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May recién había vuelto de buscar a Alex, y Thomas y ella estaban sentados en la sala, devastados.

No entendían a dónde podría haberse ido el chico, ya lo habían buscado por toda la ciudad. No estaba en la casa de ninguno de sus amigos, en la escuela, en el refugio, en los túneles. Habían hablado con la policía, pero ellos tampoco parecían estar haciendo avances.

Empezaban a pensar, aunque nunca se lo dirían al otro, que tal vez el chico había salido de la ciudad, incluso del país. Tal vez había estado planeando su escape por un largo tiempo y ellos nunca lo habían notado. Tal vez, y eso era lo más aterrador, ni siquiera estaba vivo para esos momentos. Incluso aunque hubiera salido exitosamente de Inglaterra, ¿Qué haría en otro lugar? Era un niño pequeño, sin mucha fuerza física ni experiencia en absolutamente ningún campo. Además, ¿En qué lugar la gente aceptaría su relación con Paul? Paul. ¿Estaría con él? ¿Se habrían perdido en el camino? ¿Habrían discutido?

Y, lo peor de todo, ¿Por qué había escapado Alex? ¿Habían actuado mal ellos? ¿Deberían haber aceptado lo que decía? ¿Deberían haber actuado antes? En cualquiera de las dos opciones, ellos habían arruinado todo.
¿Eran unos malos padres? Y pensar que Alex parecía un niño tan feliz...

De repente se abrió la puerta.

–Hola –saludó Lucy.

–Hola, Lucy –le respondieron.

–Hola –saludó Michael.

–Hola, Michael –le respondieron.

–Hola –saludó Alex.

–¿Alex? –con la ilusión y el alivio brillando en su cara, Thomas intentó levantarse de su silla y recordó que no podía– ¿Volviste, en serio?

–Depende... –sonrió él– Les presento a mi novio. ¿Les agrada?

Paul entró en el cuarto con la cabeza baja.

–¿Novio? ¿Entonces es oficial?

–Sí, mamá, –atrajo cerca al chico y lo besó– mi novio.

–B-bueno, Paul es un muy buen chico...

–Y entonces...

–Creo –dijo finalmente May con un suspiro– que ustedes dos hacen una muy bonita pareja.

–¡Genial! ¿Papá?

Thomas se mantuvo callado por un tiempo. Luego habló suavemente:

–Me gustaría hablar con Alex y con su madre por un minuto, a solas. –Paul, Lucy y Michael salieron de la habitación. Luego Thomas miró fijamente a Alex– ¿Por qué?

–¿Por qué?

–Ya sé que lo amas, pero, ¿Por qué lo amas?

Esta vez fue Alex el que tardó en hablar.

–No sé si el amor se puede explicar. Si yo te preguntara por qué amas a mamá, probablemente dirías que ella te da fuerzas para levantarte cada mañana, que solo pensar en su rostro te hace sonreír cuando estás triste, que es la persona con la que quieres compartir tu vida y nunca te lo has cuestionado. Y yo me siento exactamente así con Paul. ¿Hay algo de antinatural en esto? Me parece que no. Y me parece que ese sentimiento de todos, para todos, desde siempre y para siempre. Y no quiero reprimirlo más. Quiero tener a Paul a mi lado y quiero que me acompañe en cada paso que doy, y quiero sentir sus manos, besarlo hasta que se me acabe el aire y no tener que dar más razones de por qué me siento así –cerró la oración con una exhalación larga.

–En ese caso, –sentenció Thomas– creo que tenemos un nuevo yerno –dijo, y casi sonrió.

Michael y Lucy entraron repentinamente, festejando, y Paul los siguió con una risa incómoda.

–¿Escuchando detrás de la puerta?

–¿En serio lo preguntas?

Los minutos que siguieron fueron muy alegres, todos gritando y riendo y abrazándose.

–No vuelvas a escaparte, Alexander –le gritó May desde la cocina, y acto seguido llegó con una botella de champagne –¡Por la pareja! –gritó.

–¡Por la pareja! –respondieron todos levantando sus copas.

                                 ***

–¿Y? –preguntó Alex un rato después, cuando la celebración había pasado y todos yacían cansados en los sillones– ¿No les importa qué va a decir la gente?

–En estos momentos me importa más lo que va a decir la familia de Paul...

Todos rieron.

–Quiero que sepas, cariño, –dijo May– que siempre serás bienvenido en casa si tus padres te echan, aunque no quiero escuchar... Sonidos provenientes de su habitación.

Volvieron a reírse.

–No somos una familia perfecta            –comentó Thomas después de un rato, con un tono fuerte.

–No, no lo somos. –reconoció Lucy– Esta semana nos dimos cuenta de que sus errores crearon a unos hijos un poco transtornados...

–Coincido, ladrona-Lucy –Michael palmeó la espalda de su hermana.

–Pero es extraño –continuó Thomas, ignorando a sus hijos– Por intentar ser la familia perfecta pusimos de lado todos los problemas e intentamos pretender que no existían, y finalmente... Explotaron.

–Tuvieron que pasar cosas terribles para que finalmente nos enfrentáramos a las cosas incómodas y poco atractivas que tratábamos de ocultar. Tu accidente, la huida de Alex. Pero al final lo hicimos, ¿No? Prometamos intentar hacerlo siempre a partir de ahora

–Lo prometo –dijeron todos con la mano izquierda sobre el pecho.

May miró a los presentes a los ojos:

–¿Alguien tiene algo más para declarar?–Michael levantó su mano, como un estudiante– Michael, te concedo la palabra.

–Acaban de darle champagne a menores de edad.

Una familia felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora