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—La pasé muy bien hoy —dijo ella, sus mejillas sonrojadas por el frío y la emoción.

—Yo también —dijo Billy mientras abrazaba la cintura de Lucy y la giraba hacia él. Quedaron enfrentados, con sus rostros muy cerca—. Te ves hermosa hoy.

Su susurro, su sonrisa, sus ojos, su brazo en su espalda, sus narices casi rozándose, el calor agradable que empezó a abrirse paso en su pecho cuando el chico se acercó más y acomodó un mechón de su pelo detrás de su oreja, la suave caricia en su cara, sus labios. Sus labios en los de ella; y los dos, fundiéndose en uno para toda la eternidad, mientras la noche se volvía menos fría y las estrellas se volvían más brillantes.

Una familia felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora