dieciséis 🥀

6.9K 1K 601
                                    

Si la muerte estaba pensada para que no doliera, entonces Jungkook debería de haber muerto. Pensó que el infierno debería de ser un lugar oscuro, caliente, en llamas, donde lo peor de lo peor vagaba sin rumbo, sin tener un objetivo que perseguir. Se quedaría allí hasta el resto de la eternidad, un alma vacía más entre muchas otras.

Sin embargo, un simple lugar blanco le rodeaba. Estaba solo, en lo que parecían ser kilómetros y kilómetros en la mismísima nada. Su cuerpo se sentía ligero, tanto que apenas notaba cuando sus pies se deslizaban por el suelo, parsimoniosos. Incluso parecía que no tenía la necesidad de respirar, como si en aquel lugar tan extraño no fuera necesario para vivir. Tampoco había corriente de aire, un olor particular en el ambiente, o algún murmullo.

Allí solo había silencio.

Por solitario que sonara, Jungkook se sentía bien consigo mismo; su cuerpo y mente había alcanzado un estado de paz inimaginable, no había odio, ni rencor, ni enfado. Jamás se había sentido tan bien, tan tranquilo y sosegado, aunque se sentía extraño, desconocido, como si su hogar estuviera en otro sitio, como si él no perteneciera a ese lugar.

Se podría decir que el azabache había alcanzado la concordia con su persona, tan calmado y tranquilo, mientras andaba sin rumbo por aquel llano paraje. No sabía muy bien a dónde se dirigía, o qué estaba buscando exactamente, solo sabía que no quería volver a sentir... dolor.

Podría quedarme en este sitio, pensó.

Sin embargo, una extraña sensación tiraba de su corazón. No sabía si éste seguía latiendo, o siquiera era necesario, al igual que su respiración, pero sentía cómo si hubiera olvidado algo muy importante y su corazón estuviera llorando una pérdida.

¿Por qué? ¿Por qué me dueles?

Jungkook se llevó una mano a la camisa de seda blanca que llevaba puesta, estrujando la tela en su puño, a la altura de su pecho, como si intentara calmar ese intenso y agudo dolor. Él no recordaba nada, todos sus recuerdos parecían haberse esfumado de repente, sin tener una pista sobre cómo acceder a ellos. Solamente sabía cuál era su nombre, y que después de haber pasado por tanto dolor, ahora se sentía tan en paz como nunca.

Pero esa molestia en su pecho no lo dejaba tranquilo, por alguna razón. Molestaba y picaba, latía como si quisiera salírsele por la garganta.

Jungkook no tenía motivos para estar triste, sin embargo, una lágrima cayó por uno de sus ojos, deslizándose lentamente por su mejilla hasta acabar escurriéndose en sus labios. No había sabor alguno en la lágrima, pero sentía el desconsuelo de ella.

Esa fue la lágrima de muchas otras, que caían en una carrera por ver cuál llegaba más rápido hasta el cuello de su camisa, mojándola. Jungkook se llevó las manos a los ojos, como si fuera un niño, haciéndose pequeño en aquel espacio infinito en el que parecía que solamente estaba él.

¿Por qué estoy llorando?

No obtuvo respuesta, sin embargo, un lejano y apenas audible eco sonó en lo más profundo de su mente. Era un diminuto sollozo, apenas se podía escuchar con claridad, pero sintió lo roto que se debía sentir el propietario de aquel llanto.

Jungkook alzó la mirada al frente, buscando la procedencia de ese desconsuelo, pero retumbaba en su mente como si estuviera en todas partes, dentro de su cabeza. La sensación era angustiosa, y el azabache quiso acallar esa voz tan destrozada, como si alguien estuviera sufriendo demasiado y su agonía hubiera llegado hasta sus oídos.

Por favor, no llores. Detente.

Fue lo que quiso decir, pero no sabía cómo podía comunicarse con el dueño de esa desesperación. Fuera quien fuese, le oprimía el corazón sentir su dolor ajeno, parecía que su mundo se estaba derrumbando y Jungkook no sabía qué hacer para pararlo.

Beauty and the Beast》KookV (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora