cuatro 🥀

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Taehyung le odiaba, le lo odiaba con todas sus fuerzas.

La próxima vez que lo viera, pensaba gritarle lo sumamente estúpido que era. Le daba igual que le volviese a amenazar con tirarle por un precipicio.

Tal vez era un ingenuo, pero Taehyung en la vida se había dejado manipular de esa manera. Ni siquiera por los tontos del pueblo. Sentía como si fuera un debilucho, que no había sido capaz de defenderse. Porque el empujón que le había dado era defensa propia, ¿verdad? Entonces recordó la forma en la que sus ojos se oscurecieron y sus labios se convirtieron en una fina línea, mientras le aniquilaba con la mirada. Sólo de pensarlo de daban escalofríos, la forma en la que parecía querer consumirle la vida simplemente con el iris de sus ojos.

Sin embargo, ahora que había pasado un tiempo a solas, prisionero, su miedo se había convertido en rabia. Un odio profundo que pensaba manifestárselo la próxima vez que lo viera, si es que aquello ocurría. Que se atreviera a amenazarle, aquel cruel demonio, que la próxima vez pensaba defenderse.

Esa noche, Taehyung se sintió más molido física y mentalmente que nunca.

No solo había perdido a su padre, sino que estaba encerrado en un castillo del que no tenía escapatoria, con un demonio que daba un montón de miedo.

¿Cómo había llegado a esa situación?

Además, ¿ni siquiera iba a darle nada de comer?, ¿ni siquiera un poco agua?

¡Era un ser despreciable! Y cada minuto que pasaba en ese frío lugar, más se daba cuenta de que iba a morir allí por una hipotermia. Ni una manta era capaz de darle, o incluso su capa. Le bastaba con tener su capa.

Se mantuvo muy quieto, abrazado así mismo, su bellos de punta todo el maldito rato, a causa del frío y los copos de nieve que se colaban por el hueco de la mazmorra.

¿Habría llegado su padre a la aldea? ¿Pediría ayuda a los aldeanos?

Muchísimas preguntas chocaban en su mente, una detrás de otra, haciéndole bombear sus oídos. No obstante, un extraño ruido le sacó de su estado mental.

—Eh, eh, ¡no me empujes, pedazo de imbécil!

Taehyung alzó su cabeza de un sobresalto al escuchar aquella vocecita. Se levantó del suelo como pudo—sus huesos estaban súper rígidos— y se asomó a los barrotes de la puerta. Pero allí no había nadie.

¿Estaba empezando a delirar?

—Yo no te he empujado, idiota.

Otra voz se sumó a la conversación, y Taehyung se llevó una mano al pecho, sin ver a nadie.

—¿Q-quién anda ahí?—preguntó, a la nada.

Porque no había nadie frente a él.

Chavalín, aquí abajo.

El rubio arrugó el ceño, siguiendo sus ojos hacia el suelo del exterior de la celda.

Dos cosas diminutas le observaban desde la distancia, con una especie de halo blanquecino alrededor. Tenían cuerpo humano, salvo porque eran como veinte pulgadas más pequeñas que Taehyung. Unas alas finas como el papel se extendían a lo ancho, tal vez tendrían de largura únicamente que diez centímetros, no más de eso. Llevaban una vestimenta un poco extraña, que parecía estar hecha de elementos naturales, como hojas y ramas, o con telas cortadas al milímetro, hechas a medida.

Todo, absolutamente todo en ellos, era diminuto.

Asombrado de lo que estaba viendo, Taehyung se deslizó barrotes abajo, hasta ponerse en cuclillas y miró aquellos seres a través de la celda.

Beauty and the Beast》KookV (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora