Capítulo 14

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DESTINY

Fruncí el ceño, acomodándome y sentándome mejor frente a ella, de piernas cruzadas. Puse mi cabello rojizo detrás de mis orejas, y la miré.

—¿Lo conoces? —pregunté, teniendo una pizca de miedo y curiosidad por su respuesta.

¡Obvio que lo conoce! Por algo actuó así.

—Sí. Era muy conocido en Garoha, es un príncipe, literal. Además, es bastante guapo. —sonrió como boba, y se tornó seria— ¿De dónde lo conoces tú?

—Mis amigos... —dije, en un murmuro—. Es parte de mi grupo de amistad.

Se sentó como yo, y se acercó a mi, creando un circulo confidencial.

—Dess, a partir de ahora sólo seremos tú y yo desmantelando este laberinto. Gareth no nos dirá nada, y lo que yo sé es algo muy escaso para hacer algo. —aseveró— Snow estuvo en los pozos infernales, según me contó Gareth, porque intentaron detener a una bruja. Pero no funcionó como esperaron, se necesitan de tres príncipes unidos para poder matarla. Y hasta los momentos solo existen dos.

—¿Quién es la bruja?

—Kenna. —dijo, en un susurro, como si ese nombre trajera maldiciones— Tengo la leve sospecha de que ella tiene algo que ver con absolutamente todo este rollo, de punta a final. Pero, Gareth no me suelta mucha información. Si Snow te llamó, eso confirma el hecho de que se escapó de los pozos, pero tal vez esté muy herido, no cualquiera sale vivo de ahí, o ileso. Gareth me ha pedido que te cuide desde un principio porque dice sentir que alguien te busca, un grupo de personas. No sé para qué, concretamente, pero lo hacen.

Fruncí el ceño, confundida.

—¿Entonces, desde que te conocí, me hablaste solo para cuidarme?

—¡Por los santos, no! Llevaba muchísimo tiempo viviendo aquí, tu misma te diste cuenta, entré contigo en la universidad. Gareth me dijo hace poco, que eras alguien a quien debía proteger pero no me dijo porqué. Y eso, mi querida pelirroja, es lo que tenemos que descubrir.

—Entiendo. —dije, asintiendo.

—Pero la cosa es, ¿cómo? —bufó—. Tenemos que estar alertas a cualquier otro ataque. Aprovechar la ocación y recolectar evidencias que nos ayuden a saber de quién se trata. Podríamos estar hablando de dos bandos; los que te quieren hacer daño, y los que pretenden tomarte para otra cosa que desconocemos.

—La señora en la biblioteca, y el autobús. Van dos ataques. —dije, intentando unir los cables sueltos— Y el acosador de mi casa...

Chasqueó sus dedos, y puso una mano en su mejilla, pensativa.

—Gareth me contó de esa noche. Dijo que era un chico alto con tez pálida. —asentía, dudosa— Debes estar atenta las próximas noches si sigue estando por los lares de tu casa. De inmediato, llámame para seguirlo. Procura no llamar a Gareth porque sólo complicaría las cosas, Dess. Finjamos que estamos en esto solas, de lo contrario, nos mantendrá hundidas en secretos y, por un demonio, odio que sea así.

Asentí a todo lo que dijo, estando de acuerdo.

Luego de nuestra charla, nos quedamos dormidas, teniendo solo un par de horas antes del amanecer. Debía pasar por casa como prometí a papá, y con Sunhe de mi lado, seria más fácil afirmar mi mentira blanca, para que no sospechara.

Me quedé un rato despierta, viendo a Sunhe dormida. Gareth aún no regresaba y ya habían pasado horas. Me sentía mal por mentirle, pero sabía que en parte, el idiota tatuado tenía razón. Si Sunhe recordara el desastre antes de despertar, su corazón se rompería, no lo merecía. No supe en qué momento me dormí, pero sentí que descanse un poco de toda la marea de caos que pasé. Que pasamos.

Sunhe me zarandeó un poco.

—Dess, son las seis, debemos ir a casa.

Me desperecé, asintiendo. Me levanté con pasos torpes y busqué entre las sábanas mi celular y mis llaves. Sunhe preparó fideos instantáneos y ese fue nuestro desayuno, todo un gourmet. Me prestó una sudadera de Gareth, y ella se puso una rosada de ella (tenía varias, pero me iban pequeñas, el cuerpo de Sunhe era más pequeño que el mío) ya que hacía un frío infernal. Entonces, salimos para comenzar nuestro camino a casa. Tomamos el autobús de siempre, asegurándonos y estando alertas de que no seríamos atacadas de nuevo. El bus paró en la estación cerca de casa, tardando justamente quince minutos, y se ahí comenzamos a andar que paso rápido. Metí las manos en los bolsillos de la prensa, soltando aire blanquecino por mi boca. Sentía que mis mejillas se quedarían tiesas. Caminábamos y charlabamos de cosas triviales, y justo en la esquina de la cuadra de mi manzana, vimos a alguien parado frente a ella, con traje negro, alto, y la cabeza elevada observando hacia mi ventana.

—Sunhe, mira. —la tomé del brazo, e hice que se apartara un poco a una de las paredes de las casas vecinas, intentando escondernos.

Sunhe agudó su vista, observando al individuo.

—¿No puedes sacar una espada de tu espalda como hizo tu hermano? —pregunté, entrando en un colapso mental.

—No sé si pueda hacerlo, honestamente. Pero podemos usar un garrote en caso de que la cosa se ponga fea. —me señaló el suelo, y miré.

Gracias vecinos por tener garrotes oxidados en su jardín.

Tomó el utensilio y lo escondió en la parte trasera de su sudadera, pegado a su espalda. Me tomó de la mano, caminando semigachadas.

—Dess, has esto. Camina hasta tu casa como si no supieras que él está ahí, de lo más normal. Y yo me acercaré por la acera contraria. ¿Comprendes?

—Sí.

Asentimos, y nos separamos. Me puse la capucha, con el cabello fuera, y caminaba plácidamente a mi hogar. De reojo vi el cuerpo de Sunhe arrastrarse a la acera del frente, al mismo paso que yo. Un par de pasos llegando a casa, el individuo desvió su mirada hacia mí, podía sentirla. Entonces, caminé hacia el porche, y me quedé un momento quieta. Miré a mi alrededor, con detenimiento, viendo algo con qué defenderme pero no había nada. Miré mis pies; esos mismos eran. Me quité lentamente los zapatos, sosteniendolos con fuerza.

Me giré lentamente, y él seguía ahí, "escondido". Me armé de valor, sintiendo mis manos temblar y mi pulso acelerarse. Comencé a correr hacia él, y al mismo tiempo, Sunhe también lo hizo. Él reaccionó de inmediato e intentó correr pero Sunhe fue rápida y se posó frente a él, cuando intentó darse la vuelta, le tiré un zapato dándole justo en la cara, y eso me dió tiempo suficiente para seguir corriendo y llegar para atajarlo. No tenía salida, Sunhe estaba detrás de él, y yo delante. Apuntándole con mi zapato.

—Quítate la capucha. —mandé, sonando molesta.

El tipo tenía la cara baja, mirando al suelo.

—¡Yah! ¡Te está hablando! —dijo Sunhe.

El tipo alzó la mirada; vi su par de ojos azules abrirse de sorpresa. Fruncí el ceño, aún no miraba hacia atrás, su vista estaba fija en un punto encima de mi cabeza, pude notar entonces que su pálida frente estaba cubierta por una mata negra de cabello, salvaje, abundante. Sunhe presionó el garrote contra la espalda del chico, y él se movió por la fuerza un par de centímetros.

—Te golpearé si no te quitas la capucha. ¿Me estás escuchando? —Sunhe demandó.

Entonces, los ojos oceánicos del chico comenzaron a cristalizarse. Dejándome confundida. ¿Qué demonios le pasaba?

—Sunhe... —murmuré, intentando llamar su atención.

Repentinamente, el individuo habló.

—¿Sunhe?

DESTINY© [S.S #06]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora