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Oxford siempre había sido el sueño de
Michael. Se veía a sí mismo caminando por el campus en su primer día rodeado de otros jóvenes llenos de energía y esperanza como él,  tomando clases de profesores famosos que no solo conocían el tema que les tocaba enseñar, si no que lo vivían, convirtiéndose en uno de los mejores estudiantes y que alguno de esos importantes profesores le ofreciera alguna oportunidad que cambiaría su vida. Pero sabía que era demasiado ambicioso.

Había mandado la solicitud sin muchas esperanzas, planteándose no cumplir su propósito por primera vez en su vida, pero en el fondo sabía que le iba a ir bien. Era el mejor de su clase, tenía una cultura impresionante para ser un joven de clase media, y tenía seis cartas de recomendación excelentes. Igualmente se había sorprendido cuando finalmente llegó la carta anunciando que se le acababa de abrir una puerta que conducía a todos sus sueños.

Pasados los primeros momentos de alegría y orgullo, se había abierto paso una gran inquietud en su pecho: su familia. No les había contado nada de Oxford.

Michael amaba a su familia, pero ninguno de ellos era muy ambicioso. Le parecía que no podían ver más allá de lo que tenían delante de las narices. A su padre le parecía bien trabajar en un negocio pequeño y ganar lo necesario para llegar a fin de mes. Solo quería tenerlos cerca a ellos. Entonces no creía que estuviera de acuerdo con su hijo mudándose al otro lado del país para estudiar en la universidad de sus sueños.

Sabía que tendría que contarles en algún momento, solo que... Tenía que encontrar el momento adecuado.

Una familia felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora