3

33 2 0
                                    

Todos dormían cuando el cartero llegó esa mañana de domingo. Todos menos Michael, que llevaba varias horas esperándolo. No había podido dormir en toda la noche. Llevaba varias noches así, y eso empezaba a manifestarse en su aspecto y en su humor. Sus padres estaban preocupados, y no entendían qué le estaba pasando. Pero Michael no se atrevía a explicarles. Quería estar seguro del resultado primero.
Se envolvió en una bata y bajó las escaleras cuidándose de no hacer ruido, saltando el escalón que crujía. Y empezó a examinar las cartas.
Cuentas, más cuentas, una postal de Mallorca de la tía July, cuentas y... Ahí estaba. Un sobre grande y blanco con un escudo rojo y dorado. Su corazón empezó a latir más fuerte, y de repente, las noches de insomnio desaparecieron. Se moría de ganas de abrirlo en ese mismo instante, pero se dijo que era mejor entrar a la casa primero.
Cuando estuvo de vuelta en su habitación, notó que vacilaba. "¿Y si no entré? ¿Qué hago si no entré? O peor: si entré, ¿Cómo les digo a mis padres?"
Se obligó a dejar de pensar y abrió el sobre de una vez, que se le cayó de las manos cuando leyó:
Es un honor informarle que ha sido admitido en la universidad de Oxford.

Una familia felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora