Capítulo 33

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Si Kelvin no me hubiese confesado hace unos minutos que le molestaba Nicola, me hubiese transformado en el demonio de Tazmania. En vista de que sé lo que piensa sobre él, dejo que el mismo se encargue.

Mientras Nicola trata de dejarle sus mejores movimientos, Kelvin se queda parado allí mostrando su claro desinterés al no bailar. Lo que me hace pensar es que le da pena rechazarlo de frente. Me coloco al lado de él dándole la espalda y paso mi trasero por su muslo, haciendo que se de media vuelta y comience a bailar conmigo.

Charlie se pone frente a mi y me sorprende verlo bailar.

¿En qué demonios piensa?

Busco a Julio con la mirada a ver si me ayuda de alguna manera con su primo y lo veo bailando con Ariadna, Stephanie y Marcelo.

¡Tragame tierra!

Si me quedo de frente, me da miedo que le dé por besarme y si le doy la espalda, pegará su cuerpo al mío. Charlie sube sus brazos y los extiende hacia mí, pero los reposa arriba de los hombros de Kelvin, quien pasa sus manos por mi cintura y las reposa en la cadera de Charlie.

He quedado yo como la salchicha de un Hot Dog en medio de mi novio y del chico al que le gusto... y que me gusta un poco. P

Porque sí, tengo que confesar que Charlie también me gusta.

Cuando veo que tiene intenciones de chocar sus labios con los míos, volteo la cabeza y veo a los cinco chicos que andan con nosotros observando el espectáculo. Les abro mis ojos de par en par y hago señas con la cabeza para que uno de ellos me ayude con Charlie.

Marcelo es el único que se anima y se acerca a nosotros, toma una de las manos de Charlie y lo hala para que baile con él. Yo aprovecho y me doy media vuelta, quedando cara a cara con Kelvin. Pongo una mano en su cabeza y la bajo para que un oído le queda a la altura de mi boca.

—¿Puedes decirme qué demonios pasó? —le grito.

—El quería jugar con fuego —se ríe mientras grita en mi oído—. Le estaba demostrando que yo soy quien controla el fuego.

Ruedo los ojos ante su infantil afirmación y voy donde está nuestro grupo bailando de nuevo. Charlie sigue moviéndose con Marcelo al ritmo de la música, Julio con Nicola y me acerco a las solitarias chicas para bailar con ellas, no vaya a ser que algún baboso se les pegue.

Ariadna me deja bailando con Stephanie y se va con Kelvin a buscar las bebidas. Siento un poco de hambre y le digo a mi amiga a ver si podemos buscar algo de comida. En la barra nos indican que allí no venden pero que en el estacionamiento al frente sí lo hacen.

Salimos en busca de llenar nuestros estómagos y cruzamos la calle corriendo. Hay varios trailers de comida rápida y nos detenemos en el único que no tiene tanta gente, aunque muchos están esperando. Aprovecho a contarle a Stephanie lo que pasó mientras buscaba las bebidas con Charlie y cómo fue terminamos bailando los tres.

—Le gustas a ese chico, amigo. Y mucho.

—Sí, Kelvin me lo ha demostrado. Se ha comportado...

—No estoy hablando de Kelvin, y lo sabes —me interrumpe.

—Kelvin me dijo que no le agrada Nicola —cambio el tema.

—Menos mal —suelta un suspiro—. Eso hubiese sido un desastre.

Saco mi teléfono para ver quién llama y lo guardo cuando veo que es Kelvin. Vibra de manera insistente en el bolsillo, pero no le hago caso. Avanzamos en la cola hablando de tonterías. Pedimos la comida y pregunto cuánto es para pagar.

Enséñame a SoñarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora