró con llave.

Tenía que ser una broma.

—¿¡Papá!? —grité, sintiendo que largaría el corazón por la boca—, ¡Papá, abre la puerta, por favor! ¡PAPÁ!

—¡No saldrás, no puedes salír! —me gritó de regreso, y se fue alejando, hasta que el eco de sus pasos cesó.

¿¡Pero qué demonios le pasaba!?

Me apresuré a correr hacia la ventana, y solté todas las palabrotas que aprendí a lo largo de mis 20 años.

La ventana, estaba cerrada con un candado del tamaño de mi mano, y no sabía cómo carajos no me había dado cuenta de eso cuando entré, pero estaba, y estaba básicamente, en pocas palabras, en cautiverio por obra y gracia de mi propio padre.

Tiré de mi cabello, con frustración, y me recosté en la puerta, deslizándome hasta el suelo.

—Mamá no me abandonó —susurré para mi—, mamá estaba enferma, y está muerta. Muerta, Destiny, diez metros bajo tierra en un maldito cementerio.

Sentía que las paredes se me vendrían encima si no hacia algo para salir, la noche estaba a nada de caer, y no tenía muchas opciones, no podía hacer nada, y debía obtener respuestas para su estúpida y anormal actitud. ¿A caso había comenzado a drogarse y yo no me di cuenta?

Sonaba gracioso, pero la situción no era la mejor para reir.

Me levanté del suelo, con los pensamientos revueltos, y mi estómago amenazando con soltar lo poco que había comido en el día. Arrastré la silla de mi escritorio hasta la ventana, me quité los zapatos, y me senté a observar cada persona que pasaba, ¿tendrían una historia bonita y triste para contar? la ventana se veía tentadora para romperla, sin embargo, no era una muy cuerda opción, me dañaría, y sería difícil deambular herida.

La noche me atrapó, sabía que la luna y las estrellas sentían lástima por mí, «pobre chica» pensarían.

Mi estómago rugía con fiereza, y me rompía internamente el hecho de que mi propio padre, quien me cuidó y "amó" gran parte de mi vida, estuviera haciendo tal acto inhumano y cruel. Seguía apegada a la ventana, cada vez eran menos los que pasaban caminando o charlando animadamente por la acera vecina, pasaron horas, y cuando solo las luces de los falores eran las dueñas de las calles, me fui a la cama y miré la hora en el reloj que estaba en mi mesa de noche.

Dos y cuarto de la mañana, y Destiny seguía sufriendo en soledad, genial.

Estar en tal situación, me recordó a la primera semana que había estado ahí, después de varios intentos de huír, papá me había mantenido encerrada, igual que en ese momento, con la diferencia de que, de vez en cuando, se acercaba a charlar conmigo, como solía hacerlo en Starville. Odiaba estar sola tanto tiempo, porque los recuerdos de mi antigua vida me atacaban. Cuando estaba aburrida, solo salía y caminaba un par de segundos hacia la casa vecina, Avery tenía mil y un historias para contarme, o bien, aventuras para ofrecerme.

 Y joder, extrañaba tanto eso, que de saber que sería la última vez que pasaría algo asi con ella, me hubiese aferrado con más fuerza.

Cuando dieron las dos y media, un sonido sordo de un metal chocando contra el suelo me alarmó. Me tiré al suelo, y miré por debajo de la puerta. No podía creerlo, pero era real, la llave estaba a escasos centímetros del bordillo. Podría alegrarme, cantar «¡Eureka!» pero sería en el caso de no conocer tan bien a mi progenitor.

Saqué mi mano, con cuidado, y jalé de ella con rapidez, una vez la tuve entre mis dedos, la introduje con delicadeza, sin hacer mucho ruido, en la cerradura, y la giré hasta que escuché un «Click». Tomé mi celular de la cómoda, y encendí la linterna, todas las luces de la estancia estaban apagadas ¿un dato inquietante? las luces del despacho de mi padre también estaban apagadas. Mis pies estaban descalzos, pero fue lo que menos me importó. Caminé hasta su despacho, y toqué dos veces sin recibir respuesta. Mi corazón estaba comenzando a latir con fuerza, la situación comenzaba a asustarme en secreto, si mi padre hubiera lanzado la llave sus pasos resonarían en el pasillo, y estaba segura de que en ningún momento lo hicieron.

Bajé las escaleras y entré a la cocina, tenía miedo, sí, pero mi hambre era mucho más grande que eso. Encendí la luz, y me acerqué a la nevera, puse el telefono en la encimera mientras buscaba algo para calentar. Un par de trozos de pizza de la noche anterior estaban ahí, y fueron mi milagro hermoso. Los metí al microondas, y me crucé de brazos, intentando concentrarme en el sonido del aparato para no entrar en locura por el silencio poco sano que había en la casa. Sí me preocupaba el hecho de que mi padre no estuviese en su despacho, pero con el estómago lleno es mucho mejor hacer una investigación.

Entonces, justo en el momento que el aparato comenzo a sonar con un "¡Pi, pi, pi!" desesperante, mi celular comenzó a sonar y a vibrar como loco. Me sobresalté, con el corazón latiendo a mil, saqué la pizza, y la puse sobre el mármol mientras tomaba un trozo, y a la par contestaba el teléfono.

—¿Hola? —hablé, llevándome un trozo a la boca.

—Hola, Dess. —contestaron al otro lado, una voz un poco ronca, varonil y baja.

Fruncí el ceño, separé el celular de mi oreja y verifiqué que era un número no registrado.

—¿Hola? ¿Quién habla? —pregunté, manteniendo la calma.

—Ha pasado un tiempo, pero mantuve la esperanza de que por los caídos, me reconocerías, chica pelirroja.

La pizza se resbaló de mis dedos, callendo a centímetros de mis pies, sentí que mi corazón dejó de latir, mis pulmones de recibir oxígeno, y que todo a mi al rededor estaba paralizado cuando reconocí a la persona del otro lado de la línea, o mejor dicho, su voz.

Pude imaginarme el olor a menta y cigarrillos.

—Snow.


DESTINY© [S.S #06]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora