Decir que los meses pasaron volando quedaría corto a como realmente sucedió. En cuestión de un abrir y cerrar de ojos, ya estamos en Diciembre y con ello, los exámenes finales del primer corte.
Con Kelvin no he vuelto a conversar durante todo este tiempo, además de que estudiar no me da oportunidad de pensar o hacer otra cosa. Hemos coincidido pocas veces, pues se cambió de puesto y las veces que ha pasado, es súper incómodo.
En estos dos meses he aprovechado para pensar un poco más las cosas. Tal vez no es mala idea darme una oportunidad con alguien. Aunque con Kelvin ya haya dejado pasar la oportunidad.
—¡Al fin! Menos mal que este es el último año —exclama mi dramática amiga cuando salimos de la última clase.
—Y estás valiendo verga —le recuerdo.
—¿Amigo o enemigo? —rueda los ojos—. Tenemos reservación en el Spa a las once. ¿Qué hacemos mientras?
—Podemos ir caminando. Así me actualizas de los chismes del colegio.
—Chismear sí. Caminar no. Tomemos un taxi.
—No tengo dinero para taxi. Deja la pereza.
—¿De cuándo acá te pido dinero para algo? —me voltea la cara y extiende la mano para llamar a un taxi.
Una vez montados en el taxi y encaminados al spa, Stephanie me pone al día de los chismes colegiales. No soy mucho de involucrarme en esas historias, pero de vez en cuando no hace mal.
—Y bueno, desde la pelea de Kelvin y Diego, nada más ha sido tan interesante.
—¿Kelvin y Diego se pelearon? ¿Por qué?
—¡No puede ser! —se exalta.
—¿Qué? ¿Nos está secuestrando el taxista? —pregunto, asustado.
Yo tengo una mala costumbre de que creo estar hablando en voz baja o en mis pensamientos, pero en realidad lo digo. El chófer nos ve por el retrovisor y Stephanie suelta una carcajada, riendo de manera frenética.
—A veces me matas con tus ocurrencias —responde—. No puede ser que no sepas lo de la pelea. Eso fue una es-cán-da-la —separa sílaba a sílaba.
—Que exagerada.
—En serio. Todo fue después del partido de fútbol. Quedaban ellos dos en las duchas y Diego se quiso sobrepasar, entonces Kelvin lo golpeó. Diego alegó que ya nuestro chico Twilight se le había insinuado.
No tengo razones para no creer que Kelvin se le insinuó, aunque tengo más razones para creer no lo hizo. Es decir, conmigo el fue de frente. Si se le hubiese insinuado al Diego (quien me cae mal), cuando este buscó manera de corresponderle, no lo hubiese golpeado.
El taxista nos deja frente al Spa, mi amiga le paga y bajamos. El motivo de nuestra visita al centro estético es que hoy es la fiesta de fin de año y navidad, así que mi amiga arregló para hacernos limpieza de cutis, masajes, entre otras cosas. Se ha convertido como en una especie de tradición nuestra todos los años.
Normalmente vamos a uno que queda cerca de su casa, pero hay una nueva doctora especializada en estética que nos recomendó la mamá de Stephanie en Orquídea de Diamante, así que a ese vinimos.
En la recepción hay una mujer sentada frente a la computadora, tecleando cosas allí.
—Buen día. Reservación a nombre de Stephanie Marroquín, por favor —se anuncia.
—Buen día, señorita Marroquín. Reservación para dos personas. ¿Quién es su acompañante?
—Yo, Jonah Boat. ¿Necesita mi identificación?
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Enséñame a Soñar
RomansaJonah Boat es un chico de 17 años estudiante del último año de bachillerato. Su vida gira en torno de estudiar para ganar una beca en la universidad de sus sueños y acompañar a su mamá a la iglesia. El control que tiene Jonah sobre su vida es alter...