—Dios no existe aquí, o simplemente no mira a este lado — musitó el decepcionado hombre, con los restos de su ropa se vendo la herida y en sus manos portaba una bolsa con una evidencia del éxito de su misión — pero si descubro que tú realmente miras a este sitio devastado yo nunca te lo perdonaré, sería imposible, tanto dolor y sufrimiento en este sitio, donde el amor únicamente es una burla. Solo por favor, te lo suplico posa tu mirada aquí y trae tu luz.
Rogaba por qué sus ruegos fueran escuchadas, ansiaba su benevolencia en esa tierra de dolor. Llegó tras unas horas a la montaña, donde lo esperaban los sátiros de madera roja, ellos le permitieron pasar, el hombre estaba exhausto tras el combate y su larga marcha por el bosque a pie, su cuerpo pesaba más y más, mientras bajaba por la cueva, presentía que algo iba a salir terriblemente mal, pero era tarde para dar marcha atrás, solo restaba ir por Gilp y Rapan.
—¿Qué se supone que haga luego de salvarlos? ¿Dejarlos libres? No creo, este mundo no les permitiría vivir con calma ¿Si vivimos los tres en algún lugar? Si bien no puedo volver a mi mundo de está forma, no sería tan malo formar una familia con ellos — sonreía con una vaga esperanza — antes solía ir mucho al campo con mis familiares, me enseñaron de la agricultura y el cuidado de los animales de granja, podría encontrar algo parecido aquí.
Soltaba un soplo de aire, realmente podía encontrar su felicidad, incluso confiar en alguien de ese mundo.
—Por favor, que solo tenga ideas en la cabeza y esto salga bien — pedía Marloc intentando aferrarse a su sueño — he matado, también fui torturado, me arrebataron miembros de mi cuerpo, incluso fui maldecido con partes de monstruos y sus horribles dotes, aún siendo poco siento como parte de mi comienza a normalizar todo mi martirio, algo que no soy yo, pero poco a poco se vuelve más yo que mi anterior ser y me aterra, es como una sentencia de muerte.
Tras la larga caminata llegó a los aposentos de Legión, quien aguardaba a su visitante, este entro ignorando completamente a la gigante masa blanca, para ir con los niños oso, estos estaban adormilados ya era bastante tarde, pero despertaron al ver el rostro ensangrentado de Marloc.
—¡¿Estas bien?! — se acercaba preocupado Rapan.
—¡¿Qué te ocurrió?! — Gilp miraba la sangre.
Este sonrió al verlos nuevamente, temía no encontrarlos en su llegada, ya entonces volteo a ver al ser blanco.
—¡Esta hecha tu venganza! — bramó serio, pero no parecía satisfecho o contento con la noticia.
—Bien, el soldado de esa mujer dejara de molestar, seguramente te buscará por matar a su siervo — hablaba más para si mismo que para el visitante.
—¿No te importa que esté muerto? Pensé estarías contento de que muriese — expresaba consternado.
—Eventualmente moriría, pero solo significaba un problema más grande el deshacerme de él por mi mismo — Marloc no podía entender lo que ocurría.
—¿No mato a tu hija? ¿No buscabas venganza? — señalaba a Legión, este río.
—Si lo hizo, pero eso no significa nada, la descendencia es más un problema que una ayuda en mi especie — le contaba como si nada.
—¡No los entenderé nunca! — bramó furioso, saco su espada y libero a los niños de la jaula — salgamos de aquí.
—Ah, sobre eso — la cueva entera temblaba, todo se sacudía violentamente, cientos de brazos salían de las piedras, el rostro completo de Legión salió de la tierra, la caverna caía a su alrededor — ¡Ya no tengo nada que temer!
La montaña colapso, liberando a Legión, una gran criatura formada de múltiples brazos y manos blancas, sus ojos no soportaban la luz, su cara entera fue tapada por unas manos enormes, envolviendo su cabeza en ellas, se movió en marcha al sur, antiguo territorio de su oponente, de entre los escombros salieron Marloc y los niños, el hombre uso a Voraz para que comiera toda piedra que cayera sobre ellos, pero volvió a su forma de lanza de dos puntas.
—¡Podemos irnos! — gritaba contento Gilp, pero Bells no estaba pensando en ello.
—Vayan a la carreta, yo iré en breve — les pidió con bastante seriedad — terminaré esto.
Los niños no tuvieron otra opción más que hacerle caso, yendo a la carreta en el bosque carmesí, Marloc se quedó a buscar algo entre los escombros.
—¡Es hora de reclamar todo el bosque para mí! — se escuchaba la risa de Legión por todo el bosque.
Con sus cientos de manos empezaba a escarbar para enterrarse, buscando tener acceso a las raíces del sur, pero apareció el herido Marloc, portaba una capucha blanca, solo se podía ver su mano humana, la cual llevaba la espada maldita, realmente estaba agotado, lo que solo significaba buenas noticias para Legión, quien se aproximó como una pantera apunto de asesinar a su presa.
—Que sorpresa, sobreviviste ¿Acaso los niños no? Es por eso que viniste a mi con tu arma lista a herirme ¿No? — su parloteo molestaba a Marloc.
—Esto se acabó, tus asesinatos, tu saqueo a todos los que pasan por este bosque — Legión lo escucho pero no podía evitar reírse al tener a un exhausto enemigo.
—Tienes razón, esto ya terminó — tres pares de brazos fueron a tomar al hombre, pero este únicamente observó como los sátiros de madera iban tras Legión.
—¡¿Cómo es posible?! — bramó mientras ellos subían sobre el, en ese instante su capucha se sacudió mostrando múltiples ojos pequeños — ¡Tu! ¡Usas mi plan en mi contra!
Rápidamente intenta quitárselos de encima, la cantidad de sátiros era impresionante, apenas se descuidaba de un lado y ya lo hacían sangrar, todas sus manos estaban ocupadas intentando librarse de los seres de madera, recordando que solo debía matar a uno, a Marloc.
—¡Desgraciado pagarás! — el herido Legión volvía atacar al humano.
Con un simple movimiento aterrorizó al gran monstruo, Marloc mostró a Voraz, este ya se había extendido, listo para comer, se abalanzo en su contra con el temible arma, los sátiros no le daban descanso, arrancaban partes de él en cada segundo, la lanza golpeo el pecho del enemigo, las innumerables bocas comían con gran apuro, Legión solo gimoteaba moviéndose por todos lados, Marloc solo observaba la muerte de su enemigo, mientras la lanza se movía de un lado a otro, los gritos de la inmensa bestia llenaban el bosque.
—Un padre debe cuidar de sus hijos — musitó para si mismo en ese bosque siniestro.
Esa misma noche en la villa a los pies del desierto negro, llegó un tipo que hacía bastante tiempo no volvía, caminaba con seguridad hacia su destino, aún con los años habiendo pasado recordaba perfectamente la ubicación de la casa, al llegar notó que la puerta se encontraba abierta, tras unos segundos entro, encontrando un viciado aroma a quemado en toda la casa, llegó a la chimenea, encontrando los restos del difunto.
—¿Quién le haría esto? ¿Quién no conocía su fama? ¿Quién no temería al máximo Mago, Hetros el inmortal? — tomo un puño de sus restos, guardándolos en una bolsa — Juro que lo vengaré, su asesinato no quedará impune.
Siguió explorando la casa de su maestro, encontrando la habitación con el parásito muerto, varias cosas faltaban en ese lugar, pero le llamaba la atención que faltaba el objeto que solía ser el orgullo de Hetros, la espada.
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Will I Become A Monster?
FantasiaUn tranquilo retorno a casa por la noche se vuelve un infierno, cuando Matthew es llevado a un mundo hostil, donde solo habitan criaturas crueles y monstruos que gobiernan este sitio. Pero tiene que lidiar también con una cruel maldición.