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–Hola, Jason, –dijo tímidamente Lucy entrando en el negocio.

–¡Lucy! Hace un tiempo no te veía,¡Cuánto has crecido! ¿Cómo están tus padres?

–Están muy bien, gracias.

–Oí que tu padre tuvo un accidente hace un par de días...

–Si, la caída le causó una pequeña fractura, va a estar en una silla de ruedas por un tiempo para terminar de curarse. Pero está perfectamente.

–Me alegra mucho.

–Las noticias sí que vuelan aquí.

–Si, pasa siempre en los pueblos pequeños.

–¿Y cómo estás tú, Jason?

–Estoy bastante bien, gracias –sonrió con ternura– Aunque perdí uno de los collares más bonitos del escaparate. Juro que estaba aquí antes, pero no sé qué hice ahora, y desapareció.

–¿Cómo era ese collar?

–Era un precioso dije de oro blanco en forma de lágrima, adornado con zafiros.

–Ah. –Clavó la vista en el piso, intentando encontrar fuerza para decir las siguientes palabras.

–¿Se puede saber a qué debo tu visita hoy?

–Yo robé el collar, Jason. –sus ojos se llenaron de lágrimas mientras se sacaba la cadena del cuello– Y fue estúpido y estuvo mal y lo siento muchísimo.

–¿Hablas en serio?

Ella no respondió. Le entregó el collar.

–Lo siento mucho, de verdad.

Empezó a caminar fuera del negocio.

–Por cierto, Lucy, –dijo jovialmente Jason, como si su conversación nunca hubiese sido interrumpida– ¿Ya encontraron a tu hermano?

Una familia felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora