Los siguientes dias 9.

479 7 0
                                    

La primera vecina que vio a Dora al día siguiente se quedó mirándola sin saber qué decir.

-Buenos días -dijo ella al pasar por su lado.

-Tú eres... la nieta del señor Matas, ¿verdad?

-Sí -no tuvo más remedio que detenerse.

-Sentí mucho...

-Gracias -mantuvo la serenidad con paciencia.

La miraba a los ojos, y lo hacía con tanta insistencia que acabó siendo forzado. Cuando alguien

se ha cortado las venas, todo el mundo acaba deslizando la vista hacia las cicatrices.

Iba con manga corta, y todavía no se había comprado ninguna pulsera ni cinta de la amistad o de

la buena suerte.

-¿Vivirás con tu abuelo?

¿Qué le importaba? ¿Era el altavoz de la escalera?

-Sí -siguió conteniéndose, más por el abuelo que por sí misma.

-Me alegro de tener una nueva vecina, y tan joven y guapa -se relajó la mujer.

-Gracias. Buenos días.

Ya no la detuvo nadie y alcanzó la calle, el sol, la bendición de un hermoso y claro día.

Mientras estaba en el sanatorio, se imaginaba el mundo al otro lado de los muros. Un mundo que

vivía y pasaba cerca sin fijarse siquiera en aquellas paredes. Era como estar en un hospital. Miras

por la ventana y ves a la gente yendo de un lado para otro. Nadie levanta la cabeza y piensa que

detrás de cada ventana del hospital hay un paciente, un dolor, una vida y una felicidad en juego.

Caminó apenas diez minutos, de nuevo envuelta en sus pensamientos. Se detuvo al llegar a su

destino y, aunque la portería estaba abierta, no cruzó el umbral de la casa. Se acercó al interfono y

pulsó uno de los timbres.

La voz surgió de la rejilla a los cinco segundos.

-¿Sí?

Tuvo suerte. Era ella.

-Yoli.

-Sí, soy yo, ¿quién...?

-Soy Dora. ¿Bajas?

Primero, el silencio.

Después...

-¿Dora?

-Sí, ¿bajas? -insistió.

Quizás estuviese sola, pero no quería arriesgarse. Lo que menos deseaba era empezar a ver a

todo el mundo de golpe, y tener que dar las mismas explicaciones o repetir las mismas respuestas:

cómo estaba, qué haría...

-Voy.

Se apartó de la entrada y paseó nerviosa arriba y abajo de la acera. La imaginó vistiéndose a

toda prisa. Ella, que no salía de casa sin cambiarse veinte veces de ropa y asegurarse de que todo

estaba en su sitio.

Bendita Yoli.

Su amiga.

Una amiga a la que no veía desde hacía prácticamente un año.

Quizás mañana la palabra amor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora