Christine

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El monitor de bebe sonó en medio de la penumbra de la noche. Los tenues gemidos de la recién nacida despertaron al flamante padre de un sueño ultra ligero, ya que se habia ido a la cama en estado de vigilia, anticipando que la madre de aquella pequeña estaría exhausta después del parto apresurado en un establo. Lentamente se escabullo del abrazo feroz de su novia y fue por el pasillo hasta la habitación que tan amorosamente preparo para su niña.

Su hija.

Una vez quise volar,

una vez quise decir,

y mi ilusión se cumplio

desde que la vi salir de un escondite divino.

Nada lo había preparado para enfrentar un nacimiento tan fuera de los limites. El caballo mirando, Bones gritando de dolor entre la paja y el heno, el mismo en mangas de camisa pues había hecho un pequeño nido con su saco y la gabardina de su novia para que su bebe nonato no cayera en medio del frío suelo o se perdiera entre el forraje destinado a los animales. No había lugar mas indigno para nacer y sin embargo la ironía no se perdía en el. El nacimiento de su niña ocurrió de la misma manera que, el creía firmemente, se llevo a cabo la venida del Salvador del Mundo y a pesar de la palabrería airada de la flamante madre no iba a cambiar por nada ese pensamiento.

Su niña había tenido un nacimiento único y por la semejanza innegable solo podía pensar que era una bendición implícita para su nena.

Llego a la habitacion de la pequeña y la tomo en brazos antes de que pudiera llorar en serio.

Ahora que puedes soñar,

ahora que piensas distinto,

saca de lado el prejuicio

y no te dejes llevar por lo que digan los libros...

Booth sonreia a la pequeña que bostezaba satisfecha despues de tomar la leche maternizada. Veia mucho de Brennan en ella. Los ojos azules eran lo mas resaltante ya que no eran los ojos tipicos de los recien nacidos sino los mismos ojos de su madre, que en ese momento estaban grises de sueño y acompañados de un segundo bostezo que casi arranca una risotada a su feliz padre... pero recordo que la mujer a la cual debia el diminuto milagro que se adormilaba en sus brazos tambien estaba cansada y decidio mecerla hasta que la agitacion por tenerla por fin frente a el disminuyera y ambos pudieran dormir en paz.

Recordo una cancion que habia escuchado ya hace algun tiempo. Una cancion que un padre primerizo y emocionado dedicaba a su bebe y a pesar de que sabia que no tenia una voz decente como para presumir frente a nadie, decidio arriesgarse y cantar para su hija. A Bones la hizo emocionar hasta las lagrimas cuando le cantaba por las mañanas a su hija desde el vientre y dado que los niños tienen memoria fetal auditiva y demas papurruchas que le decia su compañera, esperaba que la bebe reaccionaria a la cancion que cantaba para ella desde que supo que venia en camino.

Asi que tomo aire, pidio un poco de fe para el y aguante para la bebe y comenzo.

Cuando vayas creciendo Christine,

dentro de tu cabeza,

vas a guardar las flores que Mamá

en el jardin sembró.

Y cuando te des cuenta Christine,

que la vida es un juego,

vas a lanzar canciones al sol

que Papi te enseñó...

Esa noche, Seeley Joseph Booth no era agente del FBI, ni ex ranger condecorado del ejercito, ni guardabosques, ni soldado en multiples batallas. No era un padre de fin de semana, ni un hijo abandonado por su madre, ni mucho menos un hijo golpeado por el alcoholismo de su padre. No era un adolescente marcado por la sombra del suicidio, ni un ex-jugador universitario futura estrella de baloncesto. No era un hombre golpeado, fracturado, volado, secuestrado, torturado, ni un novio o amigo rechazado.

El era simplemente, el padre de Christine y le daba gracias a Dios por haber sobrevivido a todo lo anterior para disfrutar a plenitud este momento como lo que era.

La suma y reinvindicacion de todo lo vivido hasta ese instante.

Mi vida te la daré.

Te bajaré las estrellas

para que juegues con ellas

y antes de que te duermas,

tu canción, cantaré...

Temperance despertó escuchando la potente voz de su compañero desde el monitor infantil de su hija. En la bruma de los sueños creyó escuchar una canción de cuna a lo lejos y ahora ya despierta se dio cuenta que era nada mas y nada menos que su mejor amigo, amor de su vida y padre de su hija quien cantaba la nana a su pequeña para adormecerla y arrullarla. Decidió comprobarlo con sus propios ojos y atravesó el pasillo descalza para no sorprenderlo y que dejara el canto que ella quería presenciar. Llego hasta la puerta de la habitación de su nena y vio a aquel hombre grande y fornido con su pequeña en brazos, mirándola como lo mas precioso de su vida y cantando en susurros a la niña dormida. La ternura y reverencia con la que aquel hombre cantaba la canción tan conocida para ella desde que se enteraron que su pequeña venia en camino, humedecieron sus ojos de amor infinito al saber que jamas tendría que preocuparse por la seguridad de Christine mientras su padre la tuviera en brazos

Cuando vayas creciendo Christine,

dentro de tu cabeza,

vas a guardar las flores que Mamá

en el jardin sembró.

Y cuando te des cuenta, mi amor,

que la vida es un juego;

vas a lanzar canciones al sol

que Papi te enseñó...

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