Capítulo 23

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Ha pasado un rato desde que el señor José me dejó frente a mi casa. Aún no he entrado porque me da miedo hacerlo. Mamá dejó de pegarme cuando vió que estaba más alto que ella y que los castigos corporales ya no me afectaban, además de ser de la época de las cavernas.

Cuando Joanne Boat está realmente molesta, me lanza cualquier cosa que lleve puesta en los pies o algo que tenga en la mano, grita todo el día recordando regaños viejos y me impone un exagerado castigo por un lapso exagerado de tiempo por un exagerado asunto. Lease como exagerado castigo: quitarme el teléfono y el internet inalámbrico, por un mes y fue por no sacar la basura.

En este caso, todo es diferente porque mamá solo me llamó para decirme que ella tendría que viajar, y yo no llamé más para saber de ella. Así que no sé si realmente viajó y la pregunta sería: dónde pasé la noche y con quién. En cualquiera de los casos, quisiera corroborar la información. Puede ser que le pida ayuda a Stephanie, lo cual debo hacer desde ya.

Saco mi teléfono y comienzo a caminar de manera impaciente de un lado a otro, antes de que mamá me llame o se le ocurra asomarse por la ventana.

Llamando...

El tono del otro lado suena cada cierto tiempo sin ser atendido, lo cual me tiene con los pelos de puntas.

Después de tres intentos, me resigno y decido entrar. Estando en la puerta para entrar, el teléfono comienza a sonar, haciendo que mi corazón vaya más rápido de lo que ya iba y haciéndome brincar del susto.

—¡Hasta que por fin! —me doy media vuelta para hablar.

La puerta se abre y aparece mamá con cara de pocos amigos, como si estuviese un demonio apoderado de ella.

—Pasa —ordena y me extiende la mano para que le entregue el teléfono.

—Ya estoy en casa, Stephanie. Me despide de tus padres y diles que ya estoy mejor de la cabeza —corto y le entrego el teléfono a mi mamá.

Ojalá Stephanie haya entendido el mensaje por si mamá le da por llamarla.

Entro a la casa, mamá detrás de mi cerrando la puerta de manera suave para mí sorpresa. Camino directo a la sala donde observo el bolso que normalmente lleva cuando sale de viaje, por lo cual supongo no se fue o llegó antes de lo que yo esperaba.

—¿Dónde pasaste la noche?

—En casa de Stephanie, mamá.

—No te atrevas a mentirme, Jonah Boat.

—Mamá —suspiro de manera dramática—, tú sabes que yo no soy de estar quedándome en la calle, a menos que sea por tarea.

—¿Y qué tarea estabas haciendo? Porque estás aquí con las manos vacías —exige saber.

—Ninguna. Solo que desde temprano andaba con mucho dolor se cabeza y, en vista de que viajaste, no me quise quedar solo en casa.

—¿Por qué no me avisaste?

—Para no preocuparte de manera innecesaria.

Por un momento se me queda viendo y parece no convencida del todo.

—Llama a Stephanie. Quiero preguntarle.

Ruedo los ojos y le pido el teléfono para marcar su número. Ella parece olvidar que lo tenía y me lo extiende. Agradezco que me deje a mi hacer la llamada en vez de ponerse a revisar mi teléfono, porque ahí sí que adiós, mundo cruel.

Marco el número de Stephanie quién atiende al segundo tono.

¡Por las chancletas de Moisés, Jonah! ¿Puedes explicarme qué demonios pasa?

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