Q U I N C E

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Desperté cansada, me encontraba en un cuarto de hospital, este se veía diferente al que había despertado días anteriores. Este estaba mas grande y se veía costoso. Como todo lo que rodea a papá. Seguía en mi misma ropa, solo tenia suero por intravenosa y algunos cables conectados por debajo de mi blusa. 

Ya había estado en este hospital, no era la primera vez y todos los médicos sabían que no  me tenían que cambiar o conectar muchos cables porque ni bien despertara me iría de ahí sin esperar alguna palabra o papel.

Por lo que esta vez no fue la excepción. Me levante y me desconecte con cuidado, me saque la intravenosa, salí del cuarto encontrándome a un guardia, este al verme asintió y me guió a la salida, a como podía caminaba detrás de el. 

Me subí al carro que traía yo y el guardia manejo hasta mi casa. No dijo nada y no quería que hablara, saque con cuidado mi teléfono de la mochila y revise que me había llegado, tenia muchos mensajes de Travis y llamadas también. Su hermana y sus esposos igual me habían llamado una que otra vez. Deje el celular en la mochila al ver que habíamos llegado. Agarre mi mochila, la chamarra, el casco y al bajarme de carro espere al guardia y extendí mi mano, el dejo caer las llaves y subí las escaleras estrujando la chamarra en mis manos.

Subí a mi cuarto y me dí un baño relajando todos mis músculos adoloridos y contraídos. Limpie mis heridas sangrientas, nuevas y las que se me abrieron, mis nudillos también los limpie de ambas manos, de mi mano enyesada lo hice con cuidado, para no mojar el yeso. El yeso estaba rojo por la sangre que caía en el o la que yo dejaba por mis nudillos.

A como pude termine de bañarme, cure mis heridas abiertas y me cambie, una blusa corta negra y unos pantalones negros. Me puse calcetas y termine de cepillar mi pelo. Salí del baño y me fui a la cama, agarre mi computadora y me senté en el escritorio, puse música fuerte para que supieran que no me molestaran, abrí mi correo y me puse a hacer tareas atrasadas, no quería dejar la escuela tirada y que Travis allá logrado que me dejaran tareas online me ayuda mucho.

Tenia algunas tareas atrasadas, pero nada que unas horas de estudio no arreglen, estuvo un poco complicado con algunas cosas porque necesitaba de mis apuntes, los cuales estaban en la ciudad en casa de Travis. Pero gracias a mi memoria, pude terminar los 3 ensayos que me pidieron correctamente.

Después de enviar todas las tareas mire la hora y decidí ir por algo de cenar. Baje a la cocina y le pedí a una de las mujeres de servicio que me hicieran un sándwich con fruta y un jugo de naranja o mango.

Comí sola, cuando terminé escuche como el jefe mandaba a uno de sus guardias a buscar a sus 5 hijos. Lo escuché perfectamente, la casa estaba en silencio, nadie decía algo. Los únicos que nos atreveríamos a hacer ruido eramos mis hermanos y yo.

Levante la mirada de mi jugo cuando uno de los guardias más jóvenes se aclaró la garganta.

- El Jefe, la espera en su despacho... -dijo mirándome con miedo.

Nada se quedaba en secreto en esta casa, los guardias eran muy malos con los nuevos y jóvenes del equipos y los asustaban con lo que nosotros haciamos. Lo cual no nos molestaba.

- ¿Ya despertaron mis hermanos? -dije mirándolo a los ojos.

- Si... esta yendo por ellos.

Asenti y me levante para ir al despacho de mi padre. Entre y me senté en el sillón que  tiene.

- Después de desahogarte más de lo que debías y que los cinco terminarán en el hospital, ¿podemos hablar?

- Papá, ¿enserio crees que quiero hablar con ustedes? Tu los mandaste a hacer todo. Quieras o no, tu tuviste la culpa de que él lo matara. Tu los entrenaste, ¿no es así? TU los dejaste ir solos, por primera vez. La que mandaba al equipo no era él,  era yo. Él nunca supo cómo controlar a los demás. -dije retandolo con la mirada.- Todo fue tu culpa, las indicaciones eran claras. Hicieron todo mal. No pienso hablar con ellos. Aún no me cobro por los que le dieron droga al chico.

- Esta bien, tienes razón. También tuve la culpa. ¿Pero que querías que hiciera? Estuviste desaparecida por meses.

- ¿Porque crees que es? -dije enojada.

- No...

Entran mis cuatro hermanos y se sientan en los demás asientos. Cuando el menor de los hombres se sienta a mi lado en el sillón pongo mi cabeza en sus piernas y miro a mi padre esperando por lo que me trajo, de nuevo, aquí.

- Bueno, ahora que están los cinco. Necesito que sigan trabajando juntos. Esta vez nadie se sale. -dijo mirándome.

- Si sabes que estoy estudiando, ¿no?

- Si, tendrás que vivir un tiempo con nosotros, en lo que se arreglan las cosas aquí. Después se podrán ir y seguir trabajando juntos. -dijo papá.

- Alguien expliquenme que está pasando, ¿porque me querían traer?

- El negocio está cayendo, Palma Salazar, hizo su negocio más grande y esta abarcando el nuestro. -dijo el mayor.

- Cuando me fui te dije que no volvería a trabajar con nada de ese mundo.

- ¿Crees que no quiero que te metas? -dijo enojado.- Es lo último que me queda.

Miró a mis hermanos y estos sin decir nada se levantaron y se fueron diciendo que estarían en la sala.

- Eres las más pequeña de mis hijos, la única mujer, el vivo recuerdo de mi esposa. Crees que no me duele meterte en este mundo. Hija, desde antes que tus hermanos me avisaran donde estabas, ya sabía de ti, te dejé hacer de nuevo tu vida. Quise que tu hicieras tu vida lejos de este mundo. Pero al... con todo lo que esta pasando te necesito. Eres la jefa de tus hermanos.

- Papá, ya no quiero hacerlo. -dije seria.

- Ni yo que lo hagas, el chico, Trevor... no, Travis es bueno para ti, la manera en que te defiende y te cuida. Como me gustaría que el se quedara contigo para cuidarte de la manera que te mereces. -dijo con los ojos brillando.

- Papá...

- Solo esta vez... Será la última vez, te lo prometo. La última. -dijo desesperado. Nunca lo había visto así. No es muy común verlo en este estado, por eso sacó a mis hermanos.

- La última! Solo necesito hacer algo antes... necesito ir a ver a mi amigo...

- Claro. Lo que quieras.

- Bien... Iré con mis hermanos necesito hablar con ellos.

- Si, si, claro.

Fui a la sala y los encontré a los cuatro, el mayor, Diego tenía una mano en sus costillas, el tiene 26, Mateo de 24 , este respiraba raro y se sostenía la espalda. Zaid, era el tercero, tiene 22 y se agarraba el abdomen al respirar. Por último mire a Ezra, este no se le dificultaba respirar ni parecía dolerme algo, el tenía 19 y solo sostenía una bolsa de hielo contra su mandíbula y mejilla.

Mirando a los cuatros sentados hombro con hombro en el sillón grande, vi cuanto habían cambiado. Ezra se volvió... era tan diferente antes de irme. Se volvió como yo, frío, calculador, reservado, arrogante y egocéntrico. Nada puede afectarlo como lo hacía y hace conmigo.

Ezra y yo somos mellizos y aunque no estuvimos un buen tiempo juntos, nuestra actitud es meramente parecida, sin decir que yo, soy más seria y fría que el. Se controlarme con las palabras y no llevo a mi oponente al punto de golpearme, si no al contrario.

Estos después de un rato notan mi presencia. Me siento delante de ellos, en la mesa de cafe. Al sentir las punzadas en mi abdomen me acomodó mejor, tomando una posición juguetona con ellos algo que en realidad les molesta y mucho.

Roma Suize Civic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora