Paul y Alex habían sido mejores amigos desde antes de tener memoria. Siempre se contaban todo y se acompañaban en todos sus proyectos. Todos decían que venían en un combo, si querías a uno, tenías que comprar también al otro.
Sus padres estaban orgullosos de la relación que habían construido, pero ellos no estaban dentro de su cabeza. Siempre los acechaban las dudas de si era normal lo que parecía una constante necesidad de ver al otro, de escuchar su voz, los latidos acelerados del corazón cuando se acercaban, los escalofríos agradables cuando sus manos se tocaban.
Solían pensar “esto es lo que deben de sentir todos los mejores amigos”, pero en su interior sabían que no era así. Y ese saber no los dejaba dormir por las noches.
Fue algo entre un alivio y una preocupación para Alex saber que Paul pensaba lo mismo que él. Luego se odió por verlo como un alivio “¿Qué te pasa, idiota? ¿Piensas que hay alguna posibilidad de que tengan un futuro juntos? ¡Ja! ¡Sí que eres ingenuo!”. Intentó convencerse de que lo que sentía era incorrecto, estaba mal y era un pecado. Pero cuánto más lo pensaba, más nítida se veía la cara de Paul, sus ojos sinceros, sus labios que parecían llamarlo. Y su sentimiento parecía cada vez más hermoso y más puro.
–Paul –, le susurró– buscaré a una chica, lo prometo, pero... Ven a casa hoy.
El chico casi sonrió.
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Una familia feliz
General FictionNuestra familia es lo primero que nos acompaña cuando llegamos al mundo. Solemos tener con ellos vínculos llenos de respeto, admiración y amor, y esperamos que ellos también nos acompañen cuando nos vayamos. ¿Pero, qué pasa si las diferencias, las p...