Yo no soy un chico de fiestas. En lo absoluto. Si es leyendo, viendo una película, una serie o simplemente escuchando música, soy feliz. La fiesta de fin de año es la única a la que voy. Y bueno, también a donde mamá me deja ir.
Stephanie ha mantenido una actitud seca conmigo desde el spa. Me habla, pero lo necesario. Más he hablado con su mamá.
Me doy una ducha rápida, solo para quitarme el sudor porque después de la exfoliación, se hace una ducha caliente profunda. Utilizo el baño de visitas y mi amiga utiliza el de su habitación. El problema que no tenemos es el de cambiarnos juntos; ya estamos claros que esto es una amistad para siempre. Además de que yo tengo mi orientación definida.
Eso creo.
El jean que usé el día que fui a casa de Kelvin y una Polo roja es lo que usaré hoy.
—Feliz navidad —me extiende Stephanie una bolsa de regalo—. Te los iba a dar literalmente en navidad, pero como Ogroanne no te dejó viajar conmigo a Venecia, aquí lo tienes anticipado.
Estuve todo el año suplicándole a mamá que me dejara ir a Venecia este último año con la familia de Stephanie sin éxito alguno. Unas de las cosas que jamás le perdonaré. Con la oportunidad de conocer uno de mis lugares favoritos gratis y no puedo ir.
—¡NO. PUEDE. SER! —exclamo al ver el par de zapatos que yo tanto quería.
—Lo compramos cuando fuimos al cumpleaños de la abuela. Mamá...
No escucho más nada. Se que está hablando, aunque yo no le prestan atención. Cuando me hacen un regalo soy como un niño con juguete nuevo, así sea algo sencillo. ¿Pero con zapatos? O sea, ¿quién no se emociona con zapatos?
—Gracias, mejor amiga en el universo. Eres la mejor. Te debo tu regalo.
—Con que no me vuelvas a traicionar es suficiente —dice seriamente y luego sonríe.
—Jonah, hijo, ¿estas nalgas son rellenos? —me pellizca una nalga la señora Carolina, mamá.
—Ay, mamá, ¿cuáles? A ver —me rodea y yo tengo la cabeza volteada como perro persiguiendo su cola—. Condenado. ¿De dónde las sacaste? ¿Para qué usas eso?
—No estoy usando nada de eso. Son naturales —me rio nervioso—. Lo que pasa es que el pantalón me queda apretado.
—Apretado no. Te queda a la medida. Muchas chicas quisieran un novio con nalgas. Incluyendome —se lamenta la mamá de Stephanie.
—¡Te estoy escuchando! —grita el papá desde la otra habitación.
—Ese es el punto —responde, sonriendo con malicia.
En la planta baja de la casa, la señora Carolina nos toma muchas fotos a Stephanie, quien se ve hermosa, y a mi. Es el año de graduación y, probablemente, la última fiesta de navidad que tenga con Stephanie durante un tiempo.
Javier, su papá, nos lleva al lugar donde será la fiesta. Todos los años lo hacían en el colegio y este año lo cambiaron, lo que le pareció extraño a mucha gente. Durante el viaje, el señor Javier no ha dejado de repetirle a Stephanie que no confíe en los chicos, que los chicos piensan con la entrepierna, que solo piensan en sexo, que ella aún no está lista para eso, y ese poco de cosas que dicen los padres. Stephanie solo contesta "ok" a todo.
—Ya sabes, hija. Cuídate —le dice por última vez, dejándonos frente al club.
—Sí, papá —rueda los ojos.
—Gracias por traernos, señor Javier —me despido.
—Gracias no, cuídame a mi bebé.
—Ya, papá —se da media vuelta y me hala—. Ahora sí, vamos a cazar.
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Enséñame a Soñar
RomantizmJonah Boat es un chico de 17 años estudiante del último año de bachillerato. Su vida gira en torno de estudiar para ganar una beca en la universidad de sus sueños y acompañar a su mamá a la iglesia. El control que tiene Jonah sobre su vida es alter...