La primera semana de clases pasó en un abrir y cerrar de ojos.
Ya no estoy molesto con Stephanie, solo estoy alejado de ella para que aprenda una lección. Ha llamado, mandado mensajes, ha intentando acercarse a mí, pero siempre la rechazo. No me siento a comer con ella ni he hecho más tareas. Todo lo hago solo.
He pensando que soy exagerado. La cuestión es que ella debe aprender de alguna u otra manera. Siempre me he ganado regaños innecesarios por su culpa. Pero que me aplazaran una nota nunca.
La evaluación de Entrenamiento Físico para hoy es correr veinte minutos.
Veinte minutos.
Correr veinte minutos.
No lo soporto.
Estoy sentando frente a la pista, esperando mi turno y escuchando música. Alguien se me sienta al lado sin decir nada. Sin embargo, yo reconozco ese perfume. Lo he olido durante mucho tiempo.
—¿Qué quieres? —pregunto. Le bajo volumen a la música, pero no me quito los audífonos.
—¿Hasta cuándo piensas mantenerme alejada?
—Hasta que lo vea necesario.
—¿Por una simple nota me vas a...
—No es solo la nota, Stephanie. Es tu actitud con algunas cosas y lo despreocupada que eres con tus responsabilidades.
No dice más nada, pero se mantiene a mi lado.
El profesor nos llama para empezar a correr. Hago todo mi esfuerzo por mantenerme trotando. Cada minuto que se corre es un punto.
—Hola —saluda Kelvin.
Hizo amistad con medio instituto en una semana, por lo que no volví a hablar con él después del primer lunes. Solo nos saludábamos en el aula cuando llegaba, pues se sienta detrás de mi.
—¡Hey! —digo, quitándome los audífonos.
Sonríe y siento un corto circuito en mi cabeza.
—¿Todo bien con Stephanie?
—Normal. ¿Quieres salir con ella? ¿Necesitas ayuda?
—¿Parezco necesitar ayuda para salir con alguien?
Suelta la pregunta y acelera el paso para seguir corriendo.
Engreído.
Continúo haciendo todo el esfuerzo del mundo para seguir corriendo y, al poco tiempo, siento alguien cerca de mi nuevamente.
—¿Y eso qué fue? —pregunta mi amiga, tratando de mantener la respiración controlada.
—¿Qué cosa?
—Kelvin y tú.
—No sé. Solo me preguntó por ti.
—¡¿Qué el qué?!
Se detiene sorprendida y me río cuando el profesor le silba para indicarle que no puede seguir corriendo.
Después de unos cuantos minutos más, el profesor indica que terminamos. Me sorprendo a mi mismo de haber aguantado tanto tiempo.
Voy al banco donde tengo mis cosas y me siento a tomar agua.
—Entonces... —Kelvin se sienta en el mismo banco que yo.
—¿Más calmado? —pregunto.
—Estoy acostumbrado a correr.
No lo pregunto por eso y él lo sabe. Si quiere entenderlo así, allá él.
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Enséñame a Soñar
RomanceJonah Boat es un chico de 17 años estudiante del último año de bachillerato. Su vida gira en torno de estudiar para ganar una beca en la universidad de sus sueños y acompañar a su mamá a la iglesia. El control que tiene Jonah sobre su vida es alter...