Welcome And Run

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Las bestias de cabeza incandescente siguieron la marcha por un semi camino con pequeños rastros de vegetación verdosa, la escasa luz de la luna le permitía al humano apenas ver el cambio entre el árido paisaje al vivido color de la vida, sonidos extraños asechaban a los viajeros, dejándole una mala sensación al hombre quien parecía no tener el derecho a un solo descanso. En los pensamientos del pelirrojo volvía su tormento, las oleadas de dolor ante su camino por el desierto negro, ciertamente el paisaje no le daba un respiro, era una costra que volvía a ser levantada trayendo la desesperación y cansancio, pero no solo eso volvía sino también el dolor de aquello en su mente, el Hell's Bells, la confusión de su prolongado sueño impuesto por el monstruo verde, hasta la vida arrancada con sus propias manos, él sabía que hizo lo correcto esa cosa era un bastardo y si seguía durmiendo quien sabe cuál extremidad perdería, sin embargo sus negros ojos cuya negrura parecía infinita brillaron con un firme deseo de sobrevivir, le pareció esto una súplica, un mero ruego mudo por su circunstancia, el cual él se negó a aceptar. Harto de estos pensamientos Marloc miro dentro de la carreta, encontrando a los pequeños durmiendo, su sola expresión de tranquilidad le regaló un alivio que le hizo olvidar esas duras experiencias.



-Después de todo son solo niños - musitó el hombre retirándose las pieles de su rostro, sin temor de que alguna cosa intentará comerlo o que los niños se fueran en su contra al no ser como ellos.



Por su lado paso un hoja seca rojiza, al tacto con su mejilla pudo sentir cuan reseca estaba y la realidad que les esperaba.



-Un sátiro eh - musitó al entrar al bosque, esperaba encontrarse otro ser como la mujer reptil o incluso un ser como Hetros - sería desastroso que fuera algo como esas cosas endemoniadas.



El frío aumentaba conforme se adentraba, las bestias que tiraban de la carreta parecían inmunes a este soplido que fácilmente se colgaba hasta los adentros, Marloc estaba atento a toda señal del famoso sátiro, se sentía capaz de manejarlo, luego de su cambio podía sentirse fuerte y en última instancia usar la mortal espada.



-No, no creo que deba matarlo - se replanteaba su estrategia bajando sus ánimos de emplear el arma maldita - seguramente tendrá una gran información, talvez comparable a la de Hetros.



En el fondo se arrepentía de haber matado a su captor sin sacarle información, se notaba que debía ser un sabio, tanta colección de diversos artículos, algunos parecían extrañamente humanos, otros tantos parecían querer revelar datos importantes, incluso aspectos secretos de ese mundo en el cual podía recordar un nombre que predominaba sobre todo: Perditionen.



-De nada me servirá arrepentirme, solo debo concentrarme en lo que tengo delante de mío - asumía el hombre quien solo intentaba negarse a la verdad, lo estropeó, su vida estaba en cierta medida arruinada, sería un fenómeno y estudiado hasta sus adentros si volvía en su condición, un final al cual se negaba a aceptar.



Extraños ruidos procedían de su alrededor, ramas rompiéndose, pasos sobre las hojas, inclusive escuchaba como algo baboso se arrastraba por los arboles, el constante aleteo de criaturas acechantes le comenzaba a parecer natural, la noche poco a poco engullía al bosque carmesí y los seres que acarreaban se notaban cansados.



-Mierda, esa cosa no debió alimentarlos - otra vez notó que se dejó llevar por sus impulsos y se negó a la prudencia, un impulso constante en su día a día en el pasado.



La carreta se detuvo, amarró cerca a los seres de cabeza llameante, estos comenzaron a escarbar el piso, sacando extrañas alimañas largas con pinchos, los cuadrúpedos abrieron sus hocicos sacando dos lenguas largas que envolvían a los bichos aterradores, un espectáculo nauseabundo repleto de baba.

Will I Become A Monster?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora