Capítulo 17

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Cuando estaba solo sin hacer gran cosa, quería que llegaran rápido las clases. Ahora que han llegado, quiero estar de vacaciones de nuevo. Mis mañanas son todas iguales: me levanto sin que mi mamá lo haga, me doy una ducha, bajo a comer algo, me lavo los dientes de nuevo antes de salir y salgo. Sin embargo, me estresa tener que levantarme tan temprano.

Lo peor del caso, es que eso no acaba jamás. Este año finalmente iré a la universidad, lo cual incluye levantarme ya sea a ver clases, trabajar de medio turno o estudiar. Después de eso, viene la vida laboral.

¡Dios!

Kelvin y yo quedamos en vernos en la entrada del colegio. La camioneta negra del papá se detiene frente al colegio y Kelvin baja de la parte de atrás, donde está sentado su papá y me saluda con el sobrenombre de siempre.

—Hola —extiendo la mano al verlo.

—¿Cómo que hola? —toma mi mano y me hala hasta él para abrazarlo—. Feliz navidad y feliz año —besa mi cabello.

La incomodidad que siento me supera. Ver tanta gente pasar, padres deteniéndose frente al colegio a dejar a sus hijos, estudiantes entrando al colegio y que todos nos vean, me hace sentir muy incómodo. Como puedo, me separo de su agarre.

—No lo vuelvas a hacer, por favor. No delante de tanta gente —le pido, avergonzado.

—Mi amor, estamos en el siglo XXI. A la gente no le importa estos tabúes hoy en día.

—Las miradas dicen otra cosa, Kelvin. Vamos por parte, por favor —me doy media vuelta y entro.

Kelvin me alcanza y camina a mi lado seguro de si mismo. Si bien no me sostiene la mano o me agarra de otra manera, el roce entre nuestros cuerpos es evidente. Además de ello, la forma en que todos nos ven.

Los colegios son como pequeños pueblos, dónde los chismes corren más rápido que el agua de una represa rota.

Nos metemos en la fila del ascensor y no puedo evitar sentir molestia de ver tanta gente viéndonos y me provoca preguntar qué mierda ven. Realizo un pequeño ejercicio de respiración y logro controlarme. Stephanie llega corriendo, tarde como siempre si no viene conmigo, y se une a nosotros en la fila, dónde ya estamos a punto de pasar.

—Llegué —balbucea, cansada.

—Buenos días —saludo.

—Kelvin —dice su nombre a modo de saludo después se calmarse.

—Hola, Stephanie —responde con una sonrisa.

Al verlo sonreír, la molestia desaparece de mi cuerpo.

Ya es nuestro turno en el ascensor y solo subimos nosotros tres, los que vienen detrás de nosotros deciden no subir.

—Quiero verlos dándose un beso —pide Stephanie en lo que se cierran las puertas.

—Claro —afirmo.

Kelvin sostiene mis brazos e inclina la cabeza hasta mi posición.

—¿Qué haces? —pregunto, alejándome.

—Dijiste que sí cuando Stephanie pidió el beso —responde.

—Ella no dijo cuando.

—Es obvio que ahorita —aclara Stephanie.

—Lo siento, eso no pasará.

—Pero amor, yo...

Las puertas del ascensor se abren y yo salgo de primero. Desde adelante, puedo escuchar a Stephanie y Kelvin murmurar algo. Volteo inmediatamente y les dedico una mirada asesina, para regresar la vista al frente.

Enséñame a SoñarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora