A Taehyung casi se le escapaba un grito cuando vio cómo Jungkook tiraba al vacío a WooBin. Vio desde lo lejos cómo Jungkook, tras unos segundos de pensárselo, se tiraba en picado hacia el vacío a la velocidad de la luz, como si fuera un ligero pájaro, recatando posteriormente a WooBin antes de que impactara contra el suelo.
No supo si el alado se había arrepentido de dejarle caer, o porque realmente solo pretendía meterle miedo, acobardarle hasta hacer temblar cada maldito poro de su cuerpo. Ni siquiera alguien tan altanero como WooBin podría reprimir el miedo, el terror cuando Jungkook le sacaba las garras.
Era tenebroso, al menos Taehyung lo admitía.
—Está loco—musitó Jimin, sin poder disimular una sonrisita de satisfacción.
No quería ser demasiado cruel, pero ojalá aquel mundano se hubiera hecho trizas. Una lástima que sabía que Jungkook jamás mataría a alguien a propia voluntad.
—¿A-a dónde se lo lleva?
—Creo que a su habitación—respondió el hada—. Deberíamos apresurarnos.
Taehyung asintió para luego instar a Knight, segundos después habían llegado al portón del castillo, el cual estaba completamente abierto. Taehyung subió corriendo las ecaleras, con el corazón repiqueteándole en la garganta. Cuando llegó, se detuvo en la puerta, impactado por la batalla que se estaba llevando a cabo en el interior.
Aquello era un completo desastre. Los vecinos de Villeneuve parecían estar entre la espada y la pared, se veían acorralados, atemorizados, pero eso no era suficiente. Seguían atacando con las armas que habían traído del pueblo, algunas demasiado bizarras, con las que podrían hacer daño de verdad.
Reconoció a lo lejos a Yoongi, que hacía uso de su diminuto tamaño, agilidad, y fuerza, para dejar a unos cuantos KO. También estaba Namjoon, cerca de la escalera de mármol, impidiendo el paso hacia la planta de arriba.
Sin embargo, verlo dejó a Taehyung patidifuso.
Si no fuera porque reconocía su forma reptil y color de su piel escamosa, jamás hubiera pensado que era él. No supo en qué momento, ni cómo, su cuerpo parecía haber mutado, en cierta manera. No solo parecía veinte veces más grande, sino que, al igual que Jungkook, Nam tenía unas alas rojas y alargadas, aunque sin plumas y punzantes, como las de un dragón. Las escamas que cubrían su fisionomía eran de un intenso color rojo, como si fueran las llamas del infierno; algunas de ellas tenían un tono ennegrecido como el carbón de sus grandes y alargados ojos, amarillos en el centro por un alargado y fino iris. De su boca salía fuego rojo y anaranjado, mostrando sus fauces, puntiagudos y fuertes dientes tirantes hacia abajo, capaces de arrancarle la cabeza a alguien. También tenía unas filosas garras, y una larga y fina cola revestida de pinchos, como si fuera su coraza defensora.
Namjoon no atacaba a nadie directamente, pues sabía que, si empleaba toda su fuera, las consecuencias podrían ser catastróficas. Aunque claro, tampoco era demasiado cordial con aquellos que se acercaban con lazas dispuestas a clavárselas en cualquier parte blanda.
Taehyung estaba completamente impactado. Era como una mezcla entre una salamandra y un dragón rojo, como si se hubieran fusionado en uno. No era un ser excesivamente grande, como los dragones que se había imaginado en sus historias, sino más bien era uno pequeño, aunque por supuesto más grande que cualquier otro humano, y más fuerte y veraz.
No tenía ni idea de que el consejero de Jungkook pudiera mudar de piel de esa manera. Le fascinaba y maravillaba, era una criatura excepcional, casi majestuosa. Tal vez, la rosa sí que le daba sus ventajas a los siervos de palacio.
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Beauty and the Beast》KookV (Completa)
Fanfiction❝Un castillo maldito, una bestia y un corazón puro❞ Jungkook nunca fue esa clase de príncipe amable y empático; nació rodeado de comodidades y de gente que lo adoraba por su físico. Su alto ego y altanería lo condujeron a ser víctima de un maleficio...