ocho🥀

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—¿Taehyung?

El rubio, que estaba sentado en el suelo frente a la lumbre calentando sus manos, se giró para mirar a Jungkook, quien estaba sentado en un sillón cerca suya, con una copa de vino en la mano.

—¿Hmh?

—Un pajarito me ha comentado...que te gusta leer.

Taehyung alzó las cejas, mostrando el fantasma de una leve sonrisa en sus labios. Supuso que Jimin había hablado con el azabache, en algún momento en el que él no estuviera delante.

—Gustar se queda corto.

Jungkook correspondió la sonrisa, al ver la pureza en sus ojos. Taehyung llevaba más de una semana viviendo en el castillo y, la verdad, es que el tiempo parecía volar cuando el rubio estaba deambulando de aquí para allá.

No volvió a la habitación de Jungkook de aquello, por supuesto, pero su relación había mejorado considerablemente. Si bien el azabache seguía teniendo malas pulgas, y se ponía de los nervios cada vez que Taehyung preguntaba demasiado, intentó ser más amable con el humano.

A veces era difícil, claro estaba. No era una tarea sencilla tener que luchar con su demonio interno, y evitar saltar a la mínima. Jungkook se estaba esforzando muchísimo cada vez que estaba el rubio delante, para no cagarla en cualquier momento. No estaba acostumbrado a la compañía de un mundano desde hacía...un montón de años. Muchísimos, a decir verdad.

Cuando estaba con sus siervos no tenía que preocuparse de que su mal humor no les estallara en la cara, pues era algo a lo que todos en palacio se habían acostumbrado y aceptaban en él porque ellos también eran víctimas. Sin embargo, estar con Taehyung le drenaba la energía, le consumía más rápido de lo que hubiera pensado nunca.

Enfrentarse consigo mismo, en su fuero interno, le debilitaba. Intentar ocultar sus colmillos, el escarlata de sus ojos, o incluso sus alas, eran cosas que solía hacer para tener un aspecto más humano, pues era algo que aborrecía en él y quería evitar asustar al chico. Sin embargo, aquel efecto no duraba mucho tiempo y luego las consecuencias eran horribles. Aceleraban el proceso de la rosa, ahora los pétalos caían más a menudo y Jungkook sentía una presión horrible en su pecho.

Muchas noches las pasaba en vela, sin poder pegar ojo, y a la mañana siguiente aparecían unas enormes ojeras bajo sus ojos. Las noches eran la peor parte para él, sentía cómo la oscuridad podía consumirle, acabar con él en cualquier momento. Así que Jungkook acababa al final deambulando alrededor del palacio, volando en silencio, incluso cuando nevaba.

No iba a mentir, de vez en cuando se había colado en la habitación de Taehyung para verle dormir. Se quedaba entre las sombras, escondido, de brazos cruzados y respiración pausada, evitando hacer el mínimo ruido que pudiera despertar al humano, quien dormía siempre plácidamente.

Sintió envidia de él, de lo cómodo que parecía estar en sus sueños.

Jungkook deseaba poder entrar en su mente, para ver si había tanta paz como hacía creer, o era toda una simple fachada.

Por supuesto, nunca le contó a nadie esas pequeñas visitas nocturnas. Y si, por algún casual le descubría, simplemente diría que estaba aburrido, y que lo hacía simplemente para entretenerse un rato. Era muy poco probable que lo descubrieran, pero al parecer Jimin había estado muy encima de Taehyung esos últimos días, vigilándole y pasando el rato con él.

A saber, qué de cosas le estaría diciendo, aquella hada.

Como fuera, Jungkook quería acercarse un poco más a Taehyung. Así que en cuanto supo su admiración por los libros, no dejó escapar la oportunidad.

Beauty and the Beast》KookV (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora