Capítulo Tres.

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Dietrich.

—Siento que soy un idiota— digo viendo las noticias de mi accidente.

—Hey, no lo eres— Malcom intenta alegrarme— solo un poco arrogante y quizás por eso olvidaste como conducir.

Eso nos hace reír a ambos. Él es un buen chico, ha venido a verme un par de veces y aunque no somos los mejores amigos del mundo él se ha portado muy bien conmigo, como siempre.

—¿Como esta tu chica?— pregunto cambiando el tema.

—Bien, de hecho ella está visitando a su mejor amiga, intentaron asaltarla hace poco.

—Espero que esté mejorando.

—Si, ella es una de las mujeres más fuertes que he conocido. Sabrá recuperarse ¿Cuándo podrás salir?

—Creo que en unos tres días ya podré salir.

—Esas son buenas noticias— dice mientras se pone de pie— creo que ya es hora de irme, lo siento por no poder venir más, pero oye, Holly cumple años este fin de semana, en realidad los cumple el veintidós, pero como ese día debemos estar en Alemania le celebraremos este fin de semana que viene, deberías ir.

—No te preocupes por mi, estaré bien y acepto tu invitación, me vendría bien un poco de distracción.

—Te veo ahí amigo.

Lo veo salir por la puerta con una sonrisa. Amigo. Nunca imagine que el gran Malcom de Ferrari me llamaría amigo. La gente cree que nos llevamos mal por ser de escuderías diferentes. Pero no es así.

Nos conocemos desde muy pequeños, ambos empezamos en este mundo a la misma edad pero nunca pensé en llamarlo amigo. Eso me pone feliz.

Amigo.

Mi celular vibra anunciando una llamada. Veo que se trata de mi madre y contesto enseguida.

Hola— digo en Alemán— ¿Cómo estás madre?

Mi niño, yo bien, todos aquí preocupados por ti ¿Cómo va la recuperación? Vienes para la próxima semana ¿Cierto?

Voy a responder pero una cabellera pelirroja anaranjada aparece por la puerta. Al verme con el teléfono en la mano hace una seña indicándome que guardará silencio. La sigo con la mirada mientras se sienta en la silla al lado de mi cama. Ella es guapa.

¿Dietrich?— escucho como resopla— ya perdí la señal.

—Tranquila mamá, estoy aquí— no despego la mirada de mi acompañante— y respondiendo a tus preguntas la recuperación va excelente, tengo una buena compañía que me ayuda a superar esto. Y si, estaría llegando el veinte.

—¿Acaso esa compañía es una chica, Dietrich? Espero conocerla algún día para agradecerle ¿Cómo es ella?¿Es guapa? Tu hermana pregunta si entiende alemán.

—Ella es muy guapa, mamá nunca he visto belleza similar. Cuando desperté fue lo primero que vi y quedé anonadado. Tiene el pelo color rojizo anaranjado que me hace pensar en el sol, unos ojos que no sabes si son de un gris claro o un celeste cielo. Y es muy graciosa, ha hecho mis días más amenos. Y no, no entiende alemán.

—Se escucha como una buena chica. Bueno Die, creo que debo dejarte, tu padre está dejando un desastre en mi cocina, te amo hijo, nos vemos pronto. Espero saber más de esa chica.

Racing With You. [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora