Amor en cuarentena ✧Taegi/Yoontae✧

Día 1

Otra vez estaba en el balcón ¿Que más podía hacer Yoongi? Estaba esperando a que su celular se cargará para escuchar música y ver videos, aunque en realidad no le hacía mucha ilusión revisar su celular, seguramente estaba lleno de información sobre el COVID-19 y solo lograría estresarse.

La verdad, le importaba poco cualquier cosa, así que simplemente se quedó dormido en su balcón, sin importar el posible resfrío que tomaría después, aunque estuviera abrigado. El sol no pegaba tan fuerte, y corría una brisa helada, se podría decir que hacía frio, pero no le impedía quedarse dormido hasta roncar.

Entonces sintió que algo lo tocó en la mejilla. Era como un punteo  en su piel. Abrió los ojos de a poco con molestía, y dirigió una mirada asesina a aquel palo que chocaba contra su mejilla. Siguió con su vista la rama para ver de donde venía, y sus ojos se encontraron con unas grandes y morenas manos y luego con unos ojos preocupados en el balcón de al lado. Kim Taehyung lo había despertado con una rama.

—¿Que te sucede?— gruñó Yoongi, tallandose los ojos para despertar mejor.

— ¡perdón por despertarte!— casi suplico Taehyung.— No pensé que te ibas a despertar...— El rostro confundido de Yoongi no tenía explicación.

Puso sus dedos en su entrecejo, esperando calmarse.— me estás diciendo que pensaste que no me despertaría MIENTRAS ME GOLPEABAS CON UN PALO — claramente no lo logró.

— es que verás...— el moreno posó sus codos en el barandal del balcón, de ambos balcones para ser exactos, pues estaba justo en el borde donde ambos se unían.— estaba aburrido y vine hasta aquí, te ví durmiendo tan profundamente que pensé que jamás despertarías, así que decidí ver qué tan pesado tenías el sueño...— habló con una risa traviesa.— y lo tienes demasiado pesado.— culminó sonriendo de manera inocente al contrario, que estaba a punto de agarrarlo y darle unos buenos golpes.

—¿Cuanto tiempo estuviste fastidiando?— preguntó el mayor al oír que tenía el sueño pesado.

— ¿una hora? No menos...¿O más?— comenzó a balbucear, cuestionandose a si mismo cuanto tiempo estuvo chocando aquella larga rama en la mejilla de su vecino.

— ¡Ya!— se enfadó y se levantó caminando hacia su vecino.—no deberías de hacer eso, respeta el espacio personal de los demás...— reprendió a Taehyung que seguía haciéndose el inocente, pero sabía que lo que más le divertía era fastidiar a las personas.

— ¿así?— preguntó Taehyung pasando su torso superior por encima del barandal, quedando a escasos centímetros de su vecino que lo miraba con cara de poco amigos. Este retrocedió un paso atrás.

— No. Estas haciendo exactamente lo contrario a lo que te dije.— Yoongi iba a darse la vuelta para entrar a su habitación.

— ¡espera!— lo detuvo el moreno.— necesito ayuda con algo ¿Me ayudas?— ladeó la cabeza como si de un perro se tratase, y eso a Yoongi le hizo bajar la defensa, le parecía lo más tierno que ha visto en años.

— está bien... ¿Que necesitas?— preguntó, rindiéndose ante su impulso de ayudar a los demás.

— necesito que me acompañes, ve al pasillo, ahí te cuento más.— mostró su sonrisa cuadrada mientras entraba a su casa.

Yoongi se quedó perplejo unos segundos intentando descifrar lo que dijo su vecino, y cuando entro en razón de dió cuenta que seguramente lo estaba esperando parado en frente de la puerta de su apartamento, así que salió corriendo a abrir esa puerta.

Ahí estaba Kim Taehyung, con las mismas bolsas que el día anterior había traído al edificio, llena de mascarillas y alcohol gel, y esa imagen solo confundía más y más al chico pálido.

— necesito que me ayudes con esto— levantó las bolsas en sus manos y le pasó dos a Yoongi, mientras lo observaba sonriente.

—¿Que quieres que haga con esto?— cuestionó enarcando una ceja.

— vamos a dárselas a los ancianos del edificio.— Taehyung respondió. En ese momento el corazón de Yoongi se apretó, y comenzó a latir más rápido dándose cuenta lo mal que lo juzgó, a la misma vez se sintió culpable por tratarlo tan mal el día de ayer solo por haber comprado todo eso. Ahora mismo deseaba que hubieran más personas tan buenas como él.