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–¿Alex? –Thomas golpeó la puerta de la habitación de su hijo– Estuve pensando mucho esta noche, y... Si eso es lo que eres, entonces yo... No puedo hacer nada para cambiarlo. Y me va a costar mucho esto, pero me parece que juntos podríamos lograrlo, y... ¿Alex? –pegó el oído a la puerta– ¿Estás escuchando? –no tuvo respuesta y se decidió a abrir la puerta y rodó hasta adentro.
En la habitación encontró la ventana abierta, ropa sacada del armario tirada en el suelo y la cama perfectamente hecha. Y no había ni rastro de Alex.

                                 ***

–Hola, señora Anderson.

–Señor Watson, ¿Qué le ocurrió?

–Eh, tropezé en la calle, nada grave.

–¿Nada grave? Señor, ¡Está en una silla de ruedas!

–Si, claro, pero es temporal, no se preocupe.

–Está bien. Quiere que lo arrastre hacia adentro, o...

–No hará falta, gracias.

Y ambos entraron a la habitación. Ya acomodados en los sillones y con una taza de té en las manos, la mujer preguntó:

–¿A qué debemos su presencia aquí hoy?

Thomas dejó la taza sobre la mesa y se aclaró la garganta.

–Bueno, es un tema algo delicado, pero... ¿Pasó Alex por aquí?

–¿Qué, no lo sabían?

–¿Perdone?

–Alex pasó la noche aquí. Me pareció un poco extraño que llegara tan tarde, pero él dijo que ustedes estaban enterados. Qué extraño... –reposó su barbilla sobre sus manos– ¿Acaso ustedes discutieron? Porque no parece común viniendo de ustedes, que siempre parecen tan...

–Señora Anderson, por favor, –la cortó Thomas– Sí discutimos con Alex ayer, y es algo relacionado con Paul.

–¿Con Paul? ¿Qué puede haber hecho Paul?

–¿Alguna vez Paul ha actuado de manera... Extraña?

–¿Extraña? ¿A qué se refiere?

–Me preguntaba si usted tiene alguna sospecha de que Paul puede ser... ¿Homosexual?

La señora Anderson se levantó de su sillón indignada.

–¿Cómo se atreve a entrar a mi casa y decir esas cosas sobre mi hijo?

–Señora Anderson, por favor, estoy hablando en serio. Paul y Alex han estado... Involucrados. ¡Él mismo me lo confesó!

–¡Miente! ¡Todos mienten! ¡Que a mi hijo no le guste ensuciarse no significa que sea... Es que, es demasiado horrible como para decirlo!

–En realidad, estoy diciendo la verdad. Y estaba dispuesto a aceptarlo, pero esto se fue demasiado lejos. ¡Escapar de casa! ¡Deberíamos ir a buscarlos a la escuela ahora mismo!

–Claro, deberíamos buscarlos, para que desmientan estas barbaridades. ¡Vamos! –Abrió la puerta y salió.

–Eh, señora Anderson... Voy a necesitar algo de ayuda aquí.

Una familia felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora