Fallen Sword

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Todo era muy confuso, Matthew despertaba viendo el interior de una casa de barro, constantemente era forzado a beber una clase de líquido, aún cuando comía no podía ver bien, no sabía si se trataba de su debilidad o por no querer ver a su salvador, pronto un día un ruido llegó, era un cascabeleo, no era constante pero le daba una mala sensación cada que esa campana sonaba.

—Para... — fue capaz de decir el hombre con sus escasas fuerzas.

Sus palabras fueron inútiles, sentía como una mano ajena acariciaba su brazo derecho, nuevamente perdía el conocimiento.

—No sé cuantos días llevo postrado a esta cama... — por algún motivo su vista seguía débil, no podía ver más allá de unos centímetros.

—Perdí mi ojo izquierdo, pero no puedo creer esto... Debo ponerme de pie.

Casi arrastrándose logro poner sus pies en el suelo, su visión parecía mejorar.

—¿Acaso esta cama es la causante de mi indefinida fatiga? — pensaba mientras ponía todo su empeño en salir de aquel estado de letargo.

Miró con cautela el mueble, no lograba notar algo anormal, fue entonces que retiro las sábanas, en ese momento noto dos cosas, la primera solo tenía un brazo, le había sido amputado el izquierdo y lo segundo la cama era una masa rosada palpitante con bastantes tentáculos, de la impresión cae de espalda al suelo, notando la habitación en su totalidad, había despertado en su totalidad siendo capaz de ver varios papiros con un texto inentendible para Matthew, estos tapizaban casi todas las paredes, bastantes pieles se encontraban allí mismo, todas diferentes unas de otras, estas colgaban de una cuerda, en un extremo yacía una espada con unos grabados en la hoja, está reposaba en un pequeño mueble, cerca de la puerta un estante se encontraba repleto de frascos, todas con líquido y algunas cosas repugnantes.

—¿Pero que es eso? — se acerco para poder ver atentamente.

¡Eran dedos! Sus dedos, en otro frasco su palma, en otra un montón de carne, suponía que se trataba de la suya, además también tenía un frasco con un ojo castaño, incluso tenía el cadáver de una de esas criaturas de la noche, el catálogo era demasiado perturbador, furioso tomo la espada y salió en busca de su captor.

—¡Maldito desgraciado! Te has divertido amputado partes de mi cuerpo ¿No? — sus turbios pensamientos retumbaban con un solo propósito un pago, uno únicamente posible con la vida.

Al salir de la habitación se encontró con un pasillo atestado de libros, las paredes tenían papeles con dibujos de círculos extraños, apenas Matthew se percató de un peculiar aroma en la casa de barro, se trataba del olor a tabaco, el pasillo llevo al hombre tuerto a una sala, nuevamente encontró varios círculos dibujados en papel adornado las paredes, dos estantes se podían ver, allí descansaban varios frascos como en el cuarto anterior, frente la chimenea una gran figura se alzaba, parecía preparar algo, el enojo fue inevitable, tomo con fuerza la espada y corrió contra el gran sujeto, pero el tintineo de una campana lo detuvo.

—Veo que has despertado  — escucho Matt una ronca voz.

—Deja esa cosa, no te pertenece — sus palabras provocaban la furia del pelirrojo quien sentía que el no era el indicado para decir esas palabras.

—¡Cuánto atrevimiento! ¡Tú me arrebataste mi brazo y mi ojo!

—No, solo cobre la deuda, en este mundo el único valor existente es el cuerpo — su respuesta fue calmada, no parecía mentir ni decir algo excesivo.

—Espera ¿Este mundo? — su mente se calmaba escuchando con atención lo que este podría revelar.

—¿No te has percatado? — la entidad de ronca voz camino hacia Matthew, el no podía creer lo que veía, era una gran cantidad de maleza, un ser vivo constituido únicamente de plantas.

—Eres tan raro, tu cuerpo me podría dar el conjuro para abrir la puerta — la cosa verde parecía sonar complacida, eso solo asustaba al humano.

«Mata»

Escucho el pelirrojo, miraba a todos lados, sin embargo no logro encontrar a nadie.

—¿Qué no quieres volver a tu mundo? — continuaba la cosa verde con su intento por convencer al humano de cooperar con su causa.

«Solo empújalo al fuego.»

—Tal vez si tomo una parte de ti que no haya sido expuesta a este mundo... — el ser le miraba intrigado por los misterios que su interior podría ofrecer, Matthew solo escuchaba el incesante campaneo, tan agudo, tan molesto, tan sofocante.

—¡Para! ¡Detén ese infernal sonido! — no podía soportar más, sentía como su cabeza fuera a explotar, presionaba su cabeza con su única mano para mitigar el dolor, pero era ineficaz, solo tiro el arma.

«¡Arrójalo! ¡¡Arrójalo!! ¡¡¡Arrójalo al fuego!!!»

—¿De que hablas? ¿De mi voz? — el propietario de la casa comenzó a cuestionar si su frágil cuerpo podría soportar la interacción, sin suponer que algo más ocurría.

—¡¿Cómo no puedes oírlo?! — exclamó Matthew iracundo, ante la desesperación, frenético se rascaba la cabeza.

«¡Hazlo!»

El resonar de las campanas incremento, al igual el dolor en la cabeza de Matt, gritaba debido a su intensa agonía, la extraña criatura retrocedió temiendo poner en peligro su vida y su meta.

—Algo no está bien — se dijo la vegetación viviente, mientras el humano se retorcía ante su sufrimiento.


«Las campanas solo pararán al obedecer.»

Una furtiva mirada se posó en el ser verde, este se encontraba bastante cerca de la chimenea, así que el hombre pelirrojo se lanzó, enviándolo a las llamas, salieron alaridos del bulto de vegetación, el fuego lo devoraba con rapidez, Matthew se tiró al suelo, se arrastraba hacia atrás con su brazo sin dejar de ver como el fuego consumía con rapidez a su víctima, ante el dolor intento salir de la chimenea.

«¡La espada rápido!»

El sonido de la campana volvió, con apuró Matt tomo el arma, usándola para empujar a la criatura nuevamente al insaciable fuego, el monstruo araño el rostro del pelirrojo, en un intento de apartarlo del camino, de alguna forma Matthew sintió que sus miradas se encontraron, ambas con el deseo de prevalecer, parte del humano podía comprender este anheló y podía respetar su voluntad.

«Usa la espada.»

La orden vino acompañado de un fuerte dolor, con una mueca de sufrimiento atravesó a la cosa verde, adolorido se vio en la necesidad de herirlo aún más cortado casi a la mitad al ser, el arma se mancho de un líquido verdoso claro, los espantosos alaridos siguieron, parecían no tener fin, hasta que poco a poco el fuego lo volvió nada.

Matthew cayó rendido al suelo, exhausto solo miro el techo, notando el enorme mapa, este tenía dibujado el inmenso mar de arena, al igual que los moradores del desierto, luego la aldea donde estaba en ese momento y más adelante un bosque con lo que parecía un hombre con piernas de caballo.

—¿Qué clase de mundo es este...? — se preguntaba al ver el mural.

Un extraña sensación vino de la espada, sus letras resplandecieron con un brillo anaranjado, algo parecía subir a su brazo, parecía estar en su interior con rapidez llegando hasta  su cabeza, las campanas sonaron indicando el peligro.

«No temas se trata de la espada.»

El humano se desmayó, entrando a un sueño extraño, se encontraba el pelirrojo desnudo ante la inmensa oscuridad, hasta ver una planta en el suelo.

—Qué rareza ¿Como puede existir algo aquí? — toco la planta siendo empático con ella al estar en la nada.

De la planta sale un enredadera que crece hasta envolver al pelirrojo, la planta comienza a enterrarse en su cuerpo, este intenta quitársela arrancando lo que puede, pero es inútil la planta logra entrar en él.

Will I Become A Monster?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora